La Rioja se estremece. Un caso escalofriante que recuerda la tragedia de Lucio Dupuy sacude a la provincia: la pequeña Zoe Córdoba, de apenas cuatro años, fue brutalmente asesinada. Golpeada hasta quedar inconsciente, fue luego quemada viva. Un crimen atroz que ha conmocionado al país y que ahora llega a su fin con un pedido de perpetua para la madre y un pastor evangélico.
El Horror de Zoe: Un Crimen que Helará la Sangre
Tres años después del brutal crimen, el juicio se acerca a su fin. Los acusados, Julieta Jimena Córdoba, madre de Zoe, y Andrés Regino Bustamante, un pastor evangélico con quien mantenía una oscura relación, esperan en prisión una condena que, según el fiscal Luis González Aguirre, debería ser la máxima: cadena perpetua para ambos.
La investigación destapó un infierno: una brutal golpiza que le provocó a la inocente Zoe fracturas en el cráneo, un brazo, la mandíbula y las costillas. Un martirio que se selló con la decisión de incinerar su pequeño cuerpo para ocultar las huellas del espanto. El fuego, testigo silencioso de la maldad humana, sólo confirmó la muerte de la niña por asfixia e inconmensurables quemaduras.
Las imágenes del juicio son devastadoras. Los detalles gráficos de la autopsia, los testimonios desgarradores de los profesionales que atendieron el caso y la descripción del lugar del crimen dibujan un cuadro de horror que dejará cicatrices en la sociedad.
Un Pastor, una Madre y la Perpetua que se acerca
Bustamante, el pastor, está acusado de “homicidio agravado por alevosía, por mediar violencia de género, y criminis causa”. Córdoba, la madre, enfrenta cargos por “homicidio agravado por el vínculo, por alevosía y criminis causa”. ¿Cuánta maldad se esconde detrás de esas acusaciones?
Pero el juicio no solo expuso la brutalidad del crimen, sino también la naturaleza retorcida del vínculo entre la madre y el pastor. Una relación “utilitaria”, según algunos testigos, basada en dinero y sexo. ¿Pudo esta dependencia económica de la madre haber sido un factor que facilitó la tragedia? ¿Un cóctel explosivo de necesidad, crueldad religiosa y perversión?
Los peritos psicológicos han descrito a Bustamante como un individuo con rasgos psicopáticos, utilizando su fe religiosa para justificar sus aberrantes actos. El ‘Chato’, como se lo conoce, se autopercibe como un mártir. ¿Será esta la máscara de un monstruo? ¿Qué tan enraizada en la fe está su justificación del homicidio, y qué grado de participación tuvo realmente?
Más Allá de la Perpetua: La Pregunta que Nos Acosa
La petición de cadena perpetua es una exigencia de justicia que, esperemos, se concrete. Sin embargo, ¿servirá esto para sanar las heridas, para evitar que otros Zoe sean víctimas de la barbarie?
El caso de Zoe es un grito de auxilio. Un llamado a la reflexión sobre la violencia infantil, la fragilidad del sistema de protección de menores y la necesidad de fortalecer las redes de apoyo a las familias en situaciones de riesgo. Mientras el juicio llega a su fin, y los alegatos se aproximan, una pregunta ensombrece los terribles hechos: ¿Se hizo lo suficiente para proteger a Zoe?
Los testimonios, en este sombrío panorama, dibujan un cuadro multifacético. Mientras algunos testigos destacan la aparente relación afectiva entre Zoe y su madre, otros describen una atmósfera desfavorable. ¿Falló el sistema? ¿No se vieron las señales de alerta?
La trabajadora social que describió el entorno desfavorable para la niña. La docente que recordaba a Zoe como dulce y feliz, ignorante del calvario que sufría en casa. ¿Cómo pudieron pasar por alto las señales, y cómo podemos asegurar que no vuelvan a ocurrir tragedias como la de Zoe?
Este caso es más que un juicio, es un espejo. Un reflejo de una sociedad que debe despertar. La justicia debe actuar con firmeza para que la memoria de Zoe se convierta en un cambio profundo. Un cambio que evite futuras Zoe que sufran este dolor tan profundo.
El pedido de Perpetua: ¿Justicia o un simple consuelo?
El pedido de perpetua es un paso necesario, crucial para la búsqueda de justicia. Pero más allá de la condena, la sociedad debe exigir una profunda reforma en el sistema de protección de menores para que hechos como el crimen de Zoe no se repitan. ¿Será la perpetua suficiente para aplacar la indignación colectiva? ¿O es tan solo un paliativo ante una realidad aterradora que exige mucho más?