En el corazón de la selva misionera, en Argentina, el Pueblo Mbya Guaraní mantiene una conexión profunda y ancestral con la naturaleza. Para ellos, el monte no es solo un lugar donde viven, sino la fuente de todo lo que necesitan: alimento, medicina, materiales para construir sus hogares y la base de su espiritualidad. Sin embargo, este equilibrio armonioso se ve amenazado por el avance del extractivismo, que pone en peligro su territorio y su forma de vida.
La vida en la Tekoa: donde el monte lo es todo
El Pueblo Mbya, que cuenta con 130 comunidades en Misiones, se organiza en aldeas llamadas “Tekoa”, donde la vida gira en torno al monte. A diferencia de la agricultura occidental, la producción de alimentos en la “Kokueí” (chacra pequeña) no busca la acumulación ni el lucro, sino el sustento de la comunidad en armonía con el entorno. El trabajo es colectivo, basado en la cooperación y el respeto por los ciclos naturales. Las semillas, cuidadosamente guardadas y transmitidas de generación en generación, garantizan la continuidad de sus cultivos tradicionales: maíz, batata, mandioca, maní, poroto, sandía y zapallo.
La selva también es su farmacia natural. Conocedores profundos de las propiedades curativas de las plantas, los Mbya utilizan una amplia variedad de hierbas para tratar enfermedades y dolencias. Este conocimiento ancestral, transmitido oralmente de padres a hijos, es fundamental para su bienestar. Sin embargo, la deforestación y el avance de monocultivos como el pino y el eucalipto amenazan la biodiversidad del monte y ponen en riesgo este saber ancestral.
El monte nos da todo lo que necesitamos, y por eso lo cuidamos, y decimos que para nosotros el monte es vida.
Esta frase del cacique Vicente Méndez, de la comunidad Chafariz, resume la filosofía de vida del Pueblo Mbya.
La resistencia frente al extractivismo
La expansión de la industria forestal y el turismo descontrolado representan una amenaza constante para las comunidades Mbya. La tala indiscriminada de árboles no solo destruye su hábitat natural, sino que también arrasa con plantas medicinales esenciales para su salud. Además, la reducción de sus territorios les dificulta el acceso a recursos vitales y pone en peligro la continuidad de sus prácticas culturales.
Comunidades como Ka’a Kupe, ubicada en el Valle del Cuña Pirú, han sufrido intrusiones y desmontes en sus tierras. El cacique Mario Borja denuncia la constante presión que sufren por parte de empresas como la forestal Carba S.A., que buscan explotar los recursos naturales sin considerar el impacto en las comunidades indígenas. “El mayor problema que tenemos es que no podemos descuidarnos ni un solo día, porque el territorio es frecuentemente asechado”, advierte Borja.
El arte de tejer la vida: la artesanía Mbya
La artesanía es otra expresión de la profunda conexión del Pueblo Mbya con la naturaleza. Utilizando materiales del monte como la takuapi (tacuara o bambú), las mujeres crean cestas, canastos y otros objetos de gran belleza y utilidad. Los tintes naturales, extraídos de cortezas, hojas y cenizas, dan color a sus creaciones, reflejando la riqueza cromática de la selva.
Anselmo, un artesano del Cuña Pirú, explica cómo obtienen los colores para sus artesanías: “Los colores se obtienen de la extracción de tinturas vegetales, como la corteza de una planta de monte llamada catiguá, o de las hojas secas de ychypo pyta, y cenizas de fumo bravo o guatambú. Esto se hierve para lograr colores como el rojo tierra o el marrón.”
Más allá de su valor estético, la artesanía Mbya representa una forma de transmitir conocimientos, preservar su cultura y generar ingresos para la comunidad. La venta de estas piezas en ferias y puestos a la vera de las rutas les permite obtener recursos económicos sin renunciar a sus principios de respeto por el medio ambiente.
Un futuro incierto: entre la tradición y la amenaza
El Pueblo Mbya Guaraní se encuentra en una encrucijada. Mientras lucha por preservar su cultura y su forma de vida ancestral, enfrenta la presión constante del extractivismo, que amenaza con destruir su territorio y su identidad. La defensa de sus derechos territoriales, el reconocimiento de su cultura y la protección del monte son cruciales para garantizar su supervivencia.
Es necesario que el Estado argentino y la sociedad en su conjunto tomen conciencia de la importancia de proteger a las comunidades indígenas y sus territorios. El futuro del Pueblo Mbya depende de nuestra capacidad para comprender que su lucha por la tierra es también una lucha por la preservación de la selva misionera, un patrimonio natural invaluable para toda la humanidad.
Apoyar sus iniciativas de desarrollo sostenible, promover el respeto por su cultura y garantizar su acceso a la educación y la salud son pasos fundamentales para construir un futuro donde la armonía con la naturaleza y la diversidad cultural sean pilares fundamentales.