La Navidad, tradicionalmente una época de celebración y unión familiar, se tiñe este año de preocupación para muchas familias cordobesas. El aumento desmedido en el costo de la canasta navideña, que según la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Córdoba alcanza un promedio del 132,76% respecto al año pasado, amenaza con dejar a miles de hogares sin la posibilidad de disfrutar de una cena digna en Nochebuena.
Una Navidad con sabor amargo: el impacto de la inflación en la mesa familiar
El informe de la Defensoría del Pueblo, realizado en los principales supermercados e hipermercados de la ciudad de Córdoba, revela un panorama desalentador: una canasta navideña básica, compuesta por nueve productos típicos, cuesta $34.481,60, un 133% más que en 2023. Este incremento desproporcionado impacta de lleno en el bolsillo de los cordobeses, especialmente en aquellos con ingresos fijos o bajos, que ven cómo su poder adquisitivo se evapora ante la escalada de precios.
Productos emblemáticos de la festividad, como el champagne, la sidra y el pan dulce, registran subas que superan el 100%. El champagne, por ejemplo, aumentó un alarmante 187,15%, alcanzando un precio promedio de $12.820,21 por botella. La sidra, otra bebida tradicional, incrementó su valor en un 147,79%, llegando a los $2.739,87. Incluso las opciones más económicas, como las garrapiñadas de maní, experimentaron un aumento considerable del 76,33%.
Esta situación no solo dificulta la posibilidad de celebrar la Navidad con una cena tradicional, sino que también pone en riesgo el acceso a alimentos básicos para muchas familias. La inflación galopante erosiona el poder adquisitivo de los salarios, obligando a los hogares a recortar gastos esenciales y a priorizar la alimentación por sobre otras necesidades.
Disparidad de precios y estrategias de supervivencia
El informe de la Defensoría del Pueblo también destaca la significativa dispersión de precios entre los distintos comercios relevados. Esta variación, que en algunos productos supera el 100%, evidencia la falta de control y regulación en el mercado, dejando a los consumidores a merced de la especulación y la arbitrariedad de los precios.
Ante este panorama, las familias cordobesas se ven obligadas a implementar diversas estrategias para afrontar la crisis. La búsqueda de ofertas y descuentos, la compra en comercios mayoristas o la sustitución de productos tradicionales por opciones más económicas se han convertido en prácticas habituales. Sin embargo, estas medidas no siempre son suficientes para paliar el impacto de la inflación en el presupuesto familiar.
En el Mercado Norte, uno de los centros de abastecimiento más populares de la ciudad, se observa una mayor demanda de cortes de carne económicos y marcas alternativas. Sergio Machuca, responsable de la carnicería “La Nueva Reina”, asegura que con $3.800 por persona se puede armar un menú de asado con cortes como falda, bocado fino y aguja. Sin embargo, esta opción, considerada “económica” dentro del contexto actual, sigue estando fuera del alcance de muchos hogares.
Más allá de la cena: la Navidad como reflejo de la desigualdad
Carlos Galoppo, Defensor del Pueblo Adjunto, advierte sobre las consecuencias sociales de esta crisis. “Las familias de mayores ingresos pueden permitirse disfrutar de celebraciones sin preocuparse por el costo, mientras que las de bajos ingresos deben recortar gastos o renunciar a ciertas tradiciones”, señala. Esta situación no solo genera sentimientos de exclusión y malestar social, sino que también profundiza las desigualdades existentes.
La Navidad, en lugar de ser un momento de unión y alegría compartida, se convierte en un recordatorio de las diferencias sociales y económicas que atraviesan a la sociedad cordobesa. La imposibilidad de acceder a una cena digna, de compartir con la familia y amigos los productos tradicionales de la festividad, genera frustración, tristeza y una profunda sensación de injusticia.
Es necesario que las autoridades tomen medidas urgentes para controlar la inflación y garantizar el acceso a alimentos básicos para todos los sectores de la población. La Navidad no debe ser un privilegio para unos pocos, sino un derecho para todos.
Mientras tanto, la solidaridad y el apoyo mutuo entre vecinos y organizaciones sociales se vuelven fundamentales para paliar las necesidades más urgentes. Donaciones de alimentos, canastas navideñas solidarias y ollas populares se multiplican en los barrios más vulnerables, en un intento por llevar un poco de alivio a quienes más lo necesitan. La Navidad, en su esencia más profunda, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la empatía, la justicia social y la construcción de una sociedad más equitativa para todos.