El río Paraná, con su caudal imponente y sus aguas turbias, fue escenario de una tragedia que conmocionó al país. El sargento Sebastián Romero, de 40 años, perdió la vida durante un ejercicio militar de rutina, tras caer de un bote neumático y ser arrastrado por la corriente. Su cuerpo fue hallado sin vida luego de una intensa búsqueda que duró cuatro días, dejando un vacío irreparable en su familia y compañeros, y abriendo interrogantes sobre las medidas de seguridad en las prácticas militares.
Cronología de una tragedia evitable
El miércoles por la noche, durante el ejercicio “Operación Soberanía”, una embarcación neumática con ocho soldados a bordo colisionó con un obstáculo sumergido en el río Paraná, cerca de la ciudad de Santa Fe. La violencia del impacto provocó que todos los ocupantes cayeran al agua. Siete de ellos lograron ser rescatados rápidamente, pero el sargento Romero no corrió la misma suerte.
De inmediato, se desplegó un operativo de búsqueda a gran escala, encabezado por la Prefectura Naval Argentina, con la colaboración del Ejército y la Armada. Buzos tácticos, embarcaciones de superficie y aeronaves rastrearon la zona durante días, con la esperanza de encontrar al sargento con vida.
El jueves, la esperanza se desvaneció con el hallazgo de una mochila y una boina pertenecientes a Romero en la orilla del río. El comandante de Adiestramiento y Alistamiento del Ejército, Oscar Zarich, confirmó que los objetos encontrados pertenecían al sargento desaparecido, intensificando la búsqueda en la zona del hallazgo.
Finalmente, el sábado por la mañana, el cuerpo sin vida de Sebastián Romero fue encontrado a 1500 metros río abajo del lugar del accidente. El Ejército Argentino confirmó la trágica noticia a través de un comunicado oficial, expresando sus condolencias a la familia y camaradas del sargento.
La polémica por la falta de salvavidas
Horas después del hallazgo del cuerpo, el comandante de Despliegue Rápido, Sergio Jurczkyk, confirmó que el sargento Romero no llevaba puesto el chaleco salvavidas al momento del accidente. Esta revelación generó una fuerte polémica y puso en tela de juicio los protocolos de seguridad del Ejército Argentino.
Según las regulaciones militares, el uso de chalecos salvavidas es obligatorio en todas las actividades acuáticas. La falta de este elemento de seguridad en el caso del sargento Romero plantea interrogantes sobre si se cumplieron los protocolos establecidos y si hubo negligencia por parte de los responsables del ejercicio.
Las autoridades militares han iniciado una investigación interna para determinar las circunstancias exactas del accidente y deslindar responsabilidades. La justicia también interviene en el caso, a cargo de la Unidad Fiscal Federal de Santa Fe, para esclarecer si existió algún tipo de delito culposo.
Ejercicios militares: ¿seguridad o riesgo?
La muerte del sargento Romero ha reabierto el debate sobre la seguridad en los ejercicios militares. Si bien estas prácticas son fundamentales para el entrenamiento y la preparación de las fuerzas armadas, es crucial que se realicen con las máximas garantías de seguridad para evitar tragedias como la ocurrida en el río Paraná.
Expertos en seguridad militar señalan la importancia de contar con protocolos rigurosos, equipos de protección adecuados y personal capacitado para la supervisión de las actividades. Además, se destaca la necesidad de realizar evaluaciones de riesgo previas a cada ejercicio, para identificar posibles peligros y tomar las medidas preventivas necesarias.
El caso del sargento Romero no es un hecho aislado. En los últimos años, se han registrado otros accidentes en ejercicios militares que han resultado en lesiones graves o incluso la muerte de personal. Estas tragedias evidencian la necesidad de una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad y la implementación de medidas más estrictas para proteger la vida de los soldados.
Más allá de las responsabilidades individuales que puedan determinarse en la investigación, la muerte del sargento Romero debe servir como una llamada de atención para las autoridades militares y políticas. Es fundamental que se garantice la seguridad en los ejercicios militares, para que la preparación de las fuerzas armadas no implique un riesgo innecesario para la vida de los soldados.
Un héroe silencioso
Sebastián Romero, más allá de su rol como sargento del Ejército, era un hombre de familia, un padre y un amigo. Su muerte deja un vacío profundo en quienes lo conocieron y compartieron su vida. Sus compañeros lo recuerdan con cariño, destacando su profesionalismo, su compromiso con la fuerza y su calidad humana.
En las redes sociales, se multiplicaron los mensajes de condolencias y apoyo a la familia del sargento Romero. Muchos usuarios lo describieron como un “héroe silencioso”, que dedicó su vida al servicio del país. Su sacrificio no debe ser olvidado y su memoria debe servir como un recordatorio de la importancia de valorar y proteger la vida de quienes arriesgan la suya por la seguridad de todos.