La guerra en Ucrania ha escalado a niveles inimaginables. El suministro de misiles de largo alcance a Ucrania por parte de Estados Unidos, y la posterior respuesta de Rusia con una reformulación de su doctrina nuclear, ha encendido las alarmas a nivel global. ¿Estamos ante un peligroso juego de póker nuclear o un preludio de una conflagración mundial? Amarillo “Polémica” Pérez analiza la situación.
El juego del fuego: Biden, Putin y los misiles ATACMS
La decisión de Biden de autorizar el uso de misiles ATACMS por Ucrania contra territorio ruso ha sido calificada por algunos como una provocación deliberada. Otros, como una medida desesperada ante el estancamiento del frente ucraniano y la continua sangría de tropas. La verdad, como suele ocurrir, está en algún punto intermedio.
El uso inmediato de estos misiles por parte de Ucrania, impactando instalaciones militares rusas, representa un cambio significativo. La capacidad de alcanzar objetivos en territorio ruso abre una nueva dimensión de la guerra, un escalón peligrosamente cercano al enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN.
La respuesta de Putin fue inmediata, amplificando el riesgo. La reformulación de la doctrina nuclear rusa, incluyendo la posibilidad de respuesta nuclear a ataques convencionales que dañen infraestructura crítica, fue recibida con miedo y preocupación por los líderes mundiales.
Este es un cambio radical en la postura de Rusia que no se debe subestimar. Ya no solo se trata de defender territorio o aliados, sino de una definición mucho más amplia de lo que podría desencadenar una respuesta nuclear. De pronto, todo el apoyo logístico, financiero y armamentístico a Ucrania, se convierte en un blanco potencial.
La hipótesis del “bluf”: ¿Una estrategia de disuasión o una peligrosa apuesta?
Muchos analistas occidentales creen que la amenaza nuclear de Putin es un bluf, una estrategia de disuasión para impedir una mayor escalada del apoyo de la OTAN a Ucrania. Creen que Putin no estaría dispuesto a usar armas nucleares por varias razones, desde el inmenso poder destructor hasta las consecuencias geopolíticas de un acto tan irreversible.
Sin embargo, es un juego arriesgado. Descartar la posibilidad de que un líder ya conocido por su toma de decisiones irracionales y despiadadas se lance al caos solo porque “no es lógico”, es precisamente lo que llevó al mundo a esta situación. La invasión de Ucrania parecía una locura y aun así ocurrió.
El reciente uso de misiles Oreshnik contra Dnipró, un ataque con capacidad de alcanzar ciudades europeas, refuerza la preocupación sobre esta arriesgada postura. No es simplemente una muestra de fuerza; es una clara señal de que el régimen ruso se siente acorralado, dispuesto a subir la apuesta para salvar su propio juego.
El espectro de la guerra mundial: ¿Qué ocurriría si Putin cometiera un error de cálculo?
El escenario más aterrador es, por supuesto, un error de cálculo por parte de Rusia. Un malentendido, una evaluación incorrecta de la respuesta de la OTAN, o una escalada accidental, podría ser catastrófica. No podemos ignorar que estamos en los umbrales de un conflicto global con consecuencias que se extienden mucho más allá de Ucrania.
Las consecuencias podrían ser devastadoras. Se especula desde un conflicto limitado a un guerra a gran escala, que incluye la activación del Artículo 5 de la OTAN, llevando a Europa y otros aliados a una confrontación directa con Rusia. El resultado podría ser el colapso de la civilización como la conocemos.
La propuesta de Trump: ¿Un clavo ardiendo o una solución real?
En este escenario caótico y desolador, la propuesta de paz de Trump, de resolver la situación de manera rápida y diplomática, adquiere un peso inusitado. Algunos analistas han descrito sus propuestas como “realistas y necesarias”. Otros, como una capitulación ante el expansionismo ruso, justificada por la falta de alternativas viables.
Aun cuando fuera viable, las condiciones de esta hipotética paz implicarían la aceptación de la pérdida de territorios ucranianos, una difícil digestión tanto para el gobierno como para la población ucraniana. ¿Estaría Putin dispuesto a una negociación verdadera, una vez haya percibido el límite de Occidente y haya logrado consolidar sus victorias? Por supuesto que no sabemos la respuesta. Y ahí está, precisamente, el verdadero horror.
Mientras el mundo observa con creciente inquietud, el desarrollo de la guerra en Ucrania se perfila como una ominosa tormenta que amenaza con envolver a todos. Se requiere más que nunca una gestión cautelosa, aunque los relojes sigan avanzando.