En un fallo que sienta precedente en la lucha contra la violencia de género en Argentina, la justicia de Lomas de Zamora sobreseyó a Laura Beatriz Herrera, una mujer de 29 años que mató a su pareja en 2020. El juez Gabriel Vitale reconoció que Herrera actuó en legítima defensa al verse amenazada de muerte por su agresor, Sergio Gastón Pavón, en un contexto de violencia machista sistemática. Este caso abre un debate crucial sobre la necesidad de una perspectiva de género en la aplicación de la ley y la protección de las mujeres víctimas de violencia.
Un fallo que visibiliza la violencia de género
El caso de Laura Herrera nos confronta con una realidad brutal: la violencia machista que permea nuestra sociedad y que, en muchos casos, termina con la vida de las mujeres. El fallo del juez Vitale no solo absuelve a Herrera, sino que también reconoce el contexto de violencia en el que se produjo el homicidio. Las denuncias previas, los testimonios de familiares y amigos, y las pericias psicológicas demostraron un patrón de agresiones físicas y psicológicas por parte de Pavón. Este reconocimiento es fundamental para comprender la situación de vulnerabilidad en la que se encontraba Herrera y justificar su accionar como un acto de defensa propia.
Durante el juicio se presentaron pruebas contundentes que revelaron el calvario que vivía Herrera. Amigas y familiares declararon haberla visto con moretones, marcas de golpes y con un miedo constante a su pareja. Incluso se comprobó que Pavón la encerraba en su domicilio, impidiéndole salir o comunicarse con otras personas. El círculo de violencia era evidente, y las medidas de protección dictadas por el Juzgado de Familia N° 11 de Lomas de Zamora resultaron insuficientes para garantizar su seguridad.
Legítima defensa en contexto de violencia: Un cambio de paradigma
La decisión del juez Vitale marca un hito en la jurisprudencia argentina al aplicar la perspectiva de género en la interpretación de la legítima defensa. Tradicionalmente, la justicia ha tendido a analizar estos casos de forma aislada, sin considerar el historial de violencia que precede al acto defensivo. En este caso, el juez reconoció que la violencia continuada sufrida por Herrera la colocó en una situación de desventaja y vulnerabilidad, condicionando su respuesta ante la amenaza de muerte. El fallo subraya que “las agresiones no deben considerarse eventos aislados, sino parte de un proceso de violencia continuada que condicionó la conducta de Herrera”.
Este nuevo enfoque abre un camino para que otras mujeres que se defienden de la violencia machista puedan acceder a la justicia en igualdad de condiciones. Se trata de un paso fundamental para dejar de criminalizar a las víctimas y comenzar a responsabilizar a los agresores. La abogada Raquel Hermida Leyenda, defensora de Herrera, destacó la importancia del fallo: “El sobreseimiento implica la libertad absoluta y definitiva antes del juicio. Esta chica no va a ir a debate oral, es el primer caso así para una mujer que se defendió en un homicidio agravado por el vínculo”.
La aplicación de la perspectiva de género en el ámbito judicial implica reconocer las desigualdades de poder entre hombres y mujeres y cómo estas impactan en las relaciones de pareja y en los casos de violencia. Implica también comprender que la violencia de género no se limita a las agresiones físicas, sino que abarca también las agresiones psicológicas, emocionales, económicas y sexuales. En este sentido, el fallo a favor de Herrera representa un avance significativo en la lucha por la igualdad de género y la erradicación de la violencia machista.
El debate social: Un llamado a la reflexión
El sobreseimiento de Laura Herrera ha generado un intenso debate social en Argentina. Mientras algunos sectores celebran el fallo como un triunfo en la lucha contra la violencia de género, otros lo cuestionan argumentando que sienta un precedente peligroso. Sin embargo, más allá de las posturas encontradas, este caso nos invita a reflexionar sobre la necesidad de desnaturalizar la violencia machista y de construir una sociedad más justa e igualitaria para las mujeres. Es fundamental que como sociedad nos cuestionemos las estructuras patriarcales que sostienen la violencia y promovamos la educación en igualdad desde temprana edad.
La violencia de género es un problema estructural que requiere de un abordaje integral por parte del Estado y de la sociedad en su conjunto. Es necesario fortalecer las políticas públicas de prevención, atención y sanción de la violencia machista, así como garantizar el acceso a la justicia para las víctimas. También es fundamental promover la formación de profesionales con perspectiva de género en todos los ámbitos, incluyendo el judicial, para asegurar que las mujeres que se defienden de la violencia sean tratadas con justicia e igualdad.
El fallo del juez Vitale sienta un precedente que invita a la esperanza y a la reflexión, pero también a la acción. Es un llamado a la sociedad a comprometerse activamente en la lucha contra la violencia de género, a deconstruir los estereotipos machistas y a construir una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas.
Es importante recordar que la violencia de género no es un problema privado, sino una cuestión de derechos humanos que nos interpela a todos. El caso de Laura Herrera nos recuerda la urgencia de erradicar la violencia machista y construir una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres y seguras.