La transición de gobierno en Uruguay, tras el triunfo de Yamandú Orsi del Frente Amplio (FA), presenta una dinámica interesante. Mientras la ceremonia de traspaso de mando con el presidente Lacalle Pou se realiza de forma protocolar, la conformación de la mayoría parlamentaria para el FA avanza con mayor rapidez. Este panorama político incide directamente en el principal desafío económico que enfrenta Orsi: reactivar el crecimiento del país.
El Frente Amplio busca la mayoría parlamentaria
Dos días después del balotaje, señales desde el partido Cabildo Abierto (CA) apuntan a una posible alianza con Orsi. El diputado electo Álvaro Perrone, con un vínculo cercano a Orsi, manifestó su voluntad de colaboración, destacando puntos de encuentro en propuestas para la seguridad, la pobreza infantil y la situación de los asentamientos. Esta postura, junto a las declaraciones de Raúl Lozano, presidente de CA, indicando que no se manejan en bloque con la coalición de gobierno, alimenta las expectativas del FA de obtener la mayoría en la Cámara de Diputados.
Con 17 bancas en el Senado contra 14 de la oposición, el FA solo requiere alcanzar la mayoría en Diputados para controlar ambas cámaras. Si bien la Coalición actualmente tiene 49 bancas frente a las 48 del FA, las declaraciones de Perrone y Lozano sugieren una mayor flexibilidad de CA para negociaciones proyecto a proyecto, favoreciendo al Frente Amplio por sobre otras fuerzas políticas de menor influencia, como la de Gustavo Salle.
La posibilidad de obtener una mayoría parlamentaria otorga a Orsi un margen de maniobra significativo para llevar adelante su agenda de reformas. Sin embargo, la situación económica del país plantea un reto considerable.
El desafío de la economía uruguaya: crecimiento sin inflación
La economía uruguaya se caracteriza por su estabilidad, pero presenta un estancamiento en el crecimiento. Según datos de The Economist, desde 2014, el ingreso per cápita solo ha aumentado un 7%, y la desigualdad, que venía reduciéndose, ha mostrado un ligero incremento. Esta situación presenta una paradoja: una economía estable, pero sin la dinámica necesaria para un desarrollo social y económico sostenible.
Lucía Topolansky, en una comparación políticamente cargada, señaló el crecimiento del 100% en el salario mínimo durante los 15 años de gobierno del FA, contra el 13% de crecimiento desde el retorno de la democracia bajo el gobierno de la coalición. Esta comparación, aunque sujeta a debate, refleja la polarización política y la necesidad de Orsi de abordar el tema del crecimiento económico con argumentos concretos.
Ignacio Munyo, director del CERES, destaca el dilema entre estabilidad económica y la necesidad de reformas que impulsen el crecimiento. La actual situación de Uruguay, considera Munyo, es que el país se ha encarecido para el mercado internacional dificultando la atracción de inversiones, elemento vital para un impulso económico. La solución planteada por Orsi, discutir incentivos fiscales y regímenes de exoneraciones, conlleva un riesgo y un beneficio: la posibilidad de dinamizar la economía pero con el riesgo de incrementar la deuda pública.
Según Munyo, el crecimiento de Uruguay se encuentra históricamente vinculado a factores externos como los precios internacionales de la carne y la soja, las tasas de interés internacionales y la situación económica en Argentina, su principal socio comercial. Si bien la estabilidad política es un factor positivo, no es suficiente para garantizar un crecimiento económico sostenible. El actual nivel del gasto público también limita el margen de maniobra económica, por lo que su gestión será fundamental.
Orsi enfrentará el reto de conciliar la necesidad de mantener la estabilidad macroeconómica con la de impulsar el crecimiento, un desafío complejo que requiere de medidas políticas y económicas precisas. La presión social por mejorar la calidad de vida y la demanda de mayor inversión extranjera exigen estrategias audaces y bien planificadas. El próximo ministro de economía, Gabriel Oddone, tendrá la misión de encontrar ese delicado equilibrio.
El nuevo gobierno y las negociaciones políticas
La formación del nuevo gabinete de Orsi y las alianzas políticas que construya en el Parlamento serán fundamentales para concretar sus propuestas de gobierno. La posibilidad de una alianza con Cabildo Abierto, aunque aún incierta, abre un camino para obtener la mayoría parlamentaria y facilitar la aprobación de leyes clave para su programa de gobierno. Sin embargo, también existe un sector del Frente Amplio con posiciones más críticas al desarrollo económico que no están a favor de los regímenes de exoneraciones a las empresas.
Orsi, consciente de estos desafíos, se ha enfocado en construir un equipo económico sólido y establecer una agenda de prioridades claras. La reunión con Lacalle Pou el miércoles, si bien un encuentro protocolario, permitirá una primera evaluación de la situación política y las posibilidades de colaboración entre los dos gobiernos. La transición política deberá incluir las negociaciones con el partido Cabildo Abierto para garantizar los apoyos legislativos para las reformas propuestas.
El futuro gobierno de Orsi enfrentará el desafío de gobernar en un contexto político dividido y una economía que necesita un impulso decisivo. La capacidad de negociación y la construcción de consensos serán vitales para alcanzar sus objetivos, particularmente, la creación de un plan económico que equilibre la estabilidad con el crecimiento económico del país.
En las próximas semanas y meses, la agenda política uruguaya estará marcada por las negociaciones entre el FA y otros partidos, y por la presentación del plan económico del gobierno electo. El análisis de estas negociaciones, la composición del nuevo gabinete y la implementación de las medidas políticas y económicas previstas, serán elementos clave para determinar el rumbo de la economía uruguaya en los próximos años. Una administración eficiente y sensible a las presiones internas y externas deberá definir la forma en que Orsi enfrentará el gran desafío del crecimiento económico.