Elisabeth Roudinesco, una figura destacada en el psicoanálisis y la historia de la disciplina, ha expresado en diversas ocasiones su preocupación por el estado actual del psicoanálisis. Su perspectiva, rica en análisis y fundamentada en décadas de investigación, permite vislumbrar una realidad compleja: el psicoanálisis del siglo XXI enfrenta no solo desafíos sino también una continua adaptación y evolución.
La crítica de Roudinesco: Un llamado a la reflexión
Roudinesco critica duramente la falta de grandes debates intelectuales dentro del campo psicoanalítico. En sus análisis, observa una disminución en la formación filosófica e intelectual de los profesionales contemporáneos, quienes se enfocan predominantemente en la práctica clínica. Esta tendencia, afirma, empobrece la discusión teórica y limita la capacidad de evolución del psicoanálisis como sistema de pensamiento.
Para la historiadora francesa, este panorama es especialmente preocupante en Europa, donde la formación tradicional se está perdiendo. Señala que la mayoría de los psicoanalistas actualmente son psicólogos, sin una sólida base en psiquiatría o filosofía, lo que afecta la profundidad de los debates y la comprensión histórica de la propia disciplina.
América Latina: Un contrapunto al panorama europeo
No obstante, Roudinesco observa un escenario diferente en América Latina. Aquí, las sociedades psicoanalíticas se muestran más abiertas, menos dogmáticas que sus contrapartes europeas, incluyendo diversas corrientes de pensamiento y fomentando un ambiente de mayor diálogo y pluralismo.
La historiadora resalta la influencia de Argentina y Brasil, países que considera como líderes en la escena psicoanalítica latinoamericana, generando un impacto global. Aunque la práctica clínica se centra en psicólogos en su mayoría, el psicoanálisis mantiene una fuerte presencia en el ámbito universitario, lo que, según Roudinesco, marca un contrapunto a la situación observada en otros continentes.
El psicoanálisis frente a la virtualidad: desafíos y adaptaciones
La pandemia de COVID-19 aceleró la incorporación de nuevas tecnologías en la práctica psicoanalítica. Si bien las sesiones virtuales a través de plataformas como Zoom y Skype permitieron la continuidad de la atención, Roudinesco argumenta que la presencia física sigue siendo fundamental para la eficacia de la terapia analítica.
Aunque la virtualidad ha democratizado el acceso a la terapia para algunos, la experta enfatiza la necesidad de mantener el encuentro cara a cara como una regla ideal. Reconoce que el progreso tecnológico inevitablemente conlleva adaptaciones, pero remarca la importancia del contacto físico en la relación terapéutica para el tratamiento efectivo.
Sociedad depresiva y la crisis del compromiso colectivo
Roudinesco ha descrito a la sociedad occidental como “depresiva”, una característica ya presente antes de la pandemia. En su opinión, la falta de un proyecto social común, la descristianización y la creciente individualización han contribuido a un sentimiento generalizado de desencanto y vacío.
La historiadora relaciona este fenómeno con la proliferación de terapias enfocadas en el “bienestar”, el “desarrollo personal”, y la búsqueda de la felicidad individual, a menudo reemplazando abordajes más profundos de las problemáticas psicológicas. Estas nuevas prácticas, muchas veces carentes de base científica rigurosa, se presentan como soluciones rápidas y superficiales que no abordan las causas subyacentes del sufrimiento.
El psicoanálisis ante las nuevas terapias y pseudociencias
Para Roudinesco, el creciente número de pseudociencias y terapias alternativas no representa una amenaza directa al psicoanálisis. Aunque el cognitivismo y las terapias conductuales puedan competir en ciertos ámbitos, la autora argumenta que el verdadero peligro radica en la proliferación del “mercado del bienestar”.
Este mercado se caracteriza por la promoción de la felicidad y la salud como valores supremos, lo que lleva a la selección de terapias que ofrecen soluciones rápidas, ignorando la complejidad del inconsciente y la posibilidad de un análisis en profundidad. El psicoanálisis, según Roudinesco, debe evolucionar, adaptándose a diferentes duraciones de sesión, pero sin abandonar el análisis del inconsciente.
Conclusiones: Evolución necesaria para la supervivencia
En resumen, la perspectiva de Roudinesco sobre el psicoanálisis en el siglo XXI es compleja y matizada. Si bien identifica desafíos, como la falta de debates intelectuales en Europa y la creciente competencia de terapias alternativas, también encuentra motivos para el optimismo, especialmente en la vitalidad del campo en América Latina.
Su llamada a la reflexión sobre la necesidad de un retorno a las raíces intelectuales del psicoanálisis, la adaptación a las nuevas tecnologías y la importancia de considerar el inconsciente como factor esencial en la cura, es una advertencia a la vez que un llamado a la acción. El psicoanálisis, para sobrevivir y evolucionar, necesita reformularse sin perder su esencia.