Tras meses de intensos combates entre Israel y Hezbolá, que dejaron miles de muertos y desplazados a ambos lados de la frontera, se ha alcanzado un acuerdo de alto el fuego. Este acuerdo, negociado con la mediación de Estados Unidos y Francia, entra en vigor el 27 de noviembre de 2024, marcando un punto de inflexión en el conflicto, aunque su fragilidad plantea interrogantes sobre su durabilidad y las implicaciones a largo plazo para la región.
Términos del acuerdo: un alto el fuego frágil
El alto el fuego, inicialmente pactado por 60 días, se basa en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en 2006 tras una guerra anterior entre Israel y el Líbano. Este acuerdo exige a Hezbolá el cese de su presencia armada en el sur del Líbano, al sur del río Litani, comprometiéndose a desmantelar instalaciones de producción de armas no autorizadas y controlar la entrada y producción de armamento. A cambio, Israel se compromete a retirarse de forma escalonada al sur de la Línea Azul, un proceso que deberá coordinarse con las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF) y que se espera que no exceda los 60 días.
La supervisión del acuerdo estará a cargo de un mecanismo tripartito, liderado por Estados Unidos y Francia, con apoyo de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL). Dicho mecanismo se encargará de verificar el cumplimiento de las condiciones por ambas partes, lo que resulta crucial para evitar la reactivación de hostilidades.
Sin embargo, la inclusión de una cláusula que garantice el derecho a la legítima defensa para Israel genera controversia. Mientras Israel busca preservar su capacidad de respuesta ante cualquier violación del acuerdo por parte de Hezbolá, Líbano expresa preocupaciones por las potenciales implicaciones de dicha cláusula para su soberanía. Esta ambigüedad en el texto del acuerdo constituye un foco potencial de conflicto en el futuro.
Reacciones y consecuencias
La reacción de Israel ante el acuerdo ha sido ambivalente. Si bien el primer ministro Benjamin Netanyahu ha destacado el acuerdo como un paso necesario para concentrarse en la amenaza iraní y ejercer mayor presión sobre Hamas en Gaza, también ha enfatizado la “total libertad de acción” que mantendrá Israel si Hezbolá incumple el cese al fuego. Esta afirmación genera incertidumbre sobre la verdadera disposición de Israel a mantener la paz.
Hezbolá ha manifestado una postura cauta, indicando que evaluará el cumplimiento por parte de Israel antes de dar su total adhesión al alto el fuego. La situación en el Líbano, ya afectada por una crisis económica profunda y un clima social complejo, permanece delicada. La necesidad de reconstrucción, particularmente en las regiones sur afectadas por los bombardeos, representa un desafío importante.
Estados Unidos y Francia, impulsores clave del acuerdo, se han mostrado optimistas sobre su capacidad para generar un cambio positivo, pero también han reconocido la fragilidad de la situación. La prolongación de la guerra en Gaza, en donde la situación humanitaria sigue siendo crítica y se mantienen tensiones entre Hamas e Israel, complica el escenario y pone en relieve la complejidad del contexto regional.
Implicaciones para la región: incertidumbre y riesgos
El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbolá es un paso importante, pero no garantiza la paz duradera en la región. La situación permanece volátil, con riesgos inherentes a la fragilidad del acuerdo y a las complejas dinámicas políticas y sociales que rigen en la región. La continuidad del conflicto en Gaza, la influencia de Irán en la región y las tensiones entre varios actores plantean interrogantes sobre la estabilidad a largo plazo.
Este alto el fuego puede considerarse una oportunidad para abordar las causas subyacentes del conflicto. El proceso de desmilitarización del sur del Líbano, sumado al apoyo internacional para el desarrollo económico, resulta clave. Sin embargo, la necesidad de abordar las demandas políticas de las diferentes partes involucradas, particularmente en relación con el destino de los territorios y las garantías de seguridad, es esencial para la construcción de la paz.
Un eventual fracaso del alto el fuego tendrá graves consecuencias para la estabilidad de la región, con un potencial de escalada de la violencia y un recrudecimiento de la crisis humanitaria. La cooperación internacional y el compromiso de los actores clave resultan fundamentales para asegurar el éxito de este alto el fuego y promover un futuro de paz y seguridad para los pueblos de la región.
En conclusión, el alto el fuego alcanzado entre Israel y Hezbolá es un acontecimiento significativo, pero su naturaleza frágil exige cautela y un enfoque integral que aborde las causas fundamentales del conflicto para promover la paz duradera en la región. La participación activa de actores internacionales y el compromiso político de las partes involucradas son esenciales para garantizar la sostenibilidad de este acuerdo y para evitar que las hostilidades se reanuden.