Damasco, la ciudad milenaria, ha sido testigo de innumerables imperios y revoluciones. Pero pocos eventos han sido tan impactantes como la reciente caída de Bashar al Assad, poniendo fin a décadas de gobierno familiar. En medio del caos y la incertidumbre, una figura emerge de las sombras: Abu Mohammad al Jolani, líder del grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS). Su trayectoria, marcada por una sorprendente transformación ideológica, de yihadista vinculado a Al Qaeda a un líder pragmático, plantea interrogantes sobre el futuro de Siria y la región.
De las sombras de Al Qaeda a la luz pública
Durante años, Al Jolani operó en la clandestinidad, dirigiendo sus fuerzas desde la oscuridad. Hoy, se presenta ante las cámaras, concede entrevistas a medios internacionales y se pasea por las calles de Aleppo, la segunda ciudad de Siria, como un líder envalentonado por la victoria. Este cambio radical no se limita a su presencia pública; también abarca su discurso y su imagen. El antiguo turbante yihadista ha sido reemplazado por un uniforme militar, símbolo de su búsqueda de legitimidad y reconocimiento internacional.
La transformación de Al Jolani es, para muchos, un acto de pragmatismo político. Tras romper con Al Qaeda en 2016, ha moderado su retórica, buscando distanciarse del extremismo y presentándose como una alternativa viable al régimen de Assad. Pero, ¿cuánto hay de genuino en este cambio? ¿Es Al Jolani un nuevo líder para una nueva Siria, o simplemente un lobo con piel de cordero?
Analistas como Thomas Pierret, especialista en política islámica, lo describen como un “radical pragmático”, reconociendo la moderación en su discurso, pero manteniendo la cautela. El pasado de Al Jolani, su experiencia en la lucha armada y su conocimiento de las intrincadas redes del poder sirio lo convierten en un actor formidable, pero también en una incógnita. Su ascenso plantea más preguntas que respuestas: ¿qué tipo de gobierno establecerá? ¿Cómo lidiará con las diferentes facciones rebeldes? ¿Cuál será su política exterior?
El ascenso de un líder enigmático
Nacido en 1982 en un barrio acomodado de Damasco, Al Jolani tuvo una educación privilegiada. Su acercamiento al yihadismo se produjo tras los atentados del 11 de septiembre, motivado, según algunos informes, por un sentimiento antioccidental. Tras la invasión estadounidense de Irak, se unió a Al Qaeda, donde adquirió experiencia militar y liderazgo. Su paso por una prisión estadounidense en Irak marcó un punto de inflexión en su vida.
De regreso en Siria, fundó el Frente Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda, que se convertiría en una de las fuerzas más efectivas en la lucha contra Assad. Su negativa a jurar lealtad al Estado Islámico (ISIS) y su posterior ruptura con Al Qaeda lo posicionaron como un líder independiente, con una visión propia para Siria.
El pragmatismo de Al Jolani se ha manifestado en su estrategia política. Ha buscado el apoyo de la población local, ofreciendo servicios básicos y administrando justicia en las zonas bajo su control. Su discurso, enfocado en la unidad nacional y la lucha contra la corrupción, ha resonado entre los sirios cansados de la guerra y la opresión. Pero las acusaciones de abusos contra los derechos humanos y la represión de la disidencia empañan su imagen y generan dudas sobre sus verdaderas intenciones.
Un futuro incierto para Siria
La caída de Assad abre un nuevo capítulo en la historia de Siria, pero el camino hacia la paz y la estabilidad es incierto. La presencia de Al Jolani en el centro del poder genera preocupación en Occidente, que lo considera un terrorista. Su pasado yihadista, aunque aparentemente relegado, plantea interrogantes sobre su compromiso con la democracia y los derechos humanos.
El futuro de Siria dependerá de la capacidad de Al Jolani para consolidar su poder, unificar a las diferentes facciones rebeldes y construir un Estado viable. La comunidad internacional, por su parte, deberá decidir cómo interactuar con este nuevo líder y cómo contribuir a la reconstrucción de un país devastado por la guerra. El juego geopolítico en la región se ha vuelto aún más complejo con la caída de Assad. La influencia de Rusia, Irán y Turquía, actores clave en el conflicto sirio, se verá reconfigurada. El ascenso de Al Jolani podría desestabilizar aún más la región o, paradójicamente, contribuir a un nuevo equilibrio de poder.
Siria se encuentra en una encrucijada histórica. La caída de Assad y el ascenso de Al Jolani marcan el inicio de una nueva era, llena de desafíos y oportunidades. El mundo observa con atención, esperando respuestas a las numerosas interrogantes que plantea este inesperado giro en el conflicto sirio.