La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que azotó España en días recientes dejó imágenes desoladoras en la ciudad de Málaga y sus alrededores. Un testimonio en primera persona ayuda a dimensionar la magnitud de este fenómeno climático.
Javier González, un argentino oriundo de Tres Arroyos, vive en Colmenar, un pueblo situado a 30 kilómetros de Málaga. Desde su residencia, presenció el impacto devastador de la DANA y relata la experiencia para La Voz del Pueblo.
El impacto de la DANA en Málaga: Un relato de primera mano
“En 48 años que tengo, nunca vi algo así”, expresa González, describiendo la noche del miércoles, cuando la tormenta alcanzó su punto álgido. Afortunadamente, él y su familia se encuentran ilesos.
La experiencia en Colmenar contrastó con la situación en Málaga. Mientras el pueblo sufrió interrupciones menores, como la imposibilidad de ir a trabajar en la ciudad, Málaga padeció los efectos más intensos de la DANA. González relata: “Al pueblo, la DANA no lo afectó tanto, pero sí a la capital. A nosotros, por ejemplo, lo que nos ocasionó es que no pudimos ir a trabajar. Mi lugar de trabajo es en la capital y nos sugirieron no salir de nuestras casas”.
La alerta y la espera
La alerta de Defensa Civil llegó a los teléfonos alrededor de las once de la noche del martes. La advertencia, en el contexto de los devastadores acontecimientos en Valencia – donde la DANA causó más de 200 muertes -, generó preocupación e incertidumbre. “Es la primera vez en 48 años de vida que tengo, que recibo una alerta en el teléfono de este tipo que nos sugerían no salir de las casas. Sin dudas que fue un momento incómodo, de incertidumbre y de tensión porque no sabíamos lo que iba a pasar”, recuerda González.
La mañana del miércoles comenzó con un respiro; sin lluvia. González y su familia se prepararon para ir a trabajar, hasta que una nueva alerta modificó sus planes: “Al otro día, o sea el miércoles a las 8 de la mañana, vimos que no llovía; entonces nos preparamos para ir a trabajar. Después nos avisaron que a las 10 de la mañana se iban a dar las lluvias fuertes”.
La tormenta y sus consecuencias
La intensidad de la precipitación fue impresionante: 300 milímetros de lluvia por metro cuadrado en tan solo cinco horas. González destaca que en Valencia llovió el doble en el mismo período, lo que explica la mayor magnitud del desastre en esa región. Las zonas bajas de Málaga, como muchos pueblitos cercanos, se vieron gravemente afectadas por desbordes de arroyos e inundaciones.
El impacto sobre Málaga fue profundo. “La capital era una ciudad desierta. Parecía la pandemia”, describe González, subrayando la magnitud del evento. Muchos habitantes no salieron de sus casas durante todo el miércoles, mientras la tormenta se abatía sobre la ciudad. El mayor daño se concentró en las zonas con construcciones cercanas a los ríos; una decisión que resultó fatal ante la fuerza de la DANA.
González, quien trabaja en una agencia inmobiliaria en Málaga, señala que la gente se había confiado debido a la escasez de lluvias en la región, no anticipando una situación de tal gravedad. La última gran inundación en Málaga había ocurrido en 1989, enfatizando la excepcionalidad de este evento meteorológico.
¿Qué es una DANA?
Una DANA, o Depresión Aislada en Niveles Altos, es una masa de aire frío que se desprende de una corriente más fría y desciende sobre una masa de aire caliente. Esto genera perturbaciones atmosféricas, frecuentemente acompañadas de intensas precipitaciones. Si bien no siempre resultan en lluvias torrenciales, la DANA de este mes en España demuestra los efectos devastadores que puede tener, especialmente considerando que el país ha sido golpeado dos veces por este tipo de fenómeno. Esto es un potente indicador del cambio climático y sus consecuencias impredecibles.
El testimonio de una experiencia extrema
El relato de Javier González, un argentino testigo presencial de la DANA en Málaga, proporciona una perspectiva humana a un evento meteorológico de gran magnitud. Su testimonio deja en evidencia la fuerza de la naturaleza, la importancia de la preparación ante eventos climáticos extremos y el riesgo asociado con la ocupación de áreas vulnerables.
La experiencia vivida por González sirve como recordatorio de los efectos del cambio climático y la necesidad de mayor planificación e inversión en infraestructura para mitigar los daños de futuras tormentas de igual o mayor intensidad.