El robo del iPhone 15 Pro Max del periodista Gabriel Levinas desencadenó una investigación que desmanteló una mega-banda dedicada al tráfico internacional de iPhones. El caso, que comenzó con una simple denuncia, se convirtió en una operación a gran escala gracias a la perseverancia del periodista y a la tecnología de geolocalización del dispositivo robado.
El inicio de la investigación: Un robo en Once y la pista del GPS
El 8 de octubre, Levinas sufrió el robo de su teléfono en la zona de Once, Buenos Aires. Si bien realizó la denuncia en una comisaría de la Policía de la Ciudad, su proactividad fue clave. Una semana después, al detectar la activación del geolocalizador en la Terminal de Ómnibus de Retiro, alertó a la Policía Federal Argentina (PFA), proporcionando el historial completo de rastreo GPS de su iPhone. Esta información, con la ubicación detallada del celular desde el momento del robo hasta su llegada a Retiro, representó el punto de partida esencial para la posterior investigación.
El seguimiento del dispositivo robado a través del mapa virtual reveló un viaje interprovincial, pasando por Corrientes y Chaco para luego llegar a Formosa. Esta prueba contundente fue suficiente para que la Justicia ordenara la interceptación de un autobús de larga distancia con destino a Clorinda, ciudad fronteriza con Paraguay.
La intervención del autobús llevó al hallazgo no solo del teléfono de Levinas, sino también de 17 iPhones más de última generación. Dos pasajeros fueron detenidos en posesión de estos dispositivos, marcando el primer gran éxito en la desarticulación de la red criminal.
Allanamientos y el alcance de la mega-banda
El operativo del 16 de octubre fue el punto de partida para una investigación más extensa, liderada por la jueza Alejandra Provítola y la fiscal Paula Asaro. Se identificaron y arrestaron a otros 17 sospechosos, acusados de conformar una organización criminal con una estructura jerarquizada y una división clara de roles y funciones.
La semana pasada, se llevaron a cabo 34 allanamientos simultáneos. Estos resultaron en el secuestro de 1134 teléfonos celulares de diversas marcas y modelos, 200.000 dólares estadounidenses y cerca de 20.000.000 pesos argentinos. La magnitud del operativo y lo incautado evidencian la envergadura de la organización desarticulada.
La Policía Federal, en un comunicado, detalló que la megabanda se dedicaba a la sustracción, transporte y comercialización de equipos de telefonía celular, operando tanto a nivel nacional como internacional. Se destacó la colaboración entre la División Unidad Operativa Federal Formosa y detectives del Departamento Inteligencia Contra el Crimen Organizado de la PFA.
El modus operandi de la banda: Del robo a la venta internacional
La investigación judicial reveló un modus operandi en etapas: primero, el robo de los dispositivos en lugares de alta concurrencia, como Once y la zona de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Se empleaban métodos como el arrebato y el pungueo, aprovechando la cantidad de personas en esas áreas. Tras el robo, los teléfonos llegaban a diferentes domicilios y comercios donde otros integrantes los acopiaban y preparaban para su comercialización.
La etapa del ‘desbloqueo’ o ‘blanqueo’ involucraba procesos para eliminar cualquier rastreo del robo, empleando software y hardware para restablecer la configuración de los dispositivos y eliminar los registros de identidad. En algunas ocasiones, los responsables contactaban a las víctimas con engaños para obtener sus códigos o claves, eliminando así rastros de ilicitud.
Los iPhones que no se vendían en Buenos Aires y sus alrededores se enviaban a Corrientes, Chaco y Formosa mediante empresas de transporte. En este punto, la colaboración de al menos un encargado de una empresa de autobuses de larga distancia y sus conductores fue crucial para el traslado de la mercancía ilegal, ocultando los dispositivos en lugares vacíos del bus.
No se descarta que un número significativo de celulares robados hayan salido del país por pasos fronterizos ilegales, principalmente hacia Paraguay, para su posterior reintroducción como dispositivos ‘reacondicionados’.
Próximos pasos y el impacto del caso
La investigación aún continúa, con la PFA buscando a ocho integrantes de la banda que se mantienen prófugos. Las autoridades también investigan un posible vínculo con una mujer que traía teléfonos robados desde Paraguay para vender en La Salada, una gran feria informal en Lomas de Zamora. Los dos sospechosos arrestados inicialmente con el teléfono de Levinas y otros 17 iPhones ya han sido procesados con prisión preventiva.
El caso destaca la efectividad de la tecnología de geolocalización y la importancia de la denuncia y la perseverancia en la investigación de crímenes. Se estima que el rédito económico de la organización criminal superaría el millón de dólares, basándose en los bienes recuperados y el efectivo incautado. La resolución judicial de los demás imputados está pendiente.
La historia de Levinas es un ejemplo de cómo la acción ciudadana, combinada con las herramientas tecnológicas y la investigación policial eficiente, puede desarticular organizaciones criminales de gran envergadura. Este caso subraya la necesidad de mejoras en la seguridad y un trabajo conjunto entre ciudadanos y fuerzas de seguridad para combatir este tipo de delito transnacional.
La perseverancia de un periodista
La actitud de Gabriel Levinas, quien no se limitó a presentar una denuncia simple, fue crucial en el éxito de esta operación. Su seguimiento del teléfono, la entrega de información detallada y su alerta a las autoridades evidencian el rol proactivo que los ciudadanos pueden desempeñar en el esclarecimiento de los delitos y el fortalecimiento de la justicia.