En un mundo dominado por la cultura del “chispazo breve”, donde la atención se dispersa entre fragmentos de contenido efímero, Telescopios se atreve a contracorriente con su nuevo álbum, IV, una obra de 15 canciones que se niega a diluirse en la vorágine digital. Con una duración superior a los 46 minutos, IV es una declaración de principios de la banda cordobesa, una apuesta por la experiencia musical completa y profunda, que aspira a trascender el consumo inmediato para instalarse en el tiempo, dejando una marca perdurable.
La locura de la cordura: Un álbum introspectivo
La frase “Aunque finjamos cordura, todos sabemos que estamos dementes”, extraída de una de las canciones del álbum, encapsula la esencia de IV. No se trata solo de una observación sobre la condición humana, sino también de un reflejo de la propia creación musical del grupo. Telescopios asume la locura creativa, esa energía caótica que da origen a composiciones ricas, sofisticadas, pero siempre asequibles. La banda asume también una búsqueda incesante de la perfección en cada nota.
La música de IV se define por su pop psicodélico; cada canción es un viaje introspectivo a un mundo descrito por los mismos artistas como “lleno de incertidumbre, individualismo y locura”. Es una exploración honesta y, en ocasiones, sarcástica, de la sociedad contemporánea. Pero, al mismo tiempo, el álbum es un oasis de conexión, un reflejo del cariño entre la banda y su público.
Un álbum que envejezca bien: La larga duración como declaración de principios
En una era donde las plataformas de streaming recompensan los “hits” cortos y pegadizos, el álbum de 15 temas de Telescopios representa una valentía audaz. Rodrigo Molina, bajista y vocalista, lo explica con claridad: “Anticuado o no, nuestra meta era hacer un álbum que envejezca bien. En una dinámica toda fragmentada, esa idea perdía fuerza”. Es una postura consciente, una apuesta por la música como un arte que se disfruta con el tiempo y la reflexión, no solo como una sucesión de impactos momentáneos.
Esta elección estética trasciende la mera preferencia artística. Se refleja en cada rincón de la producción: en la precisión de la mezcla, en la potencia y riqueza de los sonidos, en la selección minuciosa de los temas, en la profundidad de las letras, que buscan generar un impacto más allá del consumo inmediato. IV, en este sentido, no solo es un disco para escuchar, sino una invitación a la inmersión.
La experiencia Telescopios: Más allá del álbum
La producción de IV no se limita al estudio de grabación. Los miembros de Telescopios, Molina, Ferrán, Moroni y Ludueña, han trabajado incansablemente para crear una experiencia musical integral. La canción “La Mitad”, por ejemplo, tiene la intensidad de una película, transportando al oyente a una escena apocalíptica.
Bernardo Ferrán, quien además se destaca como un reconocido productor regional, explica su enfoque en la colaboración: “Lo importante es que todo lo que haces se complemente, retroalimente”. Esta sinergia creativa, enriquecida por las experiencias de trabajar con una diversidad de artistas, se percibe en cada capa de sonido del álbum. Incluso la participación especial de Barbi Recanati, en la canción “Cuando pierdas la cabeza”, es un ejemplo claro de esta colaboración fructífera, una unión de talentos que eleva la calidad del disco.
Influencias y contexto: Un viaje a través de la música y la sociedad
Las influencias de Telescopios son diversas, y van desde referentes internacionales como Tame Impala y Daft Punk hasta las leyendas del rock nacional de los 80 y 90. Charly García se presenta como la referencia más explícita, pero se pueden vislumbrar ecos de Mercedes Sosa, Barbi Recanati e incluso del artista chileno Alex Anwandter, según Bernardo Ferrán.
Esta fusión de estilos enriquece la identidad propia de Telescopios. Sin embargo, la banda no busca simplemente imitar o rendir homenaje a sus referentes, sino transmutarlos a través de su prisma único, creando una estética que es a la vez familiar y nueva, retro y futurista. IV refleja un recorrido musical sin limitaciones, explorando sonidos y ritmos con la libertad propia de un grupo que ha consolidado su identidad, fusionando con maestría lo psicodélico del rock con las texturas del pop más moderno.
Reflexiones sobre la actualidad: El arte como testimonio de una época
La música de Telescopios no se sitúa en una burbuja inmune al contexto sociocultural. La crisis de empatía, la crispación social y la incertidumbre que definen gran parte de la actualidad se filtran a través de las letras y composiciones de IV, que no pretende ofrecer soluciones, pero sí actúa como un registro, una radiografía de este momento histórico, una observación lúcida y casi melancólica de lo que ocurre en nuestro presente inmediato.
Rodrigo Molina se pregunta, con la misma incertidumbre que define esta época, si lograremos “salir” de este escenario. En lugar de una respuesta definitiva, ofrece un horizonte de esperanza y transformación. En el presente convulso de la realidad, que muchas veces se nos presenta como una película enredada, lo que nos queda es la música, como ese cuadro que observamos años después, y a través de ese recuerdo y del paso del tiempo nos damos cuenta del impacto que tuvo en nuestra propia percepción de lo vivido.
La identidad Telescopios: Una síntesis de experiencias
Con IV, Telescopios llega a una síntesis de sus experiencias musicales. No se trata de una evolución lineal, sino de un proceso de asimilación e integración de sus etapas anteriores. Lo mejor de su discografía previa se complementa con nuevas capas de experimentación. El resultado es un sonido maduro, consistente, y profundamente personal que marca la consolidación de la banda.
Se ha dicho que Telescopios crea “pop psicodélico”, una etiqueta que, aunque parcialmente precisa, no logra abarcar la riqueza y complejidad de su música. Es más bien una especie de psicodelia amable, donde la exploración de diferentes estados de conciencia se articula mediante un pop inteligente y sofisticado, para crear canciones que atrapan por su belleza y profundidad. Es un sonido reconociblemente de Telescopios, y a la vez, una ventana abierta a nuevas exploraciones. De nuevo, un álbum que envejezca bien.
Una apuesta por la longevidad musical
En un universo musical de efímeros éxitos, Telescopios se presenta como una antítesis. IV es una oda a la larga duración, una reivindicación de la música como una experiencia contemplativa, profunda y significativa. Es una obra que apuesta por la longevidad, por trascender la inmediatez y conectar con el público a través de la resonancia duradera de sus canciones, invitando a una escucha atenta y una reflexión más allá de la simple reproducción.