El río Paraguay, usualmente un camino de vida para las comunidades ribereñas de Formosa, se convirtió en una trampa mortal para tres docentes. Rodolfo Ferraut, Edith Cantero y Graciela Ramos, perdieron la vida tras zozobrar la lancha en la que regresaban de impartir clases en la Escuela N° 171 “Ejército Argentino”, ubicada en la isla General Manuel Belgrano, también conocida como Isla Buey Muerto. Un fuerte temporal, con ráfagas de viento que azotaron la pequeña embarcación, fue el detonante de la tragedia que enluta a la comunidad educativa formoseña.
Una travesía que terminó en tragedia
La jornada del jueves comenzó con la normalidad aparente de cualquier día escolar en la Isla Buey Muerto. Dos lanchas, transportando a los docentes que impartían clases en la escuela isleña, emprendieron el regreso a Puerto Pilcomayo. La primera embarcación, proveniente de la Isla Apando, logró llegar a su destino antes de que el temporal azotara con toda su furia. Sin embargo, la segunda lancha, en la que viajaban Ferraut, Cantero y Ramos, no corrió la misma suerte.
Alrededor de las 12:30 del mediodía, la pequeña lancha con los tres docentes a bordo se adentró en las aguas del río Paraguay. El cielo, que hasta entonces se mostraba despejado, comenzó a cubrirse de nubarrones oscuros. En cuestión de minutos, el viento arreció y la lluvia se desató con intensidad. Las olas, cada vez más grandes, golpeaban sin piedad la frágil embarcación. La lucha contra la naturaleza se tornó desigual, y finalmente, la lancha zozobró, arrojando a sus ocupantes a las aguas turbulentas.
La desesperada búsqueda y el hallazgo de los cuerpos
La demora en la llegada de la lancha a Puerto Pilcomayo encendió las alarmas. La Prefectura Naval Argentina, alertada de la situación, desplegó rápidamente un operativo de búsqueda y rescate. Lanchas rápidas surcaron las aguas del río, mientras que familiares, amigos y voluntarios se sumaban a la angustiante espera en la costa. La comunidad isleña, conocedora de los peligros del río, también aportó su experiencia y conocimiento del terreno en la búsqueda de los desaparecidos.
Las primeras señales de la tragedia aparecieron flotando a la deriva: la lancha volcada y algunos chalecos salvavidas. El hallazgo confirmó los peores temores. Horas más tarde, los cuerpos sin vida de Edith Cantero y Graciela Ramos fueron encontrados en la costa, cerca del lugar del accidente. La búsqueda continuó hasta el día siguiente, cuando finalmente se recuperó el cuerpo de Rodolfo Ferraut, el director de la escuela, completando así el trágico cuadro.
Más allá de la tragedia: la realidad de la educación rural
La tragedia de Formosa pone en evidencia las difíciles condiciones en las que trabajan muchos docentes en zonas rurales de Argentina. La falta de infraestructura adecuada, las largas distancias y la necesidad de utilizar medios de transporte precarios, como pequeñas embarcaciones a merced de las inclemencias del tiempo, son solo algunas de las dificultades que enfrentan a diario.
En la Isla Buey Muerto, como en tantas otras comunidades aisladas, la escuela representa un faro de esperanza para los niños y jóvenes. Los docentes, con su vocación de servicio y su compromiso con la educación, se convierten en figuras clave para el desarrollo de estas comunidades. Su labor trasciende la enseñanza de conocimientos, ya que a menudo son quienes promueven la integración social, la salud y el bienestar de sus alumnos.
Edith Cantero, Graciela Ramos y Rodolfo Ferraut, eran más que docentes, eran un puente entre los jóvenes de la isla y un futuro mejor. Su pérdida irreparable deja un vacío profundo en la comunidad educativa y en la sociedad formoseña en su conjunto.
El trágico accidente no solo enluta a Formosa, sino que también interpela a toda la sociedad argentina sobre la necesidad de garantizar condiciones dignas y seguras para los docentes que trabajan en zonas rurales. La inversión en infraestructura, la provisión de medios de transporte seguros y la mejora de las condiciones laborales son cruciales para asegurar una educación de calidad y evitar que tragedias como esta se repitan.
Las autoridades locales han decretado tres días de duelo en la ciudad de Clorinda, en homenaje a los docentes fallecidos. La comunidad educativa, conmovida por la pérdida, ha organizado diversos actos para recordar a sus colegas y exigir justicia. La investigación del accidente continúa en curso, a cargo del Juzgado Federal N°2 y del Juzgado de Instrucción y Correccional N°1 de Clorinda. Se espera que se esclarezcan las circunstancias del siniestro y se determinen las responsabilidades correspondientes.
Un llamado a la reflexión
La tragedia del río Paraguay debe servir como un llamado a la reflexión sobre la importancia de valorar y proteger a los docentes, quienes con su trabajo silencioso y abnegado contribuyen a la construcción de un futuro mejor para las nuevas generaciones. Es imperativo que las autoridades nacionales y provinciales tomen medidas concretas para garantizar la seguridad y el bienestar de los educadores, especialmente aquellos que se desempeñan en zonas rurales y aisladas. La memoria de Edith Cantero, Graciela Ramos y Rodolfo Ferraut debe ser un recordatorio permanente de la deuda que la sociedad argentina tiene con sus docentes.