¿Te has preguntado cómo suena la nostalgia? Cierra los ojos e imagina un bandoneón que respira tango en las calles de Madrid, pero que a la vez, suspira por las sierras cordobesas. Ese es el sonido de Tito Cartechini, un maestro que dialogó con Cadena 3 sobre su vida, su música y su eterno retorno a Córdoba.
El Legado de un Maestro: De Morón a los Grandes Escenarios
Héctor “Tito” Cartechini nació en Morón, Buenos Aires, y desde los cinco años, el bandoneón se convirtió en su fiel compañero. A los 13, ya era un profesional, iluminado por la guía de dos leyendas: Aníbal Troilo y Domingo Matíos. En palabras del propio Tito, “Troilo fue un gran maestro. No es fácil de explicar lo de Troilo”. Su enseñanza, más allá de los libros, era una inmersión en la esencia del tango: “Te enseñaba lo que está en la calle, lo que está en los cordones, lo que está en los taxistas”, recuerda con una sonrisa.
“Troilo fue un gran maestro. Te enseñaba lo que está en la calle, lo que está en los cordones, lo que está en los taxistas”.
La carrera de Tito es un recorrido por la historia viva del tango. Integró las orquestas de Osvaldo Piro, Miguel Caló, Horacio Salgán y Osvaldo Pugliese, acompañando a figuras como Edmundo Rivero, Hugo del Carril, Tita Merelo, Susana Rinaldi y Jorge Sobral. Su talento trascendió fronteras, colaborando con Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y Pasión Vega. “Grabé con Astor Piazzolla”, comenta Tito, reviviendo su paso por el quinteto del genio en los años 70.
El Exilio Dulce: Madrid como Refugio
Hace 23 años, Tito Cartechini, junto a su esposa, compañera de vida durante 54 años, decidió emigrar a Madrid. El motivo, el futuro de su hijo, ingeniero aeronáutico sin oportunidades en Argentina. “¿Por qué se vino para acá usted?”, le preguntó Rony Vargas en la entrevista. “Yo tengo un solo hijo, y en Argentina no tenía trabajo. Entonces, le propuse que se viniera para acá. Y después, claro, te falta el único hijo”, respondió con una sencillez que revela la importancia de la familia en su vida.
“Yo tengo un solo hijo, y en Argentina no tenía trabajo. Entonces, le propuse que se viniera para acá. Y después, claro, te falta el único hijo”
En España, Tito encontró un hogar y un público que valora su arte. Sin embargo, su corazón siempre vuelve a Córdoba, a su casa en la calle 9 de Julio de La Calera. “Extraño mucho a la gente. Córdoba tiene algo… no sé qué tiene. Aparte de la sierra, los ríos, lo más importante es la gente”, confiesa con una voz impregnada de nostalgia, evocando figuras entrañables como el Sapo Cativa.
El Hechizo de las Sierras Cordobesas
Tito recuerda con cariño una anécdota con Osvaldo Piro. Tras instalarse en La Calera, se encontró con Piro en Buenos Aires. “¿Qué haces en Córdoba?”, le preguntó el maestro. “Encontré una nueva vida y me gustó la sierra, la gente, el tiempo”, respondió Tito. Años después, Piro también se mudó a Córdoba y, al verlo, Tito le devolvió la pregunta: “¿Y vos qué haces acá?”. “Ahora yo no me puedo ir de acá”, respondió Piro, confirmando el embrujo de las sierras.
Mercedes Sosa: Un Encuentro que Marcó su Camino
La emoción se intensifica al hablar de Mercedes Sosa, a quien acompañó con su bandoneón. “Era súper sencilla, pero profesionalmente una grande”, describe Tito, resaltando la humildad y el talento de la inolvidable “Negra”. A pedido de Rony Vargas, Tito interpretó un fragmento en su homenaje, llenando el aire de respeto y admiración.
Su música también es un tributo a su esposa, a quien dedicó un tango inspirado en su trabajo con Piazzolla. Y, como un regalo para los oyentes, interpretó otro tango, con un saludo especial a la familia Forgione de La Calera. En cada melodía, Tito reafirma su amor por el tango, su historia y su gente.
Un Legado Inmortal
A pesar de sus casi ocho décadas y la imposibilidad de viajar a Argentina, Tito Cartechini mantiene intacta su pasión. “La música es mi vida. No hay día que no esté componiendo, arreglando”, confiesa, revelando la fuente inagotable de su creatividad. Su legado, como el eco de un bandoneón en la noche porteña, sigue vivo, uniendo pasado, presente y futuro.
Al despedirse de Rony Vargas, Tito expresó su gratitud: “El agradecido soy yo. Córdoba me dio mucho”. Sus palabras, un abrazo para quienes sienten el amor por su tierra, la magia del tango y la nostalgia de un tiempo que vive en la memoria.
Desde Madrid con amor, el bandoneón de Tito Cartechini sigue latiendo por Córdoba, uniendo distancias, evocando recuerdos y celebrando la vida a través de la música. Su historia es un ejemplo de perseverancia, pasión y amor por las raíces, una inspiración para las futuras generaciones de músicos.