El Reino Unido, cuna de la realeza y el té, esconde un secreto oscuro, un horror que se filtra desde las aulas supuestamente seguras de sus escuelas: el abuso sistemático de niños autistas en las denominadas ‘salas de calma’. Imágenes escalofriantes, obtenidas por la BBC y que nos han llegado a través de fuentes anónimas, revelan una realidad inhumana, un infierno padecido por decenas de menores indefensos en la Whitefield School de Londres. ¡Y la impunidad es, posiblemente, lo peor!
La Whitefield School: Un Paraíso Perdido
La Whitefield School, una institución con fachada de excelencia y hasta calificaciones sobresalientes, según los registros oficiales, se ha convertido en el símbolo del horror silencioso. Detrás de la reputación inmaculada, se ocultaba una pesadilla para cerca de 40 niños con dificultades de aprendizaje y severos trastornos mentales. Durante horas, sin comida ni agua, eran confinados en pequeñas habitaciones acolchadas, sin ventanas, donde eran tratados como animales. Las imágenes hablan por sí solas: niños pequeños, algunos incapaces de expresarse verbalmente, sometidos a una violencia física y psicológica sistemática, una tortura calculada y sistemáticamente llevada a cabo.
Los videos obtenidos muestran a los pequeños retorciéndose de angustia, autolesionándose, soportando situaciones que se describen como ‘tortura’ por expertos en protección de menores. Un profesor fue grabado golpeando a un alumno que lanzaba zapatos a las cámaras, evidenciando la falta de control y la respuesta brutal ante el más mínimo comportamiento ‘problemático’.
La investigación policial, por desgracia, terminó sin acusaciones. Pero, ¿qué pasó realmente? ¿Por qué, a pesar de las evidencias abrumadoras, no hubo un juicio? Los padres dicen que han vivido una farsa y están devastados por la falta de justicia y reparación.
El Silencio Complice: ¿Encubrimiento u Omisión?
La pregunta que se cierne sobre este caso es aterradora: ¿hasta qué punto llegó la complicidad? Las grabaciones de videovigilancia existieron desde 2014 hasta 2017, pero salieron a la luz solo en 2021. ¿Por qué se silenciaron durante tanto tiempo? ¿Quiénes protegieron a los abusadores? ¿Qué intereses se encontraban detrás de este silencio ominoso?
Las investigaciones internas de la escuela revelaron que seis miembros del personal habían cometido abusos, pero increíblemente, tres siguen trabajando ahí. Una asistente, responsable de revisar las imágenes, según admitió en una entrevista grabada, se ‘insensibilizó’ ante la evidencia de maltrato. ¡Insensibilidad ante la tortura de niños!
Incluso antes de estas revelaciones de la BBC, en 2017, la Ofsted (Oficina de Estándares de Educación de Reino Unido) ya había detectado el uso de estas ‘salas de calma’, pero aparentemente se hizo la vista gorda. ¡Se sabía del problema y se permitió que continuara!
Documentos filtrados y el testimonio de 17 de las 39 familias afectadas señalan que el problema era conocido por la dirección de la escuela e incluso por las autoridades locales de Waltham Forest, que alegan no saber de la existencia de las cámaras de vigilancia. Es decir, una tapadera que supera las escalas.
Las consecuencias para los niños son devastadoras. Trastorno de estrés postraumático, epilepsia desencadenada por el estrés, internaciones psiquiátricas… Las cicatrices son profundas, las consecuencias, de por vida. Los padres demandan justicia.
Más Allá de Whitefield: Una Crueldad Extendida
La Whitefield School no es un caso aislado. La investigación de la BBC desenterró otros ejemplos escalofriantes de malos tratos en escuelas del Reino Unido. En una escuela llamada Include, un niño autista fue encerrado en una JAUla, ¡una jaula!, durante seis horas sin agua ni acceso a baños.
La situación exige una profunda reflexión sobre la vulnerabilidad de los niños autistas y la necesidad de una mayor supervisión y protección en las instituciones educativas. Es urgente que se implementen mecanismos de control estrictos, transparentes y accesibles a los padres, que permitan identificar y detener este tipo de atrocidades antes de que sea demasiado tarde. El escándalo pone en duda los estándares de calidad y supervisión de la educación en Reino Unido y desvela una crueldad que no podemos permitir que se repita.
El clamor de las familias afectadas debe ser escuchado. La indignación pública debe convertirse en acción. No podemos aceptar un sistema que falla a los más indefensos, los niños vulnerables. Necesitamos respuestas, necesitamos justicia, necesitamos cambios significativos que protejan el futuro de estos niños y eviten que estos horrores vuelvan a ocurrir.
Y a ti, lector, te pregunto: ¿Qué piensas? ¿Te indignan estas imágenes tanto como a mi? ¿Crees que se hará justicia? ¿Qué medidas se deben tomar para evitar nuevos casos?