Tras décadas de silencio y una búsqueda incansable, la memoria de Virginia Beatriz Tempone, estudiante de Derecho secuestrada y asesinada durante la dictadura cívico-militar argentina, ha sido recuperada. Su identificación, lograda gracias al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), cierra un capítulo de dolor para su familia, pero abre uno nuevo de justicia y recuerdo.
Quién era Virginia
Virginia Beatriz Tempone, de 21 años, era una joven estudiante de Derecho en Mar del Plata, llena de sueños y un profundo compromiso con los derechos humanos. Su militancia política la convirtió en blanco de la represión, siendo secuestrada el 26 de enero de 1977. Su desaparición dejó un vacío inmenso en su familia y amigos, quienes nunca perdieron la esperanza de encontrarla.
La búsqueda incansable
Durante años, la familia de Virginia vivió en la incertidumbre, buscando respuestas y luchando contra el silencio impuesto por la dictadura. La búsqueda de Virginia se convirtió en un símbolo de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia en Argentina. Cada día era una batalla contra la desesperación, pero el amor y la esperanza nunca se extinguieron.
“Este es un momento de gran emoción para nosotros. Después de tantos años, finalmente podemos darle a Virginia un adiós digno y honrar su memoria.”
El papel del EAAF
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), verdaderos guardianes de la memoria, ha desempeñado un papel fundamental en la identificación de Virginia. Desde su fundación, el EAAF ha trabajado incansablemente para exhumar e identificar los restos de las víctimas de la dictadura, devolviéndoles su identidad y dignificando su memoria. Su labor, basada en la ciencia y el compromiso, ha sido crucial para reconstruir la verdad sobre los crímenes del pasado.
En el caso de Virginia, el EAAF exhumó una fosa común en el Cementerio Municipal de Avellaneda en 1989, donde sus restos habían sido arrojados tras su asesinato en abril de 1977. Sin embargo, la identificación de Virginia tardaría aún muchos años en concretarse. La intervención del EAAF en este lugar comenzó cuando el Equipo comenzó a exhumar fosas comunes e individuales que entre 1976 y 1978 habían sido utilizadas para inhumar personas sin identidad
“Luego de una exhaustiva investigación histórica que relevó tanto fuentes orales como documentales, descubrieron 19 fosas comunes -la mayor contenía un total de 28 esqueletos- y 18 fosas individuales: casi 250 cuerpos de personas que podrían haber sido víctimas de la represión fueron exhumados.
El ADN: Un hilo de esperanza
La identificación de Virginia fue posible gracias a la colaboración de su familia, quienes aportaron muestras de sangre para el cotejo genético. El ADN, como un hilo invisible que conecta a las generaciones, reveló la identidad de la joven estudiante, poniendo fin a décadas de incertidumbre y dolor. El hallazgo fue posible gracias al trabajo del EAAF, que desde 1984 ha recuperado y restituido identidades de víctimas del terrorismo de Estado. En este caso, la colaboración de la familia de Tempone fue clave: aportaron muestras de sangre que permitieron el cotejo genético. Los restos fueron exhumados originalmente en 1989, pero recién se logró la identificación definitiva ahora. Su familia, que reside actualmente en Alicante, España, recibió los restos para su restitución.
Un adiós en España
Tras la identificación de sus restos, estos fueron trasladados a Alicante, España, donde reside actualmente su familia. Allí, en la tierra que los acogió tras el exilio, Virginia pudo finalmente descansar en paz. El reencuentro, cargado de emoción y significado, representó el cierre de un círculo y el inicio de un nuevo capítulo en la historia familiar.
El legado
La historia de Virginia Beatriz Tempone es un recordatorio de la importancia de mantener viva la memoria y de seguir exigiendo justicia por los crímenes de la dictadura. Su nombre, rescatado del olvido, se une hoy a la larga lista de víctimas que claman por verdad y reparación. Su militancia, su compromiso con los derechos humanos y su amor por el Derecho son un legado que debemos honrar y defender. Hasta el momento, existen casi 700 personas identificadas con cuerpo; más de 140 identificadas sin cuerpo (a través de sus huellas dactilares) y otras 800 aún sin identificar. Según los investigadores, el mayor porcentaje de víctimas identificadas desaparecieron en 1976 y 1977, coincidiendo con los años en que se reportó la mayor cantidad de personas como desaparecidas.
La identificación de Virginia nos impulsa a seguir buscando a los más de 800 desaparecidos que aún aguardan ser encontrados. Su memoria, como un faro en la noche, nos guía en la incansable búsqueda de verdad y justicia.
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