Uruguay se apresta a vivir un balotaje presidencial que se perfila como uno de los más ajustados de su historia. El oficialista Álvaro Delgado y el opositor Yamandú Orsi se enfrentan en una contienda que, según las encuestas, podría definirse por un margen mínimo, generando expectativa y anticipando una noche electoral llena de suspenso.
Un balotaje al filo del empate
Las últimas encuestas muestran una diferencia mínima entre ambos candidatos, fluctuando en márgenes de empate técnico, según la consultora. Factum, por ejemplo, otorga una ventaja de solo 0,5% a Orsi, mientras que otras proyecciones estiman una brecha de entre dos y cuatro puntos. Esta estrecha diferencia sugiere que el resultado final podría ser muy ajustado, incluso menor que el margen que dio la victoria a Luis Lacalle Pou en 2019 por menos de 40.000 votos.
La paridad en las proyecciones refleja la intensa polarización política del país y una campaña que, a pesar de los esfuerzos de ambos candidatos, ha mostrado pocos matices. Aunque Orsi partió con ventaja en la primera vuelta, la unidad de la coalición oficialista, Coalición Republicana, detrás de Delgado ha reducido considerablemente la distancia.
Esta campaña tiene particularidades. El perfil moderado y dialoguista de ambos candidatos, aun con ciertas controversias, no ha generado grandes confrontaciones y ha dejado el espacio para el debate en cuestiones específicas, algo muy diferente a campañas anteriores en Uruguay.
Estrategias de campaña: el voto Buquebus y la búsqueda del indeciso
En este escenario tan apretado, cada voto cuenta, y ambos bandos han desplegado estrategias para captar al electorado indeciso. El fenómeno del “voto Buquebus” – el esfuerzo para movilizar a los uruguayos residentes en Argentina para que crucen el Río de la Plata a votar – ha tomado relevancia. Tanto el Frente Amplio como la Coalición Republicana ofrecen importantes descuentos en pasajes para facilitar el viaje.
Orsi ha enfocado sus esfuerzos en la fidelización del voto del Frente Amplio, mientras busca erosionar los apoyos a socios menores de la Coalición Republicana, utilizando el apoyo del expresidente José Mujica, que si bien ha generado controversias, ha dado un importante empujón de votos.
Delgado, por su parte, apela a la buena imagen de la gestión de Lacalle Pou para atraer a los indecisos, al mismo tiempo que busca consolidar los apoyos de la coalición oficialista. La figura de Lacalle Pou ha jugado un rol significativo en su campaña.
En un giro estratégico inesperado, tras ciertas comparaciones poco afortunadas, Delgado ha manifestado públicamente su interés en trabajar con Orsi en caso de no resultar victorioso, un gesto que ha desconcertado algunos analistas políticos.
Un resultado que puede demorarse
La estrecha diferencia proyectada por las encuestas sugiere la posibilidad de un escrutinio prolongado y un resultado que podría tardar más en conocerse de lo habitual. El recuento de los “votos observados” se volverá crucial, considerando que suman más del doble de votos proyectados de diferencia entre los candidatos, tal y como ocurrió en 2019. Esto mantendrá la expectativa alta en la noche electoral.
Además de los “votos observados”, se espera una alta afluencia de votantes provenientes de Argentina, lo que añade más complejidad al escrutinio. Según datos del Frente Amplio, se estima que hasta 18.000 personas podrían llegar desde el país vecino para participar de la votación. Esta cantidad de votos podría ser clave para determinar el próximo presidente de Uruguay
El regreso del Frente Amplio al poder marcaría un cambio significativo en la política uruguaya, particularmente por la composición del Parlamento, en donde la coalición de izquierda tiene mayorías importantes, con 16 de los 30 senadores y cerca de lograr la mayoría en la Cámara de Diputados.
La posibilidad de un regreso de la izquierda en este contexto de gran paridad es un dato muy relevante, y que va a mantener a la región expectante, pendiente de lo que pueda significar este resultado para los equilibrios políticos en la zona.
Expectativas y desafíos para el futuro
Independientemente del ganador, los desafíos que enfrenta el próximo presidente son importantes. El costo de vida, la seguridad pública y la mejora de los servicios públicos serán temas prioritarios en su agenda. El nuevo gobierno deberá gestionar con prudencia las expectativas generadas durante la campaña y deberá tender puentes entre los sectores divididos de la sociedad uruguaya.
La estabilidad económica del país en medio de un panorama regional inestable y la consolidación de una agenda que promueva el crecimiento económico sostenible serán cruciales para el éxito del próximo gobierno. A pesar de una campaña relativamente tranquila, con pocos momentos de tensión, el ganador tendrá el desafío de unir al país.
El resultado del balotaje uruguayo tendrá implicaciones importantes para la política interna del país y para sus relaciones con la región, especialmente por el ajuste político y el nuevo escenario que significa el nuevo Gobierno. Cualquiera que sea el resultado, se espera que la noche del 24 de noviembre marque un punto de inflexión en la historia política de Uruguay.
Por Ramiro Pellet Lastra
Periodista especializado en política uruguaya.