¡Indignante! José Luis Espert, el autoproclamado defensor de la libertad y la austeridad, nos ha dado una nueva muestra de su cinismo. En una visita al Hospital Enrique Erill de Escobar, el diputado hizo una “generosa” donación que ha dejado a todos boquiabiertos: ¡30 pañales! Sí, leyeron bien, treinta pañales para un hospital que atiende a miles de personas. ¿Es una broma de mal gusto o una muestra más de la desconexión de la élite política con la realidad del pueblo?
Un gesto que indigna más que ayuda
La noticia de la donación, o mejor dicho, de la limosna de Espert, corrió como reguero de pólvora en las redes sociales. La cuenta oficial de los hospitales bonaerenses, en un intento por quedar bien con el diputado o quizás por puro sarcasmo, agradeció la “donación”, que según ellos “se suma a los 760 mil que mensualmente se adquieren”. ¡Qué cinismo! ¿Acaso creen que 30 pañales hacen alguna diferencia en un hospital público que se cae a pedazos?
La indignación no se hizo esperar. Usuarios de redes sociales, medios de comunicación y hasta el propio personal del hospital expresaron su repudio ante la miseria del gesto de Espert. Deonisio Armando Sguiglia, presidente de la Cooperadora del Hospital Erill, calificó la donación como “vergonzosa”, mientras que el director del hospital, Ariel Folchi, no pudo ocultar su sorpresa: “No lo podía creer. Insólito”, declaró.
Espert y el teatro de la solidaridad
Pero lo más escandaloso de todo es la respuesta del entorno de Espert. En un comunicado, negaron la donación y acusaron a la cooperadora del hospital de haber emitido una constancia “errónea”. ¡Qué caraduras! ¿Acaso creen que somos estúpidos? Hay fotos, hay testigos, hay un documento firmado. ¿Pretenden hacernos creer que todo es un invento?
Lo cierto es que este episodio no es un hecho aislado. Espert, como muchos otros políticos, utiliza la solidaridad como una herramienta de marketing para mejorar su imagen pública. Se pasean por hospitales y escuelas, se sacan fotos con la gente, hacen pequeñas donaciones que no solucionan nada y luego se van con la conciencia tranquila, creyendo que han cumplido con su deber.
Pero la gente no es tonta. Ya estamos cansados de los políticos que solo buscan la foto y el titular. Queremos soluciones reales, no migajas. Queremos hospitales bien equipados, escuelas con recursos, un país donde la salud y la educación sean un derecho, no un privilegio.
Mientras tanto, Espert seguirá con su circo mediático, pregonando la libertad y la austeridad mientras se llena los bolsillos con la plata del pueblo. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando esta farsa?
¿Austeridad o mezquindad?
La polémica donación de Espert no solo pone en evidencia su falta de solidaridad, sino también su incongruencia ideológica. Si tanto pregona la austeridad, ¿por qué no empieza por donar una parte de su sueldo o de sus privilegios como diputado? ¿Por qué no recorta los gastos superfluos del Estado en lugar de hacer recortes en áreas esenciales como la salud y la educación?
La austeridad no debe ser sinónimo de mezquindad. Un Estado austero es aquel que gestiona los recursos de manera eficiente, eliminando el despilfarro y la corrupción, pero garantizando al mismo tiempo los derechos básicos de la ciudadanía. La donación de Espert, más que un acto de austeridad, es una muestra de desprecio por las necesidades de la gente.
Es hora de que los políticos dejen de lado la hipocresía y se comprometan con la construcción de un país más justo e igualitario. Basta de gestos vacíos y de marketing político. El pueblo necesita soluciones, no limosnas.
La verdadera austeridad comienza por casa, señor Espert. Empiece por predicar con el ejemplo y luego veremos si sus discursos tienen alguna credibilidad.
¿Será que la próxima vez Espert donará un paquete completo de pañales o seguirá regateando la solidaridad?