Parece que hasta en el mundo del fútbol, donde se supone que reina la camaradería y el espíritu deportivo, pueden surgir conflictos dignos de una telenovela. Y es que, a decir verdad, la anécdota que Benjamín Vicuña contó en La Noche Perfecta sobre su encontronazo con Nicolás Repetto es para el recuerdo, o mejor dicho, para que la recuerden aquellos que no se enteraron. Prepárense, porque esto tiene todos los ingredientes de un culebrón: peleas, discriminación, lágrimas y hasta un probable cameo de Marcelo Tinelli.
El Partido de los Codazos y Cabezazos
La historia comienza en una idílica chacra uruguaya, escenario que no auguraba ninguna clase de enfrentamiento, ¿o sí? La cosa es que Benjamín, según su relato, llegó con la etiqueta de “extranjero con papeles flojos” a un partido amistoso. Imaginen la escena: él, todo ilusionado, con la pelota debajo del brazo y el sueño de convertirse en el nuevo Messi, sólo que en lugar de Rosario, su origen era el sur del continente. Pero, al parecer, no todos compartieron la misma ilusión. En un partido de fútbol que de amistoso tenía poco, al menos para Benjamín.
El ambiente estaba cargado. La descripción de Vicuña nos deja a todos preguntándonos si era una partida de truco disfrazada de partido de fútbol, porque la tensión se cortaba con cuchillo. La mala onda parecía flotar en el aire cual aroma a asado mal logrado. Benjamín, ya avisado de que no caía muy bien, sintió en carne propia la fría hostilidad del equipo rival, la llamada “discriminación por ser chileno” como él mismo contó.
Y entonces llegó el momento. En medio del partido, el pequeño pero letal encontronazo entre ambos. Según Benjamín, un codazo casi accidental por su parte provocó una furiosa respuesta de Nico Repetto, un cabezazo digno de un combate de box amateur. La cosa prometía.
El Chavo del Ocho y la Lágrima del Actor
Pero lo más sorprendente no fue la pelea en sí, sino la reacción de los árbitros de dicho encuentro, que, según parece, no aplicaron el tan preciado criterio de “dos cabezas calientes, dos para afuera”. No. Sólo expulsaron a Benjamín. Y aquí viene el detalle que convierte la anécdota en algo conmovedor: el actor chileno cuenta que se sintió tan solo, tan fuera de lugar, que terminó llorando, cual chavo del ocho viendo desde la barrera.
Imaginen la escena: el actor famoso, acostumbrado a los reflectores y al glamour, con lágrimas en los ojos, recogiendo sus zapatillas y retirándose dignamente del campo de batalla (de fútbol, para ser más precisos). Un momento emotivo, por decirlo suavemente. Se ve que hay momentos en los que ni siquiera el carisma de Vicuña puede cambiar el curso de los acontecimientos futbolísticos.
En ese punto, uno se pregunta: ¿fue solo mala onda futbolística o la cosa tuvo un tinte más… discriminatorio? Benjamín deja entrever esta última opción, diciendo que era “el club del amiguismo” y que lo marginaron porque no era de la zona. Y la pregunta no está lejos, pero si lo fue Benjamín de los otros jugadores, y si la cancha fue algo más que una cancha.
Después de contar su anécdota, Benjamín le pone sal a la herida con un broche de oro: “Creo que estaba Tinelli por ahí”. La frase es una joya, un chispazo de humor negro que suma al dramatismo de la escena. Imaginen: un amistoso de fútbol, una pelea, un chileno llorando, y Marcelo Tinelli observando desde la platea. Ni el programa más bizarro lo superaría.
Un Final Agridulce
Más allá del humor y el drama, la anécdota de Benjamín y Nicolás es una muestra de que, al final, todos podemos ser víctimas de algún que otro malentendido en la vida. Y qué mejor manera de cerrar esa etapa que con un toque de buen humor, de reconciliación, demostrando que, a pesar de todo, él y Nicolás ahora se ríen de la situación. Pero queda la pregunta en el aire: ¿fue sólo mala leche deportiva o una dosis extra de prejuicios xenófobos?
La historia de Benjamín Vicuña y Nicolás Repetto podría ser un capítulo de una película de humor negro sobre el fútbol y la integración, demostrando que la cancha, a veces, puede ser más que sólo un espacio para patear una pelota. Este cuento con finales felices puede generar debates entre lectores, haciendo que muchos recuerden sus propias experiencias.
Después de todo, como diría el gran filósofo del fútbol, el mismo Benjamín Vicuña: “Quedé como el Chavo del Ocho mirando así un ratito largo…” Una frase que resume a la perfección la mezcla de humor, tristeza, y algo de discriminación en la historia de este emocionante partido amistoso en Uruguay.