Córdoba está en llamas… o al menos, eso parece si se atiende al escándalo que ha desatado el conflicto salarial entre el municipio y el sindicato de empleados municipales (Suoem). Sueldos millonarios, protestas callejeras, y un intendente bajo presión: la receta perfecta para un culebrón digno de la mejor telenovela. Y en el ojo del huracán, un Rubén Daniele que se frota las manos con una sonrisa maquiavélica… o quizás solo sea mi imaginación.
Millones en los bolsillos… ¿y la inflación?
Mientras la gente común se pregunta cómo llegar a fin de mes, los empleados municipales de Córdoba lucen como si fueran bañados en oro líquido. Un sueldo bruto promedio de casi $3 millones en octubre. ¡Casi $3 millones! La cifra es tan exorbitante que me hace preguntarme si se están utilizando los fondos municipales para financiar un casino secreto o una fiesta con champaña francesa.
Pero la realidad, aún más escandalosa que la ficción, es que este descomunal salario no parece satisfacer a ciertos miembros del Suoem, liderados por ese brillante estratega, Rubén Daniele. Según él, la cifra no es suficiente, y demanda un brutal 18% de aumento para lo que resta del año. ¡Con qué descaro!
Me pregunto: ¿acaso se creen los empleados municipales que son intocables? ¿Qué la plata sale de un árbol mágico en el patio de la municipalidad? A este ritmo, la ciudad terminará en una ruina apocalíptica. Claro que ellos, desde su pedestal dorado, vivirán como reyes… mientras tanto, los demás, que nos las arreglemos.
El Intendente Passerini: atrapado en la telaraña del conflicto
El intendente Passerini, por su parte, ha intentado lidiar con esta bomba de relojería ofreciendo miserables aumentos del 5% (uno en noviembre y otro en diciembre). Si eso fuera poco, el segundo aumento, el de diciembre, sería remunerativo para los jubilados municipales. ¡Cuánta generosidad! Aunque uno no podría evitar sentirse perplejo con su generosidad con la masa salarial cuando los impuestos que paga la gente común cada día son más abrumadores.
Claro, Passerini intenta desviar la atención señalando las ambiciones políticas de Daniele. ¿Daniele busca la reelección? ¡Sorpresa, sorpresa! Todos buscan la reelección. Lo verdaderamente preocupante no son las aspiraciones políticas, sino la desmesura económica que alimenta este conflicto.
Pero las palabras de Passerini suenan a cuento chino en medio de la tormenta perfecta. Su comunicado se parece más a un desesperado intento por sofocar las llamas con un vaso de agua, cuando un camión de bomberos sería la única solución real. Y eso solo puede venir de un cambio radical, donde no se premien la mediocridad y la desidia.
La Conciliación Obligatoria: ¿Un parche o una solución?
En medio de las protestas y la furia de los contribuyentes, la Secretaría de Trabajo dictó la conciliación obligatoria. ¡Bendita sea la paz, al menos por unos días! Esto impide protestas gremiales, por lo que hasta mediados de diciembre la situación debe normalizarse. Sin embargo, la tregua forzosa de quince días hábiles me deja la boca llena de sinsabor, no deja lugar para el cambio profundo que necesita la ciudad. Este parche sobre una herida profunda no curará el cáncer político y financiero de la ciudad
Las negociaciones deberían reanudarse con un clima un poco más amigable. La expectativa es que la conciliación pueda dar con la solución deseada y con una perspectiva más razonable.
Pero esta tregua no soluciona el problema de fondo: los salarios abultados, la brecha entre la realidad del pueblo y la opulencia de ciertos sectores municipales, y la sensación de impunidad que se respira en los pasillos de la administración. Sin una reforma radical en materia salarial, sin un cambio que no sea cosmético y superficial, esto solo se va a agravar aún más.
La pregunta clave es: ¿quién pagará el costo de este despilfarro? ¿Los mismos ciudadanos que ven cada día más difícil llevar a fin de mes, soportar los tarifazos, o la inflación salvaje? ¿Será posible conciliar lo inconciliable? Mientras tanto, solo puedo dejar un grito en el vacío para recordar que estos no son salarios de la gente, sino de unos pocos privilegiados.
El Futuro: ¿Más protestas o una solución definitiva?
El conflicto está lejos de resolverse. Las negociaciones entre el municipio y el Suoem son cruciales para evitar que la situación empeore. ¿Será posible llegar a un acuerdo justo y razonable? ¿O este será el comienzo de una guerra sin cuartel?
Una cosa es segura: el conflicto entre el municipio y el Suoem está lejos de terminar. El futuro de Córdoba depende de la capacidad de sus gobernantes y sus representantes sindicales para sentarse en la mesa de negociaciones, no con el espíritu de la confrontación, sino con el objetivo de encontrar un acuerdo justo y razonable. Pero, la sensación amarga que queda es que, de no ser así, no solo la tranquilidad de los cordobeses se verá afectada, sino también las arcas de la provincia.
Si el panorama no se resuelve de una manera eficiente, las consecuencias serán desastrosas para la ciudadanía. Más allá de los sueldos de los empleados, está en juego la transparencia de la administración municipal, y un gran dilema de justicia social. Por eso, uno solo puede implorar porque se llegue a una resolución adecuada, antes de que la situación se agrave sin remedio.
Este conflicto no es solo un problema salarial; es un reflejo de la profunda desigualdad social que carcome a Córdoba.
Los próximos días serán claves. La conciliación obligatoria, aunque necesaria, solo es un pequeño parche. La verdadera solución debe llegar a través del diálogo abierto, sin chicanas ni imposiciones, con el objetivo primordial de lograr una administración eficiente y responsable con los recursos de la ciudad y de la provincia.