La reciente apreciación del peso argentino frente al dólar ha generado un debate en torno a sus implicancias para la economía. Mientras algunos celebran la estabilidad cambiaria y la mejora en el poder adquisitivo, otros advierten sobre los riesgos latentes de un dólar “barato”, que podría esconder una fragilidad sistémica. En este artículo, analizaremos en detalle las perspectivas de esta situación, considerando las diferentes voces en el debate y los potenciales impactos a corto, mediano y largo plazo.
El contexto actual: ¿Un peso fuerte sostenible?
La aparente fortaleza del peso se basa en un conjunto de factores que contribuyen a una coyuntura cambiante. Es preciso analizar estas variables para evaluar su sostenibilidad en el tiempo. Si bien se observa una disminución de la brecha cambiaria y un superávit fiscal, estos elementos no garantizan una estabilidad total en la economía. La historia argentina se encuentra salpicada por momentos similares, los cuales, finalizaron con fuertes devaluaciones. Por ejemplo, el cierre de la convertibilidad, el final del mandato de Cristina Fernández de Kirchner y 2017 muestran antecedentes poco alentadores. Es crucial tener presente esto, ya que el actual panorama macroeconómico muestra diferencias notorias, como un superávit fiscal primario sostenido.
Además del superávit fiscal, la potencialidad de Vaca Muerta, con proyecciones de exportaciones anuales superiores a los USD 15.000 millones en el mediano plazo, representa una oportunidad de envergadura para la economía argentina. También contribuye la implementación de un blanqueo fiscal en 2025, ofreciendo una oportunidad de fortalecer las reservas del Banco Central y mejorar la imagen del país ante la inversión extranjera. La realidad es compleja y la combinación de estos elementos no garantiza una inmunidad ante shocks externos o internos.
Riesgos y desafíos para diferentes sectores
El dólar barato, si bien puede beneficiar a los consumidores al reducir el precio de los bienes importados, representa un desafío para diversos sectores productivos argentinos. Empecemos con el turismo. Para argentinos, la posibilidad de viajar al exterior se torna más factible, sin embargo, el turismo interno podría verse afectado al perder competitividad frente a la opción de viajar fuera del país. En esta coyuntura, las industrias deberán enfocarse en un aumento de la calidad para mantener competitividad, o buscar la innovación tecnológica para contrarrestar la situación.
El sector industrial es otro afectado, particularmente aquellos que dependen de importaciones de insumos. La apertura del mercado externo para las importaciones genera una competencia que implica la necesidad de readecuarse y buscar mayores eficiencias para conservar competitividad. Otro actor clave afectado es el campo. Si bien la reducción de la brecha cambiaria puede compensar el atraso cambiario, la pérdida del incentivo del dólar blend resalta el peso de las retenciones. En particular en un contexto de precios bajos de la soja (USD 370 y USD 380 la tonelada), que se alejan de los precios vistos el año pasado. Por ende, el impacto depende del gobierno y de su regulación sobre la situación.
Vulnerabilidad del Banco Central
El principal riesgo de un dólar barato se centra en la situación financiera del Banco Central. La falta de reservas netas implica una gran vulnerabilidad ante un shock externo o un evento político disruptivo. Una corrida cambiaria impulsada por este escenario provocaría una fuerte caída del peso, ante lo cual las reservas actuales son insuficientes para contrarestar este efecto. Ante este contexto, la salida del cepo cambiario podría facilitar la reacción del Banco Central, pero solo si se cumplen las condiciones para acumular reservas, o se consiguen nuevos ingresos mediante créditos con otros organismos internacionales.
La cifra de pesos en poder de privados (más de USD 100.000 millones) agrava el riesgo. Esta suma, duplicando los niveles de enero, representa una presión adicional sobre el tipo de cambio que podría dispararse en un escenario de baja en la demanda de activos en pesos. Es crucial para el gobierno controlar el nivel de la liquidez en pesos, para lograr una mayor estabilidad económica.
El peso de las elecciones de 2025
La estabilidad cambiaria y la sostenibilidad del “dólar barato” se vinculan intrínsicamente con las elecciones presidenciales de 2025. La incertidumbre política se presenta como un riesgo latente, y el resultado electoral se considerará un referéndum sobre la gestión del gobierno actual y su capacidad de mantener una mayoría parlamentaria. La confianza en las medidas económicas y la capacidad del futuro gobierno para mantener un equilibrio en la economía resultan vitales para mantener la estabilidad.
La incertidumbre política afecta directamente la confianza de los inversores, tanto nacionales como internacionales. Esta falta de confianza podría generar salidas masivas de capitales, presionando aún más al peso argentino. Es fundamental contar con un plan económico sólido y confiable para generar la confianza de los inversores en el mercado argentino, lo que ayudaría a contrarrestar estos riesgos.
Un equilibrio precario
El escenario actual de un peso “fuerte” en Argentina presenta un panorama complejo. Si bien indicadores como el superávit fiscal y el potencial de Vaca Muerta ofrecen perspectivas positivas, los riesgos latentes relacionados con la escasez de reservas del Banco Central, la alta liquidez en pesos y la incertidumbre política no deben subestimarse. La situación exige políticas económicas prudentes y estrategias para fortalecer el sector productivo nacional. La sostenibilidad de este equilibrio cambiario dependerá de la capacidad del gobierno para gestionar estos desafíos y de las decisiones que se tomen en el contexto del ciclo electoral de 2025.