La ciudad de Alta Gracia amaneció con una profunda tristeza. Víctor Piccón, un nombre asociado a un emblemático caso de violencia institucional en Argentina, falleció este domingo en el Sanatorio Alta Gracia. Su muerte deja un vacío irreparable en su familia y en la sociedad, que recuerda su larga lucha contra las secuelas de un episodio que marcó un hito en el debate sobre las prácticas dentro de las instituciones educativas militares.
Un caso que conmocionó al país
En 1990, a la temprana edad de 13 años, Víctor Piccón, hijo del reconocido historiador Augusto Piccón y la escribana Cristina Mazzuco, era cadete del Liceo Militar General Paz de Córdoba. Una noche, después de la cena, junto a sus compañeros, fue obligado a participar en una extenuante rutina de ejercicios físicos conocidos como “movimientos vivos”.
Estos ejercicios, de naturaleza extenuante y sin supervisión médica adecuada, terminaron por descompensar gravemente a Víctor. La falta de atención médica oportuna y adecuada lo dejó con secuelas devastadoras. Tras ser trasladado en un vehículo particular al Hospital Infantil, su diagnóstico fue crítico: quedó cuadripléjico.
Más de tres décadas de lucha
Durante más de 30 años, Víctor Piccón luchó contra las consecuencias de aquella noche. Su vida, la de su familia y la de muchos otros, cambió para siempre debido a la falta de responsabilidad y la negligencia dentro del Liceo Militar. Su caso se convirtió en un símbolo de la necesidad de una profunda reforma en las prácticas de estas instituciones y en el debate sobre los derechos de los niños y jóvenes en entornos de formación militar.
La historia de Víctor transcendería las paredes del ámbito jurídico. Su caso llevó a un debate nacional sobre la responsabilidad de las instituciones en la protección de los jóvenes a su cargo y el control de las prácticas físicas dentro de los entornos militares. Abrió el camino para futuros reclamos de justicia y para una mayor conciencia sobre los posibles riesgos asociados a la formación militar de menores de edad.
Un legado de resiliencia
A pesar de la profunda adversidad a la que se enfrentó, Víctor demostró una resiliencia admirable. Su historia de vida es un ejemplo de fortaleza en medio del dolor, una lección que transmite la importancia de luchar por los derechos de los niños, así como de la necesidad de un control más estricto sobre las actividades que involucran menores de edad en entornos de alto riesgo, como son los institutos militares.
Su lucha incansable por justicia e igualdad marcó un precedente importante, sentando las bases para futuros debates y cambios legislativos que promueven la protección de los menores y la mejora de las prácticas en entornos educativos.
El recuerdo de una vida truncada
Hoy, la ciudad de Alta Gracia y Argentina entera lloran la partida de Víctor Piccón. Su historia, llena de dolor y resiliencia, es un recordatorio constante de la importancia de proteger a los niños, de exigir la transparencia y la rendición de cuentas en las instituciones, y de la necesidad de seguir luchando por la justicia y la equidad.
El legado de Víctor Piccón trasciende su partida física, convirtiéndose en un testimonio de lucha, una llamada a la acción para prevenir que sucesos como el que le marcó para siempre vuelvan a repetirse. Que su memoria perdure y nos impulse a construir un futuro donde los derechos de los niños sean una prioridad ineludible.