El panorama energético argentino se ha transformado significativamente en el último año. Los usuarios, que en octubre de 2023 cubrían solo el 68% del costo de generación eléctrica, ahora afrontan el 84% de la factura. Este cambio drástico es resultado de los sucesivos aumentos tarifarios implementados por el Gobierno, con el objetivo de reducir los subsidios y acercar las tarifas a los costos reales de producción.
Un salto abrupto en la cobertura de costos
El Instituto Argentino de Energía General Mosconi (IAE Mosconi) revela en su informe mensual que este aumento en la participación del usuario en el costo de la energía es una tendencia sostenida a lo largo de 2024. A pesar de una reducción del 14% en el costo promedio de generación eléctrica en octubre respecto a septiembre, el valor sigue siendo un 271% superior al del mismo mes del año anterior. Paralelamente, lo que paga la demanda experimentó un incremento del 3% mensual en noviembre, acumulando un aumento del 360% en relación a noviembre de 2023.
Esta disparidad entre la evolución de los costos y los precios que afronta el usuario final se explica por la política de reducción de subsidios implementada por el Gobierno. Si bien los subsidios en términos nominales han aumentado, su impacto relativo se ha diluido frente a las fuertes subas tarifarias.
Impacto en los hogares y la economía
El Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA (IIEP-UBA) estima que las tarifas eléctricas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) han subido un 189% en promedio entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024. Este incremento supera la inflación acumulada en el mismo período (166%), lo que significa una pérdida real del poder adquisitivo para los hogares.
Un hogar promedio en el AMBA gastó $134.173 en noviembre para cubrir sus necesidades energéticas, de transporte y agua potable, según el IIEP. Esta cifra representa el 50% del salario mínimo vital y móvil, una proporción alarmante que refleja el peso creciente de los servicios públicos en el presupuesto familiar.
El encarecimiento de la energía impacta no solo en los hogares, sino también en la estructura de costos de las empresas, afectando su competitividad y la posibilidad de generar empleo. El aumento de las tarifas energéticas se traslada a los precios de bienes y servicios, alimentando la inflación y generando un círculo vicioso que afecta a toda la economía.
El futuro de las tarifas y los subsidios
El secretario coordinador de Energía y Minería, Daniel González, anticipó que en los próximos meses se avanzará en la revisión quinquenal de tarifas. El objetivo del Gobierno es que la demanda cubra al menos el 80% del costo de la energía en 2025, con los usuarios sin subsidios pagando el precio total. Esta política busca eliminar gradualmente los subsidios y alcanzar un esquema tarifario que refleje los costos reales de producción.
Sin embargo, la eliminación de los subsidios plantea un desafío social importante. Muchos hogares de bajos ingresos dependen de la energía subsidiada para cubrir sus necesidades básicas. El Gobierno deberá implementar medidas compensatorias para mitigar el impacto de la suba de tarifas en los sectores más vulnerables, sin afectar el equilibrio fiscal ni desalentar la inversión en el sector energético.
Desafíos para el sector energético
Más allá de la cuestión tarifaria, el sector energético argentino enfrenta desafíos estructurales que requieren soluciones a largo plazo. La desinversión en infraestructura, la falta de diversificación de la matriz energética y la dependencia de la importación de combustibles son algunos de los problemas que deben abordarse para garantizar un suministro energético confiable y sostenible.
La nueva secretaria de Energía, María Tettamanti, ha reconocido la gravedad de la situación y la necesidad de implementar un plan de contingencia para evitar interrupciones del servicio en los picos de demanda. Este plan incluye medidas como la importación de energía de países limítrofes y la implementación de un esquema de remuneración adicional para las centrales de generación térmica.
La transición hacia un modelo energético sustentable, con mayor participación de las energías renovables, es un objetivo clave para el futuro. Sin embargo, este proceso requiere inversiones significativas y un marco regulatorio que incentive la innovación y la eficiencia energética.