El hallazgo de un empleado viviendo en la terraza del edificio central del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en pleno barrio de Palermo, ha puesto en evidencia las deficiencias de gestión y la necesidad de reestructuración que atraviesa el organismo. Este descubrimiento, realizado durante una serie de auditorías impulsadas por el gobierno para reducir el gasto público, ha generado un debate sobre el manejo de los recursos estatales y las prioridades de la investigación agropecuaria en Argentina.
Un empleado en la terraza: símbolo de la crisis en el INTA
El empleado, quien se desempeñaba como encargado del edificio, residía en una precaria casilla ubicada en la terraza, en deplorables condiciones. La imagen de este trabajador, con sus pocos electrodomésticos y pertenencias acumuladas en un espacio deteriorado, se ha convertido en un símbolo de la situación general del INTA: falta de mantenimiento, ineficiencia y falta de transparencia. Esta situación refleja una realidad compleja dentro del organismo, más allá de un simple caso individual.
Las autoridades han anunciado que se le solicitará al empleado su jubilación, considerando la precariedad de su vivienda en la terraza y las inconsistencias administrativas que se desprenden de dicha situación. Sin embargo, el hecho resalta las fallas de control interno que permitieron que un empleado permaneciera durante años en tales condiciones, cuestionando las prácticas de la gestión previa.
El episodio es especialmente relevante, considerando que el edificio central del INTA, ubicado en una zona privilegiada de Palermo, está destinado a ser vendido próximamente. La subasta del edificio, prevista para el 23 de diciembre, forma parte de un plan de reestructuración más amplio del INTA, que busca optimizar el uso de recursos y mejorar la eficiencia del organismo.
Venta del edificio y reestructuración: un plan de ajuste con desafíos
La venta del edificio en Palermo y el traslado de las oficinas a la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, ubicada en Paseo Colón, no son medidas aisladas. Forman parte de un plan integral de reducción de gastos e incremento de la eficiencia del INTA, en respuesta a las directrices del gobierno nacional para disminuir el gasto estatal.
La decisión de vender el edificio central, más allá de la imagen problemática generada por el hallazgo del empleado, también se justifica por el valor del inmueble en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Esta venta generará ingresos para el estado, mientras que el traslado a nuevas oficinas representará una reducción de costos operativos a largo plazo. Además del ahorro económico inmediato, la estrategia busca optimizar recursos.
Para garantizar el mejor uso de las tierras disponibles, se realizará un exhaustivo relevamiento de las 70 mil hectáreas actualmente subutilizadas. Este proceso, que debería culminar en febrero de 2025, establecerá una estrategia de gestión más eficaz para dichas tierras, incluyendo la posibilidad de vender algunas propiedades y buscar nuevas aplicaciones para las restantes. La intención es asegurar el uso productivo y económicamente viable de todos los activos del INTA.
El plan de reestructuración también prevé un mayor involucramiento del sector privado en las investigaciones del INTA. Se estima que para 2024 la participación privada llegará al 20% del presupuesto dedicado a proyectos de investigación, incrementándose al 30% para 2027. Esta participación privada se busca mediante un compromiso conjunto, ofreciendo soluciones que beneficien tanto al sector como al organismo.
Esta participación privada no solo implica un aporte económico significativo, sino que también introduce un elemento de control y evaluación externa a las actividades de investigación. Se espera que la colaboración con el sector privado aumente la eficiencia del INTA y genere resultados más tangibles para la economía agropecuaria nacional.
La gestión de Bronzovich: desafíos y perspectivas
El presidente del INTA, Nicolás Bronzovich, enfrenta el complejo desafío de reorganizar un organismo con una estructura dispersa y procesos de toma de decisiones poco transparentes. El hallazgo del empleado en la terraza es solo un ejemplo de la problemática más profunda de falta de control interno. Además, la excesiva descentralización en la toma de decisiones dificulta la optimización de los proyectos.
Actualmente, el consejo directivo, compuesto por representantes del Poder Ejecutivo, universidades públicas y entidades agropecuarias privadas, autoriza la implementación de investigaciones a menudo con objetivos demasiado amplios. Es la gestión regional o el líder de cada proyecto quienes dirigen el trabajo de campo, lo que genera falta de coordinación y un seguimiento menos eficiente.
Bronzovich busca fortalecer el papel del consejo directivo en la selección y evaluación de los proyectos de investigación. La idea es aumentar la participación del sector privado en el consejo directivo. Esto permitiría una mayor influencia de las necesidades del sector agropecuario y un mayor control sobre la eficiencia y la pertinencia de las investigaciones que se llevan a cabo.
La meta es que el INTA se convierta en un organismo más ágil, transparente y eficiente, respondiendo mejor a las demandas del sector agropecuario argentino. La reestructuración y la participación privada aspiran a lograr resultados concretos que impulsen el desarrollo del sector agroalimentario y beneficien a los productores del país. El objetivo es la articulación entre INTA y los productores agropecuarios.
En resumen, el descubrimiento del empleado viviendo en la terraza del INTA no es solo una anécdota aislada. Representa el inicio de una profunda transformación en un organismo clave para el desarrollo de la economía argentina. El ajuste, la reestructuración y la búsqueda de mayor eficiencia requieren una gestión eficaz y la cooperación de diferentes sectores. El éxito de este proceso dependerá del compromiso de las autoridades y la articulación con los diferentes actores del sector agropecuario.