¡La olla a presión libertaria está a punto de explotar! Y no, no hablamos de la economía, sino del volcánico vínculo entre el presidente Javier Milei y su vice, Victoria Villarruel. Tras semanas de dardos envenenados y silencios incómodos, Villarruel parece haber extendido una rama de olivo (o quizás una bandera blanca de rendición, según a quién le preguntes). ¿Se trata de una tregua estratégica para rearmarse, o es el principio del fin de la interna más explosiva del gobierno?
El tuit que desató la furia (y su silenciosa desaparición)
Recordemos el detonante: un tuit incendiario de Villarruel acusando a Francia de “colonialista”, que no solo provocó un incidente diplomático (con disculpas forzadas de Karina Milei incluidas), sino que desató la furia del presidente. El mensaje, fijado en el perfil de Villarruel como un desafío, era un recordatorio constante de la profunda grieta ideológica que separa a ambos líderes.
Pero, como por arte de magia (o por una orden directa de Milei, según los rumores que corren por los pasillos del poder), el tuit desapareció. ¿Un gesto de buena voluntad? ¿Una admisión de error? O más bien, ¿una jugada calculada para ganar tiempo y oxígeno político? Amarillo “Polémica” Pérez desmenuza las posibles interpretaciones.
Más allá del tuit: otros gestos sospechosos
La eliminación del tuit no es el único movimiento sospechoso de Villarruel. Su silencio ante los ataques públicos de Milei, su ausencia en las reuniones de Gabinete (¿castigo o estrategia?), y su repentina defensa del “nuestro gobierno” en redes sociales, levantan más preguntas que respuestas. ¿Está Villarruel jugando al ajedrez político, esperando el momento oportuno para dar jaque mate?.
Algunos analistas (y las malas lenguas) sugieren que Villarruel está acorralada. Sin el apoyo explícito de Milei, su poder dentro del gobierno se reduce a cenizas. Su base de seguidores, aunque ruidosa, no es suficiente para sostener una candidatura presidencial en 2027. ¿Estará Villarruel buscando una salida decorosa, o preparándose para una traición épica?
Milei: ¿Indiferente o maquinando?
Mientras tanto, Milei observa desde su trono libertario. ¿Le importa realmente la sumisión de Villarruel, o está demasiado ocupado con sus propios demonios (léase: la economía en llamas y la oposición que afila sus cuchillos)? Algunos creen que Milei disfruta del espectáculo, viendo cómo su vice se humilla públicamente. Otros, más conspiranoicos, sospechan que Milei está tejiendo una red para deshacerse de Villarruel en el momento más oportuno.
La pregunta del millón (o mejor dicho, de los millones de votos) es: ¿quién se beneficia de esta aparente tregua? ¿Es una victoria para Milei, que consolida su poder absoluto? ¿O es una jugada maestra de Villarruel, que se prepara para una venganza a fuego lento? Amarillo “Polémica” Pérez lo duda: “En este circo de egos y ambiciones desmedidas, el único ganador seguro es el público, que disfruta del show desde la platea.”
El futuro de La Libertad Avanza: ¿un castillo de naipes?
La interna Milei-Villarruel no es un simple chisme palaciego. Es un síntoma de la fragilidad de La Libertad Avanza, un partido construido sobre la personalidad de un líder mesiánico y una coalición de aliados incómodos. Si la tensión entre el presidente y su vice estalla, el castillo de naipes libertario podría derrumbarse, arrastrando consigo las esperanzas (o las ilusiones) de un cambio radical en Argentina.
Con las elecciones legislativas de 2025 en el horizonte, la unidad del oficialismo es más crucial que nunca. Pero, ¿puede haber unidad real cuando la desconfianza y la ambición reinan en las sombras? Amarillo “Polémica” Pérez apuesta por un final explosivo: “Prepárense para el gran estallido libertario. Será un espectáculo digno de ver.”
Mientras tanto, el país observa con una mezcla de fascinación y horror. La interna Milei-Villarruel es un reflejo distorsionado de la crisis política argentina: una tragicomedia donde los actores se devoran entre sí, mientras el escenario se incendia.