Rumania se encuentra en medio de una tormenta política. La inesperada victoria del ultranacionalista y presunto prorruso Calin Georgescu en la primera vuelta de las elecciones presidenciales ha desatado una ola de acusaciones de fraude electoral y un profundo temor a un giro radical en la política exterior del país. Georgescu, quien según las encuestas solo contaba con el 6% del apoyo popular, se alzó con un sorprendente 22%, dejando a muchos incrédulos y con la sensación de que algo no está bien.
Un tsunami digital: ¿campaña genuina o manipulación masiva?
La campaña de Georgescu fue un enigma. Mientras la mayoría de los candidatos invertían en publicidad tradicional, él concentró sus esfuerzos en las redes sociales, principalmente TikTok. Videos con millones de reproducciones, influencers replicando sus mensajes… una estrategia digital que levantó sospechas desde el primer momento. ¿Fue una campaña genuina de base o una sofisticada operación de manipulación que habría eludido el escrutinio de las autoridades electorales? Las acusaciones de uso masivo de bots para inflar artificialmente su popularidad están sobre la mesa. La investigación del Consejo Nacional Audiovisual rumano y el pedido formal de investigación a la Comisión Europea por sospechas de manipulación en TikTok dejan el futuro de este político en un aire contaminado de dudas.
Algunos analistas sugieren que el algoritmo de TikTok, diseñado para maximizar el engagement, habría amplificado los videos de Georgescu hasta llegar a una audiencia masiva y, aparentemente, con una participación decisiva en el resultado electoral. Un aumento de un 60% en las visualizaciones en una sola semana es difícil de explicar con argumentos meramente orgánicos, apuntan los expertos en redes sociales. La falta de etiquetado adecuado en muchos de estos videos, como exige la legislación europea para anuncios políticos, añade más leña al fuego de la controversia.
Acusaciones de fraude: el silencio sospechoso de Georgescu
La Autoridad Electoral Permanente de Rumania presentó un informe en el que Georgescu declaró no haber recibido ninguna contribución ni haber incurrido en gasto alguno durante su campaña, algo absolutamente inconcebible teniendo en cuenta la magnitud de su actividad online. Dos candidatos opositores han recurrido al Tribunal Constitucional alegando fraude electoral. Sebastian Constantin Popescu, del Nuevo Partido Rumanía, lo acusa directamente de violar la ley electoral al ocultar el financiamiento de su campaña, insinuando el ingreso de dinero desde fuentes extranjeras, una posible conexión que prende las alarmas en un país con fronteras con Ucrania y Rusia. Esta decisión judicial está prevista para mañana, jueves.
El silencio de Georgescu ante estas graves acusaciones es aún más sospechoso. Su respuesta pública, una mera declaración a través de Facebook negando querer la salida de la OTAN y la UE, suena insuficiente frente a la contundencia de las evidencias de posible irregularidad y el temor de un creciente giro hacia el Kremlin. La falta de transparencia es escandalosa e inadmisible en un proceso electoral.
El temor a Rusia: un giro geopolítico inquietante
El temor a una influencia rusa en la política rumana es palpable. Georgescu, con sus declaraciones anteriores, se ha mostrado crítico con la OTAN y la posición pro-Ucrania de Bucarest, declarando incluso en abril que ‘la sabiduría de Rusia brinda una oportunidad a Rumania’. Sus elogios a figuras fascistas rumanas del pasado, responsables del régimen títere nazi de la Segunda Guerra Mundial, tampoco han pasado desapercibidos. Un panorama que añade un marco siniestro a este juego electoral y genera desconfianza.
Las protestas masivas en Bucarest y otras ciudades, donde ciudadanos coreaban lemas como “No a Putin, no al miedo, Europa es nuestra madre” o “Los jóvenes os pedimos que no votéis a un dictador” muestran el nerviosismo ante la posibilidad de un cambio de rumbo drástico en la política exterior rumana. Su posición como candidato independiente tampoco le da garantías, al contrario, abre la puerta a la intriga sobre quien podría estar manejando su proyecto. El juego geopolítico en esta parte del este de Europa no se puede analizar con ligereza y Rumania es pieza fundamental en el ajedrez internacional.
La segunda vuelta electoral, con Elena Lasconi como rival, será decisiva. Lasconi, que promueve una postura europeísta y pro-OTAN, intentará unificar al voto de centro-derecha para evitar lo que muchos consideran una catástrofe para el futuro de Rumania. Si Georgescu gana, Rumania podría enfrentarse a una crisis política y social, con su rumbo en Europa y su relación con la OTAN seriamente comprometidos. El próximo 8 de diciembre, se juega más que el futuro de un país, se juega una pieza clave en el tablero geopolítico europeo.
El enigma rumano
El triunfo sorpresivo de Calin Georgescu en las elecciones rumanas plantea interrogantes que se ciernen como una sombra sobre el futuro de esta nación europea. Las acusaciones de fraude, la presunta manipulación digital y las preocupaciones por sus posturas políticas lo convierten en un fenómeno complejo. Mientras la ciudadanía se mantiene en vilo, la comunidad internacional observa con recelo los próximos pasos de esta encrucijada geopolítica, donde la incertidumbre amenaza con desestabilizar toda la región.
Amarillo “Polémica” Pérez