La ciencia argentina, como tantas otras áreas del país, se encuentra en una encrucijada. Recortes presupuestarios, fuga de cerebros y un divorcio entre la investigación y las necesidades sociales la mantienen en un estado de asfixia. En este contexto, resulta pertinente revisitar las ideas de Bruno Latour, filósofo y sociólogo de la ciencia, para analizar la situación actual y preguntarnos: ¿qué diría Latour sobre la ciencia argentina de hoy?
Más allá del derrame: una crítica a la ciencia descontextualizada
Latour fue un crítico acérrimo de la “teoría del derrame”, la idea de que la ciencia básica, pura y aislada, eventualmente “derramará” sus beneficios sobre la sociedad. Esta noción, con fuertes raíces neoliberales, justifica la inversión en ciencia desconectada de las necesidades sociales, bajo la promesa de un futuro progreso tecnológico y económico. Latour argumentaba que esta visión es ingenua y peligrosa, ya que ignora la complejidad de la relación entre ciencia, tecnología y sociedad.
En Argentina, esta teoría se ha traducido en una histórica desconexión entre la producción científica y las problemáticas nacionales. La investigación, muchas veces, se enfoca en temas que responden a agendas internacionales o a intereses de mercado, dejando de lado las necesidades locales. Latour seguramente cuestionaría este modelo, instando a una ciencia comprometida con su contexto y orientada a la resolución de problemas concretos.
Para Latour, la ciencia no es un ente aislado, sino una red de actores humanos y no humanos que interactúan constantemente. Investigadores, instituciones, instrumentos, objetos de estudio, todos forman parte de un complejo entramado que produce conocimiento. Entender la ciencia implica analizar estas interacciones y los contextos en los que se producen. Aplicado a la Argentina, este enfoque nos llevaría a preguntarnos: ¿quiénes se benefician de la ciencia que se produce? ¿Quiénes son excluidos? ¿Qué tipo de conocimiento se valora y cuál se ignora?
La ciencia no es un ente aislado, sino una red de actores humanos y no humanos que interactúan constantemente.
La crítica de Latour a la teoría del derrame no implicaba un rechazo a la ciencia básica. Por el contrario, él defendía la importancia de la investigación fundamental, pero no como un fin en sí mismo, sino como parte de un proceso más amplio de construcción de conocimiento socialmente relevante. Latour abogaba por una ciencia que se pregunte no solo “¿cómo funciona esto?”, sino también “¿para qué sirve esto?” y “¿a quién beneficia?”
Asfixia presupuestaria y dependencia externa: la libertad académica en jaque
Otro punto central en el pensamiento de Latour es la crítica a la idea de una ciencia “pura” y apolítica. Él sostenía que la ciencia siempre está atravesada por intereses y valores, y que pretender lo contrario es una forma de ocultar las relaciones de poder que operan en su producción. En Argentina, la falta de inversión sostenida en ciencia y tecnología, sumada a la dependencia de financiamiento externo, genera una fuerte restricción a la libertad académica y orienta la investigación hacia temas que no siempre responden a las necesidades del país.
Latour probablemente señalaría que esta situación limita la capacidad de la ciencia argentina para contribuir al desarrollo nacional. La dependencia del financiamiento extranjero, muchas veces condicionado a agendas específicas, dificulta la construcción de una ciencia autónoma y comprometida con las problemáticas locales. La fuga de cerebros, consecuencia directa de la falta de oportunidades en el país, agrava aún más este panorama.
La precarización laboral de los científicos, la falta de recursos para la investigación y la desvalorización social de la ciencia son factores que Latour seguramente identificaría como obstáculos para el desarrollo de una ciencia robusta y socialmente relevante en Argentina. Él insistiría en la necesidad de fortalecer las instituciones científicas, promover la inversión en investigación y desarrollo, y fomentar una cultura científica que valore el conocimiento como un bien público.
Hacia una ciencia ciudadana: el desafío de Latour para la Argentina
En sus últimos trabajos, Latour se enfocó en la necesidad de una “ciencia ciudadana”, una ciencia que involucre activamente a la sociedad en la producción de conocimiento y en la toma de decisiones. Esta idea resulta especialmente relevante para la Argentina actual, donde la ciencia se percibe a menudo como algo ajeno a la vida cotidiana de las personas.
Latour abogaba por una ciencia que dialogue con la sociedad, que se abra a las preguntas y preocupaciones de la gente, y que se ponga al servicio de la resolución de problemas comunes. Una ciencia que no se encierre en las torres de marfil de la academia, sino que se involucre en la construcción de un futuro más justo y sostenible. Para lograr esto, es fundamental democratizar el acceso al conocimiento científico, promover la participación ciudadana en la definición de las agendas de investigación y fomentar la cultura científica en todos los ámbitos de la sociedad.
La situación actual de la ciencia argentina presenta desafíos enormes, pero también oportunidades. Repensar la relación entre ciencia, tecnología y sociedad, tal como lo proponía Latour, es fundamental para construir un futuro donde el conocimiento se ponga al servicio del desarrollo nacional y del bienestar de todos los argentinos.
Es crucial fomentar la formación de científicos comprometidos con las problemáticas locales, capaces de generar conocimiento que contribuya a la resolución de problemas concretos. Para ello, es necesario invertir en educación científica de calidad en todos los niveles, desde la escuela primaria hasta la universidad, y crear un ambiente propicio para el desarrollo de la investigación.
Finalmente, es imperativo que el Estado asuma un rol activo en la promoción y el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esto implica no solo aumentar la inversión en investigación, sino también generar políticas públicas que articulen la producción científica con las necesidades del país. Solo así se podrá construir una ciencia argentina que esté a la altura de los desafíos del siglo XXI.