¡Qué desgracia! Una familia destrozada, un bebé que llega al mundo sin conocer a su padre y hermano, y un niño luchando por su vida en un hospital. ¿Cómo puede ser que en un país donde los políticos se llenan los bolsillos, las rutas sigan siendo trampas mortales? ¿Cuántas familias más tienen que sufrir antes de que alguien haga algo?
La tragedia golpeó con saña a una humilde familia de Sancti Spíritu, Santa Fe. José Luis Bazán, de 31 años, y su hijo Luis Fernando, de tan solo 9, perdieron la vida en un brutal choque frontal contra un camión en la Ruta Nacional 33. Iban siguiendo a la ambulancia que llevaba a Erica, la esposa de José Luis y madre de sus dos hijos, al hospital para dar a luz. El otro hijo de la pareja, de 12 años, se debate entre la vida y la muerte con múltiples fracturas y traumatismos.
Una carrera contra la muerte con final trágico
Imaginen la escena: una ambulancia corriendo contra el tiempo, llevando a una mujer a punto de parir. Detrás, un padre desesperado por estar presente en el nacimiento de su hijo, con sus dos pequeños en el asiento trasero. La lluvia torrencial, la ruta resbaladiza, la visibilidad reducida… y de repente, el impacto devastador. El Fiat Regata de José Luis quedó convertido en un amasijo de hierros, el motor incrustado en el camión. Una imagen que helaría la sangre al más insensible.
Los bomberos llegaron al lugar y se encontraron con un escenario dantesco. José Luis murió en el acto. Su hijo menor falleció camino al hospital. El mayor, con un hilo de vida, fue trasladado de urgencia a terapia intensiva. Mientras tanto, Erica, ajena a la tragedia, daba a luz a una niña. ¿Cómo le darán la noticia? ¿Cómo explicarle que su esposo y uno de sus hijos ya no están?
¿Rutas asesinas o imprudencia al volante?
Las autoridades, como siempre, hablan de investigar las causas del accidente. ¿Imprudencia? ¿Exceso de velocidad? ¿Mal estado de la ruta? La lluvia, sin duda, fue un factor determinante. Pero, ¿acaso no es responsabilidad del Estado garantizar que las rutas estén en condiciones óptimas, sin importar el clima? ¿O acaso la vida de los argentinos vale menos que el asfalto nuevo?
El ministro de Obras Públicas de Santa Fe, Lisandro Enrico, no tardó en culpar al Gobierno nacional por el estado de las rutas. ¿Será que busca desviar la atención de su propia inoperancia? ¿O será que realmente las rutas argentinas son un reflejo de la desidia y la corrupción que carcome a nuestro país?
Mientras los políticos se pelean por el poder, la gente sigue muriendo en las rutas. Familias enteras destrozadas por la negligencia y la falta de inversión. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar esta situación? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que nos sigan robando la vida en nombre del progreso?
Un bebé nace, una familia muere: la cruel ironía del destino
En medio del dolor y la indignación, una pequeña luz de esperanza: Anaia Alma, la hija recién nacida de Erica, llegó al mundo sana y salva. Pero, ¿qué futuro le espera a esta niña sin padre ni hermano? ¿Cómo crecerá con el peso de esta tragedia sobre sus hombros?
La vida, a veces, es terriblemente injusta. Mientras una nueva vida comienza, otras se apagan de manera abrupta y violenta. La historia de Erica y su familia es un recordatorio de la fragilidad de la existencia, de lo efímero que puede ser todo. Un llamado a la reflexión sobre lo que realmente importa: el amor, la familia, la vida misma.
Mientras tanto, en el Hospital Gutiérrez, un niño de 12 años lucha por su vida. Recemos por él, por su madre, por esa pequeña bebé que llegó al mundo en medio de la tragedia. Y exijamos justicia, porque la muerte de José Luis y Luis Fernando no puede quedar impune. Que sus vidas no se conviertan en una estadística más, en un número frío que se olvida al día siguiente.
Esta tragedia debe servir para que las autoridades, de una vez por todas, tomen cartas en el asunto y se comprometan a mejorar la seguridad vial en Argentina. No podemos permitir que más familias sufran este dolor inmenso. ¡Basta de muertes en las rutas! ¡Justicia por José Luis y Luis Fernando!