Walter Manucha, vicedirector del Conicet Mendoza y recientemente reconocido como Mejor Investigador 2024 por Tech Science Press, encarna la perseverancia y la pasión por la ciencia. Su historia, lejos de ser la de un prodigio académico, es un testimonio del largo y arduo camino que muchos científicos argentinos recorren para alcanzar el éxito en un contexto de desafíos económicos y políticos.
Un camino forjado con trabajo y perseverancia
Desde niño, Manucha mostró una inclinación innata hacia la ciencia, diseccionando insectos y experimentando con plantas en su patio. Este interés lo llevó a estudiar Farmacia y Bioquímica en la UMaza, una travesía que se extendió por ocho años debido a la necesidad de trabajar para costear sus estudios. Su tesis, una investigación sobre nefropatía obstructiva congénita realizada en el Hospital Notti bajo la dirección de Patricia Valles, marcó sus inicios en la investigación médica.
La presentación de su tesis en un congreso de nefrología en Tucumán fue un punto de inflexión. Allí, Ricardo Farías, entonces director del Conicet, lo instó a postularse para una beca. A pesar del rechazo inicial por haber superado el plazo de solicitud, Manucha no se desanimó. Con determinación, se inscribió en la Universidad de San Luis, donde obtuvo su doctorado en Farmacia tras ocho años de estudio.
A los 36 años, finalmente ingresó al Conicet con una beca postdoctoral, y dos años después se incorporó a la carrera de investigador. Su trayectoria ha estado marcada por la colaboración, el trabajo en equipo y la formación recibida en la UNCuyo. Manucha reconoce la importancia de estas instituciones en su desarrollo profesional.
La nanofarmacología: una revolución en el tratamiento de enfermedades
En 2016, Manucha dio un giro significativo en su campo de estudio, adentrándose en el fascinante mundo de la nanofarmacología. Como jefe del Laboratorio de Farmacología Experimental Básica y Traslacional, y desde 2022 director del Imbecu (Conicet-UNCuyo), dirige 19 laboratorios y aplica esta disciplina a diversas áreas de la medicina.
Uno de los proyectos más prometedores del Imbecu se centra en el desarrollo de nanofármacos para el tratamiento de la hipertensión arterial. Manucha explica que, a diferencia de la medicación tradicional que exige dosis diarias, han logrado, en fase cero con animales, controlar la presión arterial durante una semana con una sola administración. Este avance podría revolucionar el tratamiento de esta enfermedad crónica.
La nanofarmacología también ha demostrado un gran potencial en el tratamiento del cáncer. Mediante la encapsulación de fármacos altamente tóxicos en nanopartículas, se logra que la sustancia se libere solo al contacto con las células cancerosas, minimizando los efectos secundarios devastadores para el paciente. Estos avances en la administración de medicamentos ofrecen una esperanza real para mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer.
El Conicet en tiempos de crisis: desafíos y oportunidades
Manucha ha sido testigo de los vaivenes políticos que han afectado al Conicet. Recuerda con preocupación los años de Menem y Cavallo, comparando la situación actual con un “déjà vu”. Los recortes presupuestarios, las agresiones a estudiantes y docentes, y el escrutinio público hacia ciertas áreas de investigación, especialmente las ciencias sociales, representan serios desafíos para la institución.
Sin embargo, Manucha mantiene una visión optimista. Considera que estas dificultades representan un llamado a la resiliencia, la adaptación y la modernización. Además, resalta la importancia de mejorar la comunicación para que la sociedad comprenda el rol fundamental del Conicet en el desarrollo del país, desde la producción de alcohol en gel durante la pandemia hasta los avances en la lucha contra el cáncer y la protección del medio ambiente.
Manucha no solo destaca el trabajo del Conicet, sino que también realiza una autocrítica constructiva. Propone modernizar la institución para que sea más atractiva para los jóvenes investigadores. Sugiere reducir la duración del doctorado y diversificar las salidas laborales de los becarios, fomentando la interacción con el sector privado para que puedan aplicar sus conocimientos en la industria.
Un científico comprometido con el presente y el futuro
La historia de Walter Manucha es un ejemplo inspirador de perseverancia, pasión y compromiso con la ciencia. Su trayectoria demuestra que el camino hacia el éxito en la investigación científica es arduo, pero también sumamente gratificante. Su visión crítica y propositiva sobre el Conicet, combinada con sus importantes aportes a la nanofarmacología, lo posicionan como una figura clave en el futuro de la ciencia argentina.
En un contexto de constantes desafíos, Manucha encarna la esperanza de una Argentina que invierte en ciencia y tecnología para mejorar la salud y la calidad de vida de sus ciudadanos. Su historia sirve de inspiración para las nuevas generaciones de científicos que buscan dejar una huella en el mundo.