Córdoba está en llamas… ¡o al menos, eso parece si atendemos a los desmanes que sufre el transporte público! La ciudad, otrora tranquila, ahora vive al ritmo de los ataques con piedras a los colectivos de la línea 31 y 35 de Tamse. ¿El resultado? Cambios de rutas inesperados, usuarios furiosos y una sensación generalizada de inseguridad que está calando hondo en la población.
El caos en las líneas 31 y 35: ¿Una noche de terror o una pesadilla recurrente?
La Municipalidad, con la eficiencia de un caracol en una carrera de cien metros, anunció los cambios de recorrido como si se tratara de una simple modificación horaria. Nada más lejos de la realidad. Para muchos usuarios, la alteración del servicio durante la noche del lunes fue la gota que rebasó el vaso, la última provocación de una situación que, según ellos mismos denuncian, lleva arrastrándose por semanas.
El presidente de Tamse, Eduardo Ramírez, salió a dar la cara, o mejor dicho, la voz, ante las cámaras de Cadena 3. Su explicación, más tibia que el té de una abuela centenaria: “vandalismo”. Sí, la misma palabra que todos usan para tapar la incapacidad de las autoridades. Una palabra que suena a poco cuando la realidad grita por soluciones efectivas.
Ramírez habló de una mesa de trabajo que involucra a la Secretaría de Transporte y al Ministerio de Seguridad Provincial. Una mesa, sin duda, llena de buenas intenciones y pésima ejecución. ¿El resultado? Más confusión que certezas, más promesas incumplidas que soluciones tangibles.
La indignación de los vecinos: entre la bronca y el miedo
La bronca de los usuarios es palpable. No son solo cambios en los recorridos, son cambios en sus vidas, en sus rutinas, en su seguridad. “A la noche, directamente no para el colectivo”, declaró una vecina, reflejando el miedo a quedar atrapados en la oscuridad, a merced de los vándalos.
Más policías, más seguridad, más presencia estatal. Esas son las peticiones que se escuchan en cada esquina, cada testimonio. Peticiones lógicas, justas, necesarias. Pero hasta cuándo la respuesta será la misma: la eterna promesa sin cumplimiento.
La incertidumbre se apodera de la noche cordobesa. La pregunta que todos se hacen es si los cambios son solo para una noche, o si esto se convertirá en una nueva y triste normalidad. Los recorridos, según afirman algunos usuarios, vienen modificándose sin previo aviso desde hace semanas
El miedo no solo se apodera de la gente por la noche, también se evidencia la falta de previsión por parte de las autoridades. “Nos dejan allá arriba los días que se les da la gana a ellos y tener que bajar y correr peligro”, señaló un vecino con indignación, resaltando la problemática que supone un servicio de transporte que modifica sus rutas sin aviso previo
La reunión clave: ¿una solución a la vista o más de lo mismo?
Se espera que la reunión de esta tarde arroje luz sobre este oscuro panorama. Se definirán los recorridos de las líneas 31 y 35, y por fin, se sabrá si se implementará un operativo policial para proteger a los pasajeros y conductores. Mientras tanto, la ciudad de Córdoba sigue a la deriva, en una noche llena de piedras y desconfianza.
Pero no nos confundamos. No se trata solo de piedras, se trata del deterioro de la convivencia, el fracaso de la gestión y la profunda inseguridad que amenaza con apoderarse de la vida cotidiana de los cordobeses. Y por el momento, más allá de reuniones, palabras y promesas incumplidas, nadie parece hacerse cargo. ¿Dónde está la seguridad?
La situación requiere acciones concretas y una respuesta urgente. No más parches, no más promesas vacías. Se necesita un plan integral que garantice la seguridad de los usuarios y la normalización del servicio. ¡Basta de esta violencia que se apodera de las noches cordobesas!
El tiempo dirá si esta reunión cambiará el panorama, pero mientras tanto, la indignación sigue intacta, el miedo persiste en las sombras y la incertidumbre reina en las calles de Córdoba. Los vecinos esperan respuestas concretas, medidas efectivas, y un plan que realmente garantice su seguridad. De lo contrario, la situación no hará más que empeorar.