La crisis salarial que atraviesa el sector docente universitario en Argentina está generando un éxodo masivo hacia el sector privado. Docentes altamente capacitados están dejando sus cargos en universidades públicas, ante la imposibilidad de subsistir con los salarios actuales, erosionados por la inflación.
Salarios insuficientes y la creciente brecha
Según datos oficiales del INDEC, la inflación interanual en noviembre de 2023 superó el 160%, mientras que el aumento salarial para los docentes universitarios alcanzó apenas el 102%. Esta diferencia abismal ha dejado a la gran mayoría de los profesores por debajo de la línea de pobreza, e incluso un porcentaje significativo en situación de indigencia. La situación resulta insostenible para quienes deben afrontar los costos de vida en un país con índices inflacionarios tan altos.
El profesor Leonardo Marengo, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), describe una situación cada vez más crítica. “Me conviene cada vez menos trabajar en la universidad”, afirma. “Las opciones del sector privado se vuelven más atractivas en cuanto a horas de trabajo y salario, incluyendo la tan mentada “gratificación emocional” que escasea en el actual contexto universitario.”
Marengo explica la falta de tiempo para preparar clases, la escasez de recursos para la formación continua y la fatiga que este contexto genera en la labor docente. Él considera que se está produciendo un deterioro significativo en la calidad de la educación universitaria a largo plazo, ante la dificultad de transmitir entusiasmo a los estudiantes cuando los propios docentes están lidiando con una situación límite.
No es solo el salario en sí mismo. La falta de apoyo y recursos afecta la tarea de los profesores que imparten materias en las casas de altos estudios, quienes ven su tiempo absorbido por tareas adicionales que no son retribuidas económicamente.
El profesor Franco Luque, de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (Famaf), coincide con este análisis. “Antes, mi trabajo era 100% en la universidad, pero ya hace tres años que no es así”, comparte. Luque decidió complementar sus ingresos con trabajo en el sector privado, dejando de lado tareas de investigación vitales para la formación del futuro profesional argentino.
Luque advierte sobre el peligro del éxodo masivo de docentes. “Que se vayan algunos está bien, pero que lo hagan todos y que no quede nadie para formar a la gente, está mal”, afirma. Señala la creciente carga laboral debido a la disminución del personal docente y el consiguiente aumento de alumnos por clase. Corrección de exámenes, preparación de clases y otras tareas acaparan tiempo que podría ser destinado a actividades en el sector privado.
Para Luque, los ingresos de un docente universitario en Argentina no le permiten vivir exclusivamente de su profesión. Esta situación, sumada a la falta de motivación provocada por las condiciones laborales, contribuye al abandono masivo, dejando las aulas cada vez más superpobladas y con menos profesionales cualificados a su cargo.
El impacto de la crisis en la calidad educativa
La situación de los docentes no solo afecta sus ingresos, sino que tiene un impacto directo en la calidad de la educación universitaria argentina. La falta de recursos, la sobrecarga laboral y la desmotivación de los profesores crean un círculo vicioso que perjudica la formación de los estudiantes. El profesor Arturo Moya, docente en varias instituciones públicas y privadas, enfatiza este punto: “El rol del docente no termina en el aula.”
Moya, quien lleva casi 40 años dedicado a la docencia, reconoce que actualmente finaliza el mes endeudado, a diferencia de años anteriores. El mantenimiento del rol docente implica la participación en actividades de extensión e investigación, además de una capacitación constante. Esos costos son absorbidos por el propio docente, debido a la falta de recursos e incentivos por parte del Estado.
Moya se suma a la necesidad de crear un observatorio de una Canasta Básica Docente, para incluir ítems como el acceso a materiales educativos, participación en congresos y capacitaciones. Este índice, que existe en otros países latinoamericanos, permitiría tener un parámetro concreto para ajustar los salarios de los educadores.
Moya concluye que la situación para los jóvenes docentes es particularmente desalentadora, augurando un gran éxodo y un descenso en el capital humano universitario en el futuro cercano. La fuga de talentos impacta a una Argentina históricamente caracterizada por la alta calidad de su sistema universitario.
La respuesta del Gobierno y la realidad docente
Ante las protestas docentes, el Gobierno argentino emitió un comunicado afirmando que no existe pobreza entre los docentes universitarios, basándose en el salario de docentes con dedicación exclusiva y máxima antigüedad, una minoría que no refleja la situación de la gran mayoría.
Esta afirmación, lejos de calmar las aguas, generó mayor malestar en el sector docente, que reclama por una actualización salarial acorde con la inflación y el costo de vida, así como un aumento de recursos para la educación pública. El futuro de la educación superior argentina se encuentra en un punto crítico, en gran parte determinado por la situación de sus docentes.