Las pruebas Aprender, implementadas en Argentina desde 2016, se han consolidado como una herramienta fundamental para el diagnóstico del sistema educativo. Sin embargo, la persistencia de bajos resultados y la profundización de las desigualdades educativas plantean serias dudas sobre su efectividad para generar mejoras concretas. ¿Se ha convertido Aprender en un mero termómetro que registra la fiebre educativa sin ofrecer un tratamiento efectivo?
Un diagnóstico preocupante: Bajos resultados y desigualdad persistente
Los resultados de las pruebas Aprender, analizados en diversos estudios como el informe “¿Qué aprendimos de Aprender?” de Educar 2050 y Argentinos por la Educación, revelan un panorama desalentador. El porcentaje de estudiantes con bajo desempeño en áreas clave como Lengua y Matemática no solo se mantiene elevado, sino que en muchos casos ha empeorado desde 2016.
La brecha entre estudiantes de diferentes niveles socioeconómicos se ha profundizado, evidenciando una profunda inequidad en el acceso a una educación de calidad. Mientras que en colegios privados de clase alta se observan resultados más alentadores, los estudiantes de escuelas públicas vulnerables enfrentan un “abismo de oportunidades”, como lo describe Alejandro Ganimian, profesor asociado de la Universidad de Harvard.
Incluso los estudiantes con mejor desempeño en Argentina se ubican por debajo de la media internacional, lo que indica que ni siquiera la élite educativa del país alcanza estándares globales de calidad. Este “estancamiento educativo”, como lo define Ganimian, nos debería “preocupar” profundamente.
Más allá del termómetro: ¿Cómo convertir el diagnóstico en tratamiento?
Si bien las pruebas Aprender han logrado consolidar una “cultura de la evaluación” en Argentina, su impacto en la mejora educativa ha sido limitado. La pregunta clave es: ¿cómo podemos pasar del diagnóstico a la acción? ¿Cómo podemos utilizar los datos de Aprender para generar políticas públicas que transformen la realidad educativa?
Expertos como Juan Cruz Perusia y Juan Xanthopoulos, de CIPPEC, señalan la necesidad de una mayor planificación y coordinación entre las evaluaciones nacionales y provinciales para evitar la duplicación de esfuerzos y la superposición de contenidos. Es fundamental que las provincias enfoquen sus evaluaciones en áreas o niveles no cubiertos por las pruebas nacionales, como el nivel inicial o materias específicas.
Asimismo, se destaca la importancia de fortalecer las capacidades de los equipos provinciales de evaluación, especialmente en aquellas jurisdicciones con menor experiencia en el tema. La formación docente en la utilización de la evaluación formativa, que permite obtener información valiosa para retroalimentar la enseñanza en el aula, también es crucial.
Experiencias innovadoras: Cuando la evaluación se traduce en acción
El informe de CIPPEC destaca experiencias provinciales exitosas en las que los resultados de las evaluaciones se han utilizado para asignar recursos adicionales a las escuelas con peores desempeños, fortalecer la formación docente y distribuir materiales educativos. Ejemplos de ello son los programas “Maestro+Maestro” y “Compromiso Alfabetizador Córdoba” en la provincia de Córdoba, y “Escuelas en Foco” en CABA.
Mendoza se destaca por su trayectoria en la implementación de censos de fluidez lectora con fines formativos, que han permitido identificar necesidades en alfabetización temprana y diseñar estrategias remediales. También se está implementando un operativo similar en Matemática, área en la que los resultados son aún más preocupantes.
A nivel nacional, la plataforma “Acompañar” y las evaluaciones formativas EGRA, desarrolladas por el Banco Mundial, ofrecen herramientas para que los docentes obtengan información rápida y precisa sobre las habilidades lectoras de sus alumnos y adapten sus estrategias de enseñanza.
El futuro de Aprender: Hacia una evaluación que transforma
Para que las pruebas Aprender dejen de ser un simple diagnóstico y se conviertan en un verdadero motor de cambio, es necesario un enfoque integral que articule la evaluación con políticas educativas, currículo escolar y procesos de enseñanza.
La incorporación de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para procesar la información y personalizar las intervenciones educativas, así como la integración de los resultados de Aprender con otros datos escolares en sistemas de gestión educativa, son claves para mejorar la precisión y la eficacia de las estrategias de apoyo.
En definitiva, se trata de construir un sistema educativo donde la evaluación no sea un fin en sí mismo, sino una herramienta que contribuya a la mejora continua de la calidad y la equidad educativa para todos los estudiantes argentinos.