Cada día, miles de trabajadores, estudiantes y jubilados en CABA enfrentan una creciente presión económica. A partir de este martes, viajar en colectivo y subte es un 4.4% más caro. Este incremento se suma a una serie de subidas que, según el gobierno, buscan ‘recomponer el atraso de la tarifa’ y ‘mejorar el servicio’. Sin embargo, muchos se preguntan si estas mejoras son reales o simplemente un pretexto para aumentar la carga sobre los ciudadanos.
Transporte público en CABA: Aumentos que impactan el bolsillo
El impacto se siente directamente en el bolsillo. El boleto mínimo de colectivo pasó de $408,24 a $426,21. El subte, con un servicio que a menudo deja que desear, aumentó de $832 a $869. Para quienes utilizan las autopistas Perito Moreno y 25 de Mayo, el peaje en hora pico ahora cuesta $3.528,70, mientras que en la autopista Illia asciende a $1.467,01. Datos oficiales de la Ciudad de Buenos Aires indican un aumento del 15% en el costo del transporte público en los últimos tres meses, superando la inflación proyectada para el mismo período.
La Ciudad argumenta que estos aumentos están acompañados de medidas para mejorar el servicio, como estudios de recorridos, combinaciones con otras opciones de movilidad (como el sistema Ecobici) y la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito y débito en algunas líneas. Sin embargo, la efectividad de estas medidas es cuestionable, ya que muchos usuarios se quejan del mal estado de las bicicletas del Ecobici y de la limitada disponibilidad del pago con tarjeta.
Aumentos también en la Provincia de Buenos Aires
La Provincia de Buenos Aires no se queda atrás. El gobierno de Axel Kicillof también incrementó las tarifas de los colectivos en un 4,4%. A diferencia de la Ciudad, la Provincia no promete mejoras significativas en el servicio. Este aumento se suma a la creciente presión sobre los residentes de la provincia, muchos de los cuales dependen del transporte público para ir a trabajar o estudiar.
¿Y la Nación? Estrategias y Modernización en el Transporte Público
A nivel nacional, la situación es compleja. Si bien existe una resolución que estipula la actualización bimestral del boleto de colectivo según el IPC, el último ajuste se realizó en agosto del año pasado. Fuentes del Gobierno Nacional indican que esta medida se debe a la preocupación por el impacto inflacionario de los aumentos en un año electoral. Sin embargo, esta decisión genera una creciente brecha entre las tarifas de la Ciudad y las de jurisdicción nacional, afectando principalmente a los porteños.
En este contexto, el Gobierno Nacional impulsa la modernización de los pagos en el transporte público, permitiendo el uso de tarjetas de crédito y débito en algunas líneas y ciudades del país. Según el Gobierno, esta medida busca ‘modernizar el transporte público’ y ‘sacarle el monopolio del sistema SUBE al Estado’. No obstante, la SUBE seguirá vigente y siendo esencial para mantener los beneficios sociales y descuentos, limitando la libertad de elección para muchos usuarios.
La implementación de esta modernización es gradual y solo abarca algunas ciudades y líneas, generando confusión entre los usuarios. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) analiza habilitar el pago con códigos QR a fines de mayo, pero solo en aquellas localidades que ya tengan habilitado el uso de medios de pago alternativos, añadiendo más burocracia al proceso. Voceros del gobierno sugieren que esta iniciativa permitirá que las entidades bancarias ofrezcan mejores ofertas a sus clientes, aunque muchos dudan de que esto se traduzca en una reducción real de las comisiones.
Reflexiones finales: Un llamado a la acción
Ante este panorama, es fundamental que los ciudadanos hagan oír su voz. Participar en encuestas, contactar a sus representantes y unirse a grupos de defensa del consumidor son algunas de las formas en que podemos exigir un transporte público digno, eficiente y accesible para todos.
Es hora de que levantemos la voz y exijamos un transporte público digno, eficiente y accesible para todos. Un transporte que nos conecte, no que nos separe. Un transporte que nos impulse, no que nos frene.
El transporte público no es un lujo, es un derecho. Y como tal, debemos defenderlo con uñas y dientes. No podemos permitir que nos lo sigan arrebatando.