L-Gante, el ícono del RKT, explotó. En un comunicado que sacudió las redes sociales, el cantante denunció una campaña de acoso mediático y judicial que lo tiene contra las cuerdas. Palabras como “extorsión”, “persecución” y la escalofriante frase “buscan verme muerto” marcaron un texto que deja al descubierto una realidad oscura en el mundo del espectáculo y las consecuencias devastadoras de la exposición pública descontrolada.
Un comunicado que estremece
Elián Valenzuela, nombre real del artista, no se guardó nada. En un extenso comunicado, desmenuzó cada detalle de lo que considera un ataque sistemático a su persona, que involucra abogados, medios de comunicación y hasta una campaña de difamación que rozó con acusaciones de narcotráfico. Un habeas corpus, según L-Gante, no fue suficiente para frenar el torrente de acusaciones y rumores.
Según el relato, todo empezó después de su absolución judicial. Valenzuela esperaba que la resolución del juicio sería el final de los embates, pero asegura que, por el contrario, la situación empeoró. Ahora, sus miedos trascienden la cárcel y van mucho más allá: teme por su vida y la de sus seres queridos.
Con un tono crudo y vulnerable, L-Gante expuso la angustia, el dolor y la presión incesante que lo abruman. Los “autos raros” siguiéndolo, la publicación constante de las direcciones de su casa y la de sus familiares en los medios, le generan un miedo justificado.
El oscuro lado de la fama: ¿Extorsión mediática?
Las acusaciones de L-Gante son graves: apunta directamente contra ciertos abogados, a quienes acusa de extorsión luego de haberlos enfrentado y vencido en los tribunales. Pero la denuncia no se detiene ahí. Señala a un sector de la prensa que, según él, lo extorsiona con demandas diarias para conseguir una nota o, en caso de negativa, utilizar a abogados para dañar su imagen.
El comunicado deja una sensación de impotencia y desesperación. L-Gante se presenta como una víctima del sistema mediático, donde la información no siempre está confirmada, las denuncias se hacen sin pruebas y la reputación se derrumba con facilidad. El joven artista se siente perseguido, y con razón. La intensidad de las amenazas es innegable.
Las acusaciones de narcotráfico que lo involucraron sin fundamento son otro ejemplo de la falta de rigurosidad que describe L-Gante. La difusión de rumores sin evidencia y el daño irreparable que causan a su carrera y reputación son los elementos que lo llevan al extremo de creer que su vida corre peligro.
Un llamado a la reflexión
Más allá de la polémica y la posible respuesta de los mencionados en el comunicado, el mensaje de L-Gante genera una reflexión crucial sobre la salud mental en el ámbito mediático. Es fácil condenar y criticar desde el anonimato, pero pocos piensan en las consecuencias reales de esta persecución implacable sobre las figuras públicas.
El dolor que L-Gante transmite en su comunicado nos debería obligar a detener la máquina del espectáculo para evaluar las repercusiones psicológicas que este estilo frenético y sin filtro puede tener. Su pedido no es solo por él mismo, sino por la salud mental de todos los que se encuentran bajo el escrutinio mediático constante.
Aquí no hablamos solo del cantante de cumbia 420, hablamos de una persona vulnerable, rodeada de gente que manipula su fama. La industria, siempre implacable, se mueve a través de escándalos y ratings; pero al otro lado hay seres humanos reales, con familias y con vidas que se desmoronan.
El comunicado de L-Gante es, sin dudas, un grito de auxilio. Un llamado de atención para un sistema que, a veces, parece disfrutar del sufrimiento ajeno, alimentando la espiral de noticias negativas. La pregunta que queda en el aire es: ¿Hasta cuándo se permitirá que la voracidad mediática siga destrozando la vida de las personas?
Amarillo “Polémica” Pérez