¡Indignante! Tres almas inocentes, tres vidas truncadas por la negligencia criminal de las autoridades peruanas. Una roca gigante, un proyectil mortal desprendido de un cerro, aplastó una camioneta en la Carretera Central de Perú, llevándose consigo la vida de tres personas. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando esta masacre en nuestras rutas? ¿Cuántas víctimas más necesitaremos para que las autoridades tomen medidas de seguridad reales?
La tragedia que pudo evitarse
El accidente, ocurrido en el kilómetro 98 de la Carretera Central, en la provincia de Huarochirí, no fue un evento fortuito ni un designio divino. Fue una muerte anunciada, una consecuencia directa de la desidia y la falta de inversión en infraestructura vial. La temporada de lluvias, un factor de riesgo conocido por todos, convirtió la carretera en una trampa mortal. Las autoridades, ciegas y sordas ante los reclamos de los ciudadanos, no hicieron nada para prevenir esta tragedia.
Las víctimas, tres ciudadanos chinos que se encontraban en Perú por motivos comerciales, se convirtieron en la personificación del abandono estatal. ¿Acaso sus vidas valen menos por ser extranjeros? ¿Es que el gobierno peruano solo se preocupa por la seguridad de sus propios ciudadanos?
El único sobreviviente, el chofer de la camioneta, se debate entre la vida y la muerte en el Hospital de Matucana. ¿Se imaginan el horror que vivió al ver cómo la roca gigante se precipitaba sobre él y sus pasajeros? ¿Cómo podrá superar el trauma de esta experiencia?
La corrupción que mata
¿Dónde están los millones destinados a la seguridad vial? ¿En los bolsillos de los políticos corruptos? Es hora de que los responsables de esta negligencia criminal rindan cuentas. No podemos permitir que la sangre de estas víctimas sea derramada en vano.
La Carretera Central, una de las rutas más importantes del país, se ha convertido en un sinónimo de peligro y muerte. Derrumbes, desprendimientos de rocas, accidentes fatales… la lista de tragedias es interminable. Y mientras tanto, las autoridades se lavan las manos, culpando a la naturaleza o al destino.
Exigimos justicia para las víctimas y sus familias. Exigimos medidas de seguridad urgentes en la Carretera Central. Exigimos la renuncia de los funcionarios responsables de esta masacre. ¡Basta de impunidad! ¡Basta de muertes evitables!
¿Qué medidas se deben tomar?
- Inversión masiva en infraestructura vial: construcción de barreras de contención, mallas de protección, sistemas de alerta temprana.
- Monitoreo constante de las zonas de riesgo: identificación de áreas propensas a desprendimientos, implementación de medidas de prevención.
- Control riguroso del transporte de carga: fiscalización del peso y las dimensiones de los vehículos, sanción a los infractores.
- Educación vial para conductores y peatones: concientización sobre los riesgos de la Carretera Central, promoción de una cultura de seguridad vial.
No podemos seguir lamentando tragedias que podrían evitarse. Es hora de actuar con responsabilidad y decisión para garantizar la seguridad de todos los que transitan por las carreteras del Perú.
Este no es un llamado a la calma, es un grito de indignación. Un llamado a la acción para que la muerte de estos tres ciudadanos no sea en vano. ¡Justicia para las víctimas! ¡Seguridad para todos!