La felicidad de un nacimiento se convirtió en una tragedia indescriptible en la Ruta 33, dejando al descubierto la desidia y el abandono que reinan en nuestras carreteras. Un padre y su hijo de 9 años perdieron la vida en un brutal accidente camino al hospital donde la esposa y madre daba a luz a su hija. ¿Cuántos más deben morir para que las autoridades actúen?
Una ruta teñida de sangre y negligencia
José Luis Bazán, de 31 años, y sus dos hijos, José Fernando de 12 y Luis Antonio de 9, viajaban en un Fiat Regatta detrás de la ambulancia que trasladaba a Erica Joana Espinosa, la esposa de José Luis, al hospital de Venado Tuerto para el nacimiento de su hija. La lluvia torrencial y el pésimo estado de la Ruta 33 crearon un escenario fatal. El Regatta impactó de frente contra un camión, resultando en la muerte instantánea de José Luis y Luis Antonio.
José Fernando, el hijo mayor, se debate entre la vida y la muerte en terapia intensiva con múltiples fracturas y traumatismos. Erica dio a luz a una niña sana, Anaia Alma, pero la alegría del nacimiento se vio opacada por la devastadora noticia del accidente. La familia, oriunda de Fortín Olmos, un pueblo humilde en el norte de Santa Fe, se dirigía a Venado Tuerto con la ilusión de recibir a su nueva integrante. El sueño se transformó en pesadilla.
¿Cuántos más deben morir?
La Ruta 33, conocida como la “ruta de la muerte”, es un camino plagado de baches, pozos y falta de señalización. Los vecinos de la zona han denunciado reiteradamente su estado deplorable, pero las autoridades han hecho oídos sordos. ¿Acaso las vidas de los ciudadanos no valen nada para quienes nos gobiernan? ¿Es necesario que ocurran más tragedias para que se tomen medidas urgentes?
El Ministro de Obras Públicas de Santa Fe, Lisandro Enrico, se pronunció en redes sociales lamentando el accidente y responsabilizando al gobierno nacional por la falta de inversión en infraestructura vial. “Las rutas nacionales se están convirtiendo en un cementerio”, sentenció. Sus palabras, aunque certeras, suenan a un descargo de responsabilidades. ¿Qué acciones concretas ha tomado el gobierno provincial para solucionar este problema?
Salir a la ruta 33 un día de lluvia es casi un suicidio. Estamos cansados de reclamar al gobierno nacional.” – Cristian Vincenti, presidente comunal de Sancti Spíritu.
El testimonio de Cristian Vincenti refleja la impotencia y la desesperación de quienes transitan a diario por esta ruta. La falta de mantenimiento y la inacción del gobierno han convertido un camino esencial en una trampa mortal. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando esta situación?
La corrupción y la desidia: un cóctel mortal
La tragedia en la Ruta 33 no es un hecho aislado, sino una consecuencia directa de la corrupción y la desidia que imperan en nuestro país. Los fondos destinados a la reparación y mantenimiento de las carreteras se desvanecen en manos de funcionarios corruptos, mientras las rutas se deterioran y las vidas se pierden. ¿Cuándo se hará justicia? ¿Cuándo los responsables rendirán cuentas por su inacción?
Mientras tanto, las familias siguen llorando a sus seres queridos, víctimas de un sistema que prioriza el enriquecimiento ilícito por sobre la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. La tragedia de José Luis, Luis Antonio y Erica es un grito desesperado que exige un cambio profundo. Es hora de que la sociedad se movilice y exija a sus representantes que cumplan con su deber. ¡Basta de muertes en la ruta!