La Plaza de Mayo se prepara para ser escenario de una nueva demostración de fuerza contra el gobierno de Javier Milei. Las dos CTA, junto a movimientos sociales y organizaciones políticas, han convocado a una “Jornada Federal de Lucha” para este jueves 5 de diciembre. Sin embargo, la movilización se ve marcada por la ausencia de dos actores clave en el sindicalismo argentino: los gremios del transporte, nucleados en la Mesa Nacional del Transporte y la CATT, y el influyente líder camionero Pablo Moyano. Esta división en el movimiento obrero expone las diferentes estrategias y tensiones que atraviesan al sindicalismo en su relación con el gobierno actual.
Una CGT fragmentada: Diálogo versus confrontación
La decisión de las CTA de movilizarse contra el gobierno de Milei contrasta con la postura adoptada por la cúpula de la CGT. Mientras que las CTA, lideradas por Hugo Yasky y Hugo “Cachorro” Godoy, buscan confrontar abiertamente las políticas de ajuste implementadas por el gobierno, la CGT ha optado por una estrategia de diálogo y negociación. Esta división se profundizó con la reciente renuncia de Pablo Moyano a la secretaría general de la CGT, en desacuerdo con la “mesa chica” cegetista que prioriza el diálogo por sobre las medidas de fuerza.
La postura dialoguista de la CGT se basa en la creencia de que la confrontación directa con el gobierno en este momento podría ser contraproducente. Los líderes cegetistas argumentan que es necesario mantener abiertos los canales de comunicación con el Ejecutivo para poder influir en las políticas públicas y defender los derechos de los trabajadores. Además, algunos sectores dentro de la CGT consideran que un paro general no contaría con el suficiente apoyo social en este contexto.
Por otro lado, las CTA y los movimientos sociales que se suman a la movilización del 5 de diciembre consideran que el diálogo con el gobierno ha sido infructuoso y que es necesario pasar a una etapa de mayor confrontación para frenar las políticas de ajuste que, según denuncian, están perjudicando a los sectores más vulnerables de la sociedad.
El transporte, un actor clave ausente
La ausencia de los gremios del transporte en la movilización del jueves es un factor significativo. Tradicionalmente, el transporte ha sido un actor clave en las protestas sociales en Argentina, debido a su capacidad para paralizar la actividad económica del país. Sin embargo, en esta ocasión, la Mesa Nacional del Transporte, que agrupa a los gremios más combativos del sector, ha decidido no participar de la convocatoria.
Esta decisión se debe, en parte, a la reciente desautorización de Hugo Moyano a su hijo Pablo, quien había impulsado la creación de la Mesa Nacional del Transporte como un espacio para coordinar medidas de fuerza contra el gobierno. La falta de apoyo de Hugo Moyano, líder histórico del sindicato de Camioneros, ha debilitado la capacidad de la Mesa para movilizar a sus bases.
Otro factor que influye en la ausencia del transporte es el acuerdo alcanzado entre los sindicatos aeronáuticos y Aerolíneas Argentinas, que destensó el conflicto en ese sector clave del transporte. Este acuerdo, que incluyó mejoras salariales y la garantía de continuidad laboral, ha sido criticado por algunos sectores del sindicalismo que lo consideran una “traición” a la lucha contra el gobierno.
Las demandas de la protesta
La “Jornada Federal de Lucha” convocada por las CTA y los movimientos sociales plantea una serie de reclamos contra el gobierno de Javier Milei. Entre las principales demandas se encuentran: el rechazo a las políticas de ajuste y liberalización económica, la defensa de los puestos de trabajo y los salarios, el aumento de las jubilaciones y pensiones, la implementación de medidas para combatir la inflación y la pobreza, y la defensa de la soberanía nacional.
Los organizadores de la protesta denuncian que las políticas implementadas por Milei están profundizando la crisis económica y social en Argentina, generando mayor desempleo, pobreza e inflación. Además, critican la creciente influencia de los sectores financieros y empresariales en las decisiones del gobierno.
La movilización del 5 de diciembre se presenta como un termómetro para medir el descontento social con el gobierno de Milei y la capacidad de las organizaciones sindicales y sociales para articular una oposición unificada. La ausencia de importantes sectores del sindicalismo, como el transporte y la CGT, plantea interrogantes sobre la capacidad de la protesta para generar un impacto significativo en el escenario político actual. Sin embargo, la presencia de las dos CTA, los movimientos sociales y diversas organizaciones políticas podría convertir la jornada en una importante demostración de fuerza contra el gobierno.
Resta esperar para conocer el alcance real de la movilización y su impacto en la agenda política del país, así como también la respuesta por parte del gobierno y el rumbo que tomará el diálogo social en los meses siguientes.
La fragmentación del sindicalismo argentino se convierte así en un reflejo de la polarización política y social que atraviesa al país en su conjunto. Ante este panorama, la construcción de un consenso social amplio se presenta como un desafío crucial para superar la crisis y construir un futuro más justo e igualitario para todos los argentinos.