El retorno de Vélez Sarsfield a la gloria, coronándose campeón de la Liga Argentina 2024, trasciende el ámbito deportivo. Es una victoria construida sobre la base de valores, el desarrollo de jóvenes talentos y la firmeza ante situaciones de abuso. Sin embargo, este triunfo se ve empañado por una realidad económica que contrasta con la magnitud del logro. La pregunta que surge es inevitable: ¿cómo un club campeón recibe un premio económico ocho veces menor al de la liga boliviana?
Un campeonato forjado en la adversidad
Hace poco más de un año, Vélez luchaba por evitar el descenso. La amenaza latente sobre Gianluca Prestianni, joya de las inferiores, por parte de la barra brava, aceleró su salida del club. En medio de la crisis, los socios eligieron un nuevo camino, una nueva dirigencia encabezada por Fabián Berlanga y Augusto Costa. Este cambio de rumbo marcó el inicio de una transformación profunda, basada en la apuesta por las divisiones inferiores y la reconstrucción moral del club.
La rescisión de contratos a jugadores denunciados por violación y la decisión de rechazar el patrocinio de una casa de apuestas, aún con la tentadora inyección económica que representaba, definieron la identidad de este nuevo Vélez. Un club que prioriza los valores por encima del rédito económico inmediato, construyendo un proyecto a largo plazo basado en la ética y la responsabilidad social.
Juveniles: el corazón del campeón
La apuesta por los juveniles no fue una mera estrategia, sino una declaración de principios. Vélez se coronó campeón de la Copa Proyección de Reserva y arrasó en cuatro de las seis categorías juveniles. Jugadores como Damián Fernández y Maher Carrizo, formados en el club, se convirtieron en figuras clave en la obtención del título, demostrando la calidad de la cantera velezana.
Este modelo, reminiscente del Vélez campeón de la Intercontinental 1994 con Carlos Bianchi, ratifica la importancia de la inversión en las divisiones inferiores como base para un proyecto deportivo sostenible. No se trata solo de formar futbolistas, sino de construir identidad y sentido de pertenencia.
Quinteros: el arquitecto del éxito
Gustavo Quinteros supo sortear las dificultades iniciales, transformando la vergüenza de una goleada en contra en el Monumental en el combustible para la consagración. Supo gestionar un plantel con figuras de experiencia como Valentín Gómez y Claudio Aquino, combinándolos con jóvenes talentos y creando un equipo sólido y competitivo.
La garra de Braian Romero, las atajadas de Tomás Marchiori y el equilibrio de Christian Ordoñez y Agustín Bouzat fueron piezas fundamentales en el engranaje del campeón. Un equipo que supo sobreponerse a la adversidad y construir un camino propio hacia la gloria.
El dilema económico: ¿un premio a la altura del campeón?
El contraste entre la hazaña deportiva y la realidad económica del fútbol argentino genera un debate ineludible. El premio de 500 mil dólares para el campeón de la Liga Profesional, una cifra irrisoria en comparación con otros países de la región, pone en evidencia la fragilidad económica del fútbol local.
Mientras River Plate recibe la misma cantidad por la participación de un juvenil en un solo partido, Vélez Sarsfield obtiene un premio magro por un título que representa la culminación de un proyecto deportivo y social ejemplar. Esta situación plantea la necesidad de una revisión profunda del sistema de premios y la distribución de recursos en el fútbol argentino.
La comparación con la liga boliviana, donde el premio para el campeón es ocho veces mayor, resulta inevitable y dolorosa. ¿Cómo se puede pretender un fútbol competitivo y sostenible si los campeones no reciben un reconocimiento económico acorde a su logro? Este interrogante interpela a la AFA y a todos los actores del fútbol argentino.
Más allá de las cifras, el campeonato de Vélez es una historia de resiliencia, de apuesta por los valores y de confianza en los jóvenes. Un triunfo que inspira y que, a pesar del dilema económico, demuestra que es posible construir un fútbol diferente. Un fútbol donde la ética, la formación y el juego limpio sean los pilares fundamentales.