El Senado argentino se encuentra en un estado de virtual parálisis. Con el fin del período de sesiones ordinarias, la actividad legislativa quedó suspendida, a la espera de una eventual convocatoria a sesiones extraordinarias por parte del Presidente Javier Milei. Esta situación ha generado un intenso debate sobre el rol del poder legislativo y el equilibrio de poderes en el contexto político actual.
El fin de las sesiones ordinarias y la incertidumbre
El jueves pasado, el intento de llevar adelante una última sesión de consenso en el Senado fracasó. Las desconfianzas, tanto internas como externas, llevaron a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y a sus aliados a decidir no abrir el recinto. Esta decisión dejó en claro que el poder legislativo, al menos en lo inmediato, se encuentra a la espera de las directrices del Poder Ejecutivo.
Desde el oficialismo se plantearon dos razones principales para esta decisión. En primer lugar, se temía que el kirchnerismo pudiera bloquear el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 846, que permite al gobierno realizar canjes de deuda en pesos sin la aprobación del Congreso. Aunque el Frente de Todos contaba con una mayoría en el Senado, su solidez no era suficiente para garantizar la aprobación del DNU.
En segundo lugar, se mencionó la posibilidad de un intento sorpresivo de votación del pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema de Justicia. El kirchnerismo buscaba que la segunda vacante en la Corte fuera ocupada por una mujer, favoreciendo la postulación de la exsenadora María de los Ángeles Sacnun. Se temía que el oficialismo intentara aprobar solo el pliego de Lijo, dejando de lado el de García Mansilla.
Las consecuencias de la parálisis legislativa
La falta de sesiones en el Senado se extiende desde septiembre, reflejando la creciente polarización política y la dificultad para alcanzar consensos. Esta parálisis genera incertidumbre sobre el futuro de numerosos proyectos de ley pendientes, muchos de los cuales son de vital importancia para la sociedad.
Entre las iniciativas detenidas destacan aquellas con media sanción, que podrían perder estado parlamentario si no son tratadas a tiempo. Otros proyectos abordan temas sociales cruciales, como la regulación de la actividad de asistentes terapéuticos, la Ley Nicolás sobre la calidad de la atención sanitaria, y la ley de detección temprana del abuso sexual infantil. Estos temas esperan una respuesta legislativa.
La situación genera un debate central en torno al poder legislativo como control y contrapeso al Ejecutivo. La suspensión de sesiones deja al Senado a merced del gobierno y sus decisiones. Cualquier iniciativa depende ahora de la decisión de Milei de llamar a sesiones extraordinarias y de la inclusión de esos proyectos en el temario de dichas sesiones.
La iniciativa de Edith Terenzi, senadora del bloque federal de Chubut, refleja la preocupación de los legisladores por este estado de situación. Su pedido de sesión especial para debatir los temas sociales pendientes muestra el esfuerzo por mantener un espacio para el debate legislativo, aun en un contexto de estancamiento institucional.
El futuro del Senado y el equilibrio de poderes
La expectativa ahora se centra en la decisión de Javier Milei sobre la convocatoria a sesiones extraordinarias. Solo el Presidente puede determinar qué proyectos se tratarán y, por lo tanto, qué temas serán considerados como prioritarios para el gobierno.
Esta situación genera interrogantes sobre la capacidad del Senado para cumplir con su rol de control y equilibrio de poderes. La dependencia de la voluntad del Poder Ejecutivo plantea la preocupación sobre la vigencia efectiva de la institucionalidad democrática. El debate sobre cómo debe funcionar este equilibrio en la dinámica del actual gobierno es un tema pendiente para la sociedad argentina.
El desafío para el futuro reside en encontrar mecanismos que permitan una actividad legislativa fluida y efectiva, aún en un contexto de alta polarización política. La posibilidad de que temas cruciales se retrasen o pierdan estado parlamentario debe ser contemplada por todos los actores políticos. Para ello es necesario el diálogo y el consenso, el trabajo para resolver las tensiones internas y externas dentro del Senado, y la voluntad de encontrar puntos de acuerdo para sacar adelante las propuestas que sean de real interés para los ciudadanos.
La decisión de no abrir el recinto y la parálisis actual del Senado revelan la complejidad del escenario político argentino. Se abre el debate sobre las posibilidades del diálogo y la cooperación entre los diferentes sectores políticos en un contexto dominado por una fuerte polarización.