Siria, tras el derrocamiento de Bashar al-Assad, se encuentra en una situación de extrema fragilidad. La reciente operación militar en Tartus, un bastión alauita en el oeste del país, contra milicias leales al antiguo régimen, seguida del arresto del ex-jefe de justicia militar Mohamed Kanjo Hassan, evidencia la complejidad de la transición política y las profundas divisiones que persisten en la sociedad siria. El fantasma de la violencia sectaria se cierne sobre el país, amenazando con desestabilizar aún más la región.
Operación militar en Tartus: un polvorín a punto de estallar
La provincia costera de Tartus, históricamente un bastión de la minoría alauita a la que pertenecía Assad, se ha convertido en escenario de violentos enfrentamientos entre las nuevas fuerzas de seguridad y milicias leales al régimen depuesto. El objetivo declarado de la operación es restaurar la seguridad y la paz civil, pero la realidad sobre el terreno es mucho más compleja.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) ha reportado varias muertes en ambos bandos, y la tensión se ha exacerbado tras la difusión de un video que muestra el ataque a un santuario alauita. Este incidente ha avivado las protestas y los enfrentamientos, generando un clima de inestabilidad que amenaza con desbordarse.
La respuesta del nuevo gobierno interino ha sido contundente: reforzar la seguridad en Damasco y otras provincias clave, incluyendo el despliegue de fuerzas de élite. Sin embargo, la capacidad del nuevo gobierno para controlar la situación y evitar una escalada de la violencia es aún incierta.
El arresto de Mohamed Kanjo Hassan: un paso hacia la justicia o un acto de venganza?
El general Mohamed Kanjo Hassan, ex-jefe de la justicia militar bajo el régimen de Assad, ha sido arrestado en Tartus junto con miembros de su guardia personal. Acusado de ser responsable de “numerosas condenas a muerte” en la prisión de Saydnaya, su detención ha generado reacciones encontradas.
Para algunos, su captura representa un paso importante hacia la justicia y la rendición de cuentas por las atrocidades cometidas durante el régimen de Assad. Para otros, despierta temores de una purga sectaria y un ciclo de venganza que podría desestabilizar aún más el país. La prisión de Saydnaya, conocida por las torturas y ejecuciones extrajudiciales, se ha convertido en un símbolo del terror del régimen anterior.
Diab Seria, cofundador de la Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la prisión de Saydnaya, acusó a Hassan de firmar la condena a muerte de “miles de personas en juicios sumarios” y de amasar una fortuna a costa de las familias de los detenidos.
La incertidumbre sobre el futuro judicial de Hassan y otros funcionarios del antiguo régimen es un reflejo de la fragilidad del sistema judicial sirio en la actualidad. La falta de un marco legal claro para procesar a los responsables de crímenes de lesa humanidad plantea serias dudas sobre la posibilidad de una verdadera transición hacia la justicia y la reconciliación.
Tensiones sectarias: la amenaza latente
El ataque al santuario alauita y las posteriores protestas han puesto de manifiesto las profundas divisiones sectarias que persisten en Siria. Si bien las manifestaciones multitudinarias con lemas como “alauitas, sunitas, queremos la paz” muestran el anhelo de unidad, la realidad es que la desconfianza y el resentimiento siguen latentes.
La comunidad alauita, que durante décadas ostentó el poder bajo el régimen de Assad, ahora teme represalias. Por otro lado, la mayoría sunita, víctima de la represión del antiguo régimen, exige justicia y verdad. El nuevo gobierno se enfrenta al enorme desafío de reconciliar a una sociedad profundamente dividida y evitar que las tensiones sectarias se conviertan en un nuevo ciclo de violencia.
La prohibición del Ministerio de Información de publicar contenido sectario es una medida que busca contener la escalada de violencia, pero se necesita mucho más que eso. Se requieren políticas inclusivas, un sistema judicial imparcial y un diálogo sincero entre todos los actores para construir una paz duradera en Siria.