La nostalgia puede ser una fuerza poderosa, especialmente para los gamers. Ese sentimiento cálido y difuso que te embarga al recordar tus consolas favoritas, los juegos que marcaron tu infancia… ¡es irresistible! Y a veces, esa nostalgia nos impulsa a comprar reliquias del pasado, como una Game Boy Advance SP de segunda mano. Pero, ¿qué pasa cuando esa reliquia viene con un “regalito” inesperado?
El caso del Kevin inamovible
Una historia que me llegó del mundo digital, digna de un capítulo de “Los Simpson” o un episodio de “Black Mirror”, involucra a una mujer que le compró una Game Boy Advance SP a su novio. Un gesto romántico, ¿verdad? Solo que había un pequeño detalle: la consola lucía en su parte trasera una inscripción profundamente grabada, a fuego lento en el plástico: “Kevin”. ¡El Kevin! La pregunta es: ¿cómo te sientes si te encuentras con un Kevin inamovible en tu flamante Game Boy?
La afligida compradora recurrió a las redes en busca de ayuda, buscando una solución mágica para borrar o disimular el nombre. Pero las respuestas fueron…digamos… creativas. Más allá de las sugerencias más prácticas (como cubrir el “Kevin” con un sticker), hubo un sinfín de bromas y comentarios que, aunque sarcásticos, pusieron de relieve lo absurdo y divertido de la situación.
Algunas propuestas incluían cubrir el nombre con una calcomanía, la cual debería ir en el mismo lugar exacto de la etiqueta original; esta era una idea práctica, pero que también representaba cierto nivel de retoque poco estéticamente agradable. Otros sugirieron dejarlo así, convirtiéndolo en parte de la historia y valorándolo como una pieza vintage única, tal como un antiguo juguete con la marca “Andy” de Toy Story.
La lección del Kevin
La situación de la compradora nos enfrenta a un dilema común cuando se trata de objetos retro. Por un lado, está nuestro deseo de perfección, esa necesidad de que todo esté “como nuevo”; por otro, existe el atractivo de los objetos usados, esos que cuentan una historia, que tienen marcas, imperfecciones… y un “Kevin” grabado con pasión en la carcasa. Porque la realidad es que este “Kevin” no es solo un nombre rayado en una Game Boy, sino un recordatorio de que estos objetos antiguos, a menudo, están intrínsecamente ligados a los recuerdos personales de quienes los usaron. Es la marca de una vida pasada, y que podría agregar mucho valor a los ojos del coleccionista.
La historia del “Kevin” es un perfecto ejemplo de lo irónica que puede ser la búsqueda de la perfección. En muchos casos, esas pequeñas imperfecciones, esos “Kevin” grabados a fuego en nuestros objetos favoritos, son en realidad lo que les da carácter y valor, lo que los hace únicos y memorables. La huella del tiempo, o en este caso, la huella del Kevin, también es parte de la historia.
Si la compradora finalmente decidió mantener el Kevin o poner un sticker no lo sabemos. De todas formas, con una sola decisión, nos dejó una buena reflexión de cómo la nostalgia nos une, y nos recuerda que la imperfección, a veces, es el mejor sello de autenticidad que podemos tener.
Y tú, ¿qué harías?
Comparte tu experiencia en los comentarios. ¿Te has encontrado con situaciones similares al comprar objetos retro? ¿Conservarías el grabado del “Kevin” o buscarías la manera de eliminarlo? ¡Espero tu respuesta!