A dos meses de la implementación de la restricción al uso de celulares en las aulas de las escuelas porteñas, una encuesta arroja resultados sorprendentes. El Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa (UEICEE), presentó un informe basado en la opinión de 4.082 estudiantes, 150 docentes y 40 directivos de escuelas de tercer año.
Resultados de la Encuesta: Un Cuadro Complejo
El estudio revela un panorama matizado: si bien un porcentaje significativo de estudiantes (57,4%) afirma prestar más atención en clase, una proporción considerable (41,3%) admite sentirse más aburrida. Este sentimiento es compartido por los docentes, con un 25,6% reportando un mayor aburrimiento en el aula.
La encuesta explora diferentes aspectos, permitiendo a los participantes seleccionar múltiples respuestas. Entre las observaciones adicionales, un 47,4% de los estudiantes indica un aumento en las conversaciones con compañeros, mientras que un 17,5% reporta más juegos. En el caso de los alumnos, el 22,9% siente mayor tranquilidad en las aulas libres de pantallas.
La Perspectiva Docente: Desafíos y Cambios
Para los docentes, la situación es igual de compleja. Si bien la mayoría (56,2%) coincide en el aumento de la atención por parte de los alumnos, una proporción considerable (38,7%) afirma que debe interrumpir la clase con frecuencia debido al uso inadecuado de celulares. Este dato resulta particularmente importante para analizar los resultados. A pesar del aumento en la atención, no se elimina la necesidad de intervenir en clase.
El informe también subraya que el 96% del cuerpo docente considera el uso de celulares como un factor que dificulta la atención y la participación activa en las clases. No obstante, se destaca que el 80% reconoce que se permite el uso del teléfono para tareas educativas específicas.
Implementación del Protocolo: Resultados y Perspectivas
A nivel institucional, el 85% de los directivos confirma la implementación de la normativa, con el 15% restante en proceso. Respecto al tiempo de uso permitido, la mayoría (62,5%) afirma una reducción en el uso de celulares durante la jornada escolar. En este punto, es relevante destacar la opinión del 97,5% de los directivos, que coincide en que el uso de dispositivos móviles se traduce en una dificultad para la atención y participación de los estudiantes.
Es importante resaltar que cada establecimiento educacional ha implementado sus propias estrategias. El Ministerio de Educación estableció pautas generales, pero cada escuela ha adaptado la normativa a su contexto, ajustando el uso de los celulares. Es preciso destacar la variedad de formas de implementar estas nuevas medidas.
Aburrimiento: ¿Un Problema o una Oportunidad?
La conclusión más destacada es la correlación entre la mejora de la atención en clase y el aumento del aburrimiento entre estudiantes y docentes. Perpetuo Lentijo, secretario general de la Asociación de Entidades Educativas Privadas Argentinas (ADEEPRA), valora positivamente la limitación del uso de celulares. A pesar del mayor aburrimiento, se resalta que la concentración en clase se vio aumentada.
Lentijo destaca que la disminución del uso del celular ha resultado beneficiosa, ya que indica que los dispositivos eran un elemento distractivo en las aulas. Considera que es necesario fomentar el desarrollo de la imaginación y otras facultades cognitivas en los jóvenes. El aburrimiento, para Lentijo, podría ser un punto de partida para este desarrollo.
El Camino Hacia un Aula Digitalmente Equilibrada
En definitiva, los resultados de esta encuesta muestran que la regulación del uso de celulares en el aula ha generado cambios complejos. Si bien la atención en clase ha mejorado, el aumento del aburrimiento presenta un desafío. El debate se centra ahora en cómo aprovechar esta nueva situación para fomentar habilidades creativas y estrategias de aprendizaje más activas, sin caer en una excesiva dependencia de la tecnología.
Será clave la implementación de nuevas metodologías educativas que aprovechen la capacidad de aprendizaje de los alumnos sin dejar de lado la potencialidad que proveen las nuevas tecnologías. El futuro de la educación digital pasa por un equilibrio entre la tecnología y el desarrollo integral del alumno, teniendo en cuenta la necesidad de adaptarse a este nuevo contexto.