El sorpresivo recorte de tasas de interés por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha generado un efecto dominó en el mercado cambiario, llevando a la baja al dólar blue y a los dólares financieros. Esta decisión, tomada en un contexto de desaceleración de la inflación y una mayor demanda estacional de pesos, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de esta calma cambiaria. Analizaremos las claves detrás de esta coyuntura y las perspectivas a futuro.
Un escenario inédito: dólar en baja y tasas recortadas
La baja de la tasa de interés de referencia, del 35% al 32% TNA, sorprendió a muchos analistas. Esta medida, que busca abaratar el costo del crédito y estimular la actividad económica, se da en un momento en que la inflación muestra signos de desaceleración y la demanda de pesos se incrementa debido a las festividades de fin de año. Este contexto ha permitido al BCRA acumular reservas, incluso en una época históricamente desfavorable.
La caída del dólar blue, que perforó la barrera de los $1050, y el retroceso de los dólares financieros (MEP y CCL) reflejan la mayor demanda de pesos y una menor presión sobre las divisas. Sin embargo, este panorama plantea la pregunta clave: ¿cuánto durará esta tendencia?
Desaceleración de la inflación: ¿un factor determinante?
La desaceleración de la inflación, proyectada en torno al 2,6% mensual para los próximos meses, ha sido un factor crucial en la decisión del BCRA. Esta tendencia a la baja, confirmada por las estimaciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) y los analistas privados, reduce la necesidad de mantener tasas de interés elevadas para controlar los precios. Sin embargo, la inflación aún se mantiene en niveles altos y existen riesgos latentes, como el aumento del precio de la carne, que podrían afectar las expectativas.
El Gobierno apuesta a que la inflación continúe en descenso, lo que permitiría una mayor reducción del ritmo de devaluación del peso (crawling peg). Esta estrategia busca anclar las expectativas cambiarias y consolidar la estabilidad de precios. Sin embargo, factores externos, como la depreciación del real brasileño, y el posible impacto de las elecciones presidenciales de 2025, podrían generar presiones sobre el tipo de cambio.
El impacto en el mercado financiero
La baja de tasas de interés reduce el rendimiento de los activos en pesos, como plazos fijos y bonos. Esto podría generar un reacomodamiento de portafolios, con inversores buscando alternativas más rentables. La pregunta es si esta situación impulsará una mayor demanda de dólares o si, por el contrario, la confianza en el plan económico del Gobierno y la estabilidad cambiaria mantendrán a raya a la divisa estadounidense.
Algunos analistas advierten sobre el riesgo de una apreciación excesiva del peso, lo que podría afectar la competitividad de las exportaciones y profundizar el déficit comercial. Asimismo, la baja de tasas podría reducir el atractivo del carry trade, una estrategia que consiste en endeudarse en dólares a tasas bajas e invertir en pesos a tasas altas. Si el carry trade pierde rentabilidad, podría haber una salida de capitales que presione al alza al dólar.
Perspectivas futuras: ¿un verano tranquilo o una tormenta en ciernes?
La calma cambiaria actual se sustenta en la combinación de una inflación en descenso, una mayor demanda estacional de pesos y la confianza en el programa económico del Gobierno. Sin embargo, existen factores que podrían alterar este equilibrio. La evolución de la inflación, el resultado de las elecciones presidenciales, la situación económica de Brasil y la dinámica del mercado financiero internacional serán determinantes para el futuro del dólar en Argentina.
En el corto plazo, se espera que la demanda de pesos se mantenga elevada debido a las festividades de fin de año, lo que podría contribuir a la estabilidad cambiaria. Sin embargo, a partir de 2025, las presiones electorales y los posibles cambios en la política económica podrían generar mayor volatilidad en el mercado cambiario.
En definitiva, la duración de la calma cambiaria dependerá de la capacidad del Gobierno para consolidar la estabilidad macroeconómica y generar confianza en los inversores. Si la inflación continúa en descenso y el crecimiento económico se recupera, es posible que el dólar se mantenga estable. De lo contrario, podríamos estar ante la antesala de una nueva tormenta cambiaria.