La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha emitido una nueva y contundente advertencia: cero pantallas para niños menores de seis años. Esta recomendación, respaldada por una creciente evidencia científica, subraya el impacto negativo que la exposición temprana a dispositivos digitales puede tener en el neurodesarrollo infantil. El uso excesivo de pantallas se asocia con problemas de sueño, dificultades de atención, retrasos en el lenguaje, obesidad y un mayor riesgo de problemas cardiovasculares.
El impacto de las pantallas en el cerebro en desarrollo
Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo del cerebro. Durante esta etapa, las conexiones neuronales se forman a un ritmo acelerado, sentando las bases para las habilidades cognitivas, emocionales y sociales futuras. La interacción con el mundo real, a través del juego, la exploración y la interacción social cara a cara, proporciona los estímulos necesarios para un desarrollo cerebral saludable. Las pantallas, por el contrario, ofrecen una experiencia pasiva y bidimensional que puede interferir con este proceso. La sobreestimulación visual y auditiva que producen las pantallas puede sobrecargar el sistema nervioso en desarrollo, dificultando la capacidad del niño para regular sus emociones y concentrarse.
El cerebro de un niño pequeño no está preparado para procesar la rápida sucesión de imágenes y sonidos que caracteriza a los dispositivos digitales. Esta sobreestimulación puede generar estrés y afectar negativamente la calidad del sueño, fundamental para la consolidación de la memoria y el aprendizaje. Además, la luz azul emitida por las pantallas interfiere con la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño.
La interacción con pantallas también reduce el tiempo dedicado a actividades esenciales para el desarrollo, como el juego al aire libre, la lectura y la interacción social. El juego simbólico, por ejemplo, permite a los niños desarrollar la creatividad, la imaginación y la capacidad de resolver problemas. La interacción social cara a cara es crucial para el desarrollo del lenguaje, la empatía y las habilidades sociales.
Recomendaciones de la AEP: Una guía para padres
Conscientes de la necesidad de orientar a las familias, la AEP ha establecido recomendaciones claras sobre el uso de pantallas en niños y adolescentes:
- 0-6 años: Cero pantallas, excepto para videollamadas cortas con supervisión adulta.
- 7-12 años: Menos de una hora al día, priorizando actividades al aire libre y la interacción social.
- 13-16 años: Menos de dos horas al día, con control parental y evitando el uso de dispositivos en el dormitorio.
Estas recomendaciones no se limitan al tiempo de exposición, sino que también enfatizan la importancia de la calidad del contenido y la supervisión adulta. Se aconseja priorizar contenidos educativos y evitar la exposición a violencia, publicidad inapropiada y contenidos sexualmente explícitos. La supervisión adulta es fundamental para guiar a los niños en el uso responsable de la tecnología y para fomentar un equilibrio entre el mundo digital y el mundo real.
Más allá del tiempo: Calidad del contenido y supervisión adulta
Es crucial comprender que no se trata solo de la cantidad de tiempo frente a la pantalla, sino también de la calidad del contenido al que los niños están expuestos. Programas educativos, interactivos y apropiados para su edad pueden ser beneficiosos, mientras que la exposición excesiva a contenido violento, publicitario o inapropiado puede ser perjudicial. La clave reside en el equilibrio y la selección consciente de lo que ven nuestros hijos.
La supervisión parental no se limita a controlar el tiempo de uso, sino que implica también participar activamente en la experiencia digital de los niños. Compartir tiempo con ellos mientras utilizan dispositivos, conversar sobre lo que ven, y enseñarles a navegar de forma segura por internet son aspectos fundamentales de la mediación parental.
Es importante establecer rutinas y límites claros en el hogar. Crear espacios libres de tecnología, como la hora de la comida o el dormitorio, fomenta la interacción familiar y el descanso adecuado. El ejemplo que los padres dan con su propio uso de la tecnología también es crucial. Los niños aprenden por imitación, por lo que es importante que los adultos modelen un uso responsable y equilibrado de los dispositivos digitales.
Un llamado a la acción: Responsabilidad compartida
La AEP no solo dirige sus recomendaciones a las familias, sino que también hace un llamado a las autoridades y al sistema educativo para que se impliquen en la lucha contra el uso excesivo de pantallas. Declarar este problema como un asunto de salud pública permitiría implementar políticas y programas que promuevan un uso responsable de la tecnología en todos los ámbitos de la vida infantil.
Es fundamental que las escuelas promuevan un uso pedagógico y responsable de la tecnología, integrando las herramientas digitales de forma que complementen, y no sustituyan, la interacción humana y el aprendizaje activo. La formación de docentes en el uso de nuevas tecnologías es esencial para garantizar que las pantallas se utilicen de manera efectiva en el aula.
La responsabilidad de proteger a los niños del uso excesivo de pantallas es compartida. Familias, educadores, autoridades y la sociedad en su conjunto deben trabajar en la creación de entornos que prioricen el desarrollo integral de los niños y que promuevan un uso equilibrado y responsable de la tecnología.