Argentina, tradicionalmente dependiente de las exportaciones agrícolas para su ingreso de divisas, está experimentando una transformación económica gracias al auge de Vaca Muerta, el yacimiento de hidrocarburos no convencionales ubicado en la provincia de Neuquén. Este gigantesco reservorio de petróleo y gas está generando un nuevo “maná”, no del cielo, sino del subsuelo, con el potencial de revolucionar la economía argentina y diversificar sus fuentes de dólares.
De la dependencia agrícola a la diversificación energética
Por décadas, la economía argentina ha estado fuertemente ligada a las fluctuaciones de los precios de los commodities agrícolas, principalmente soja. Las cosechas abundantes traían un flujo de divisas, mientras que las sequías o las bajas en los precios internacionales generaban importantes problemas cambiarios. Esta dependencia cíclica creaba una gran volatilidad en la cuenta cambiaria, haciendo difícil la planificación económica a largo plazo.
La explotaci
ón de Vaca Muerta está cambiando esta dinámica. La producción de petróleo y gas, en particular el gas no convencional, se ha incrementado drásticamente en los últimos años, convirtiéndose en una fuente de ingresos cada vez más significativa para el país.
El superávit comercial energético refleja esta realidad. Entre enero y septiembre de 2024, este superávit alcanzó los US$ 3.709 millones, y las proyecciones apuntan a un crecimiento exponencial en los próximos años. Un informe de Econviews estima que para 2030, las exportaciones de energía contribuirán con aproximadamente US$ 30.000 millones anuales a la balanza comercial, una cifra que podría superar significativamente las exportaciones agrícolas en un futuro cercano.
El potencial de Vaca Muerta: Más allá de las cifras
Las cifras son impresionantes, pero el impacto de Vaca Muerta va más allá de los números. La explotación de este yacimiento está generando miles de empleos, impulsando el desarrollo de infraestructura en la región de Neuquén, y atrayendo inversiones internacionales. Este efecto multiplicador se extiende a otras industrias relacionadas, contribuyendo al crecimiento económico general del país.
Además, la producción energética en Vaca Muerta presenta una característica crucial: reduce la estacionalidad de la entrada de divisas. A diferencia de las exportaciones agrícolas, dependientes de las cosechas, la producción de petróleo y gas es mucho más estable, lo que genera mayor previsibilidad en la cuenta cambiaria. Esto es clave para estabilizar la economía y planificar políticas a largo plazo.
El acuerdo para exportar gas a Brasil, por ejemplo, es un ejemplo de este nuevo dinamismo. Este acuerdo no solo implica un importante ingreso de divisas, sino que consolida el posicionamiento de Argentina como un actor clave en el mercado energético regional. Las proyecciones indican que las exportaciones de gas a Brasil comenzarán en los próximos años, alcanzando un volumen inicial de 3 millones de metros cúbicos diarios.
Desafíos y oportunidades
A pesar del innegable potencial de Vaca Muerta, existen importantes desafíos que superar. Uno de ellos es la falta de infraestructura necesaria para transportar el gas y el petróleo a los centros de consumo y exportación. La construcción del Gasoducto Néstor Kirchner (actualmente llamado Gasoducto Perito Moreno) es fundamental para solucionar este problema y maximizar la capacidad exportadora del país.
Otro desafío es la necesidad de garantizar un marco regulatorio estable y atractivo para las inversiones internacionales. La política energética del país debe ser consistente y transparente para asegurar la llegada de capitales y el desarrollo del yacimiento en forma sostenible. Es vital incentivar la inversión en infraestructura, investigación y tecnología para potenciar el sector.
En este escenario, las exportaciones de energía de Vaca Muerta están preparadas para un crecimiento exponencial en los próximos años, principalmente impulsadas por el aumento de la demanda a nivel global. El creciente interés de países como India en el GNL (gas natural licuado) genera un mercado global amplio y en expansión.
En conclusión, Vaca Muerta no es solo un yacimiento de hidrocarburos; es un motor de desarrollo económico que tiene el potencial de transformar la economía argentina. Al diversificar las fuentes de ingresos en divisas y mitigar la histórica dependencia de la agricultura, este “maná” del subsuelo promete estabilizar la economía y sentar las bases para un crecimiento económico más sólido y sostenible.
Proyecciones a futuro
Expertos en energía prevén un superávit comercial energético cada vez más grande en los próximos años. Daniel Gerold, de G&G Energy Consultants, estima un superávit de US$ 4.200 millones para 2024 y de US$ 8.000 millones para 2025. Daniel Dreizzen, de Aleph Energy, es aún más optimista, proyectando un incremento de casi US$ 5.000 millones anuales hasta 2030, cuando el superávit superaría los US$ 30.000 millones.
Si bien el superávit comercial energético actual es modesto en términos absolutos, su importancia reside en su capacidad para diversificar las fuentes de divisas, reducir la estacionalidad de la oferta y contribuir a un flujo más estable en el mercado cambiario, reduciendo la volatilidad e impulsando la estabilidad económica a largo plazo.
Desde Empiria Consultores, Nicolás Gadano destaca que el resultado positivo del sector energético es estructural, no coyuntural, con aportes de divisas sistemáticos y crecientes, lo que sugiere que esta tendencia positiva se consolidará en los próximos años.