Rosario, ciudad de contrastes, donde la historia se entrelaza con la modernidad, observa un fenómeno peculiar en su escena gastronómica: la coexistencia de bares históricos con la irrupción de franquicias internacionales. Este artículo explora este escenario, analizando el auge y la caída de establecimientos emblemáticos, el afán de expansión de algunos y la nostalgia que despierta la pérdida de otros.
El Bar Junior: un clásico que se expande
Ubicado en el corazón del microcentro rosarino, el Bar Junior, con más de 70 años de historia, representa la resistencia del negocio tradicional. Bajo la dirección de la tercera generación de la familia Peláez, ha logrado mantenerse vigente, adaptándose a los nuevos hábitos de consumo sin renunciar a su esencia.
Su famoso sándwich de pavita, con la inconfundible mayonesa casera, sigue siendo su plato estrella, un símbolo de la identidad rosarina. Sin embargo, la carta se ha ampliado, incorporando opciones para atraer a un público más amplio. Esta estrategia de modernización, sin perder la tradición, ha sido fundamental para su éxito.
El Bar Junior no se conforma con su éxito en el microcentro. Tiene ambiciosos planes de expansión, que incluyen la apertura de nuevas sucursales en diferentes barrios de la ciudad. El objetivo es consolidar su presencia local antes de dar el salto a la franquicia, una estrategia que busca replicar el modelo de negocio con el fin de aumentar las ganancias y fortalecer la presencia de la marca a nivel nacional.
La nostalgia de los bares culturales: un legado en riesgo
En contraste con el crecimiento del Bar Junior, la historia de La Muestra, un bar cultural emblemático, ilustra el declive que enfrentan muchos establecimientos tradicionales. Con casi 40 años de historia, La Muestra fue un referente de la escena cultural independiente de Rosario. Sin embargo, tras la pandemia y problemas con la regulación municipal, hoy lucha por sobrevivir.
Su propietario, Luciano Summa, ha decidido vender el negocio, un duro golpe para los amantes de la cultura rosarina que ven en La Muestra un símbolo de una época dorada. El caso de La Muestra no es único. Otros bares culturales, como Berlín Café, Olimpo, La Chamuyera, El Espiral y Luna, ya cerraron sus puertas, dejando un vacío en la oferta cultural de la ciudad.
La falta de una legislación que proteja y fomente los bares culturales ha sido señalada como una de las principales causas de este declive. La estricta regulación vigente para bares y boliches resulta incompatible con las particularidades de estos espacios culturales, dificultando su funcionamiento y supervivencia.
La llegada de franquicias internacionales: ¿un nuevo paradigma?
Paralelamente a la evolución de los bares tradicionales, Rosario ha visto la llegada de grandes franquicias internacionales, como Hard Rock Café, instaladas en una ubicación estratégica de la ciudad, compitiendo con bares y restaurantes exitosos de la zona. Esto refleja un cambio en las preferencias de los consumidores, que cada vez más optan por experiencias estandarizadas y globales.
La llegada de estas franquicias no sólo marca un cambio en el panorama gastronómico, sino que también pone en jaque la tradición de los bares locales. La competencia por atraer clientes es cada vez más feroz, lo que exige a los negocios tradicionales la búsqueda constante de innovación y la adaptación a las nuevas tendencias del mercado.
Si bien las franquicias internacionales traen inversión y crean puestos de trabajo, también plantean el interrogante sobre la preservación de la identidad local y la pérdida de la singularidad de los bares tradicionales. ¿Es posible la convivencia armónica entre ambos modelos de negocio? ¿O la expansión de las franquicias amenaza con homogeneizar la escena gastronómica y borrar la historia culinaria de la ciudad?
Los bares notables: un intento de preservar el legado
En un esfuerzo por preservar la identidad cultural de la ciudad, Rosario ha creado un “Catálogo de Bares y Bodegones Notables”, reconociendo establecimientos históricos por su antigüedad, arquitectura y relevancia social. Entre ellos se encuentran bares como La Sede, El Cairo y Gorostarzu, que han sabido mantener su esencia a través del tiempo. Estos bares, algunos con nuevas gestiones, han sabido aggiornar sus ofertas respetando la esencia de los clásicos
Sin embargo, el desafío para estos bares notables es mantener su vigencia en un mercado cada vez más competitivo. La necesidad de adaptarse a las nuevas tendencias, sin perder su identidad, es una tarea constante que requiere creatividad e innovación.
La creación del catálogo es un paso importante para la preservación del patrimonio gastronómico de Rosario, pero se necesita un esfuerzo conjunto entre el sector privado, el gobierno y la comunidad para garantizar la supervivencia de estos espacios que forman parte integral de la historia y la cultura de la ciudad. Esto involucra no sólo apoyo financiero, sino también la protección legal y la promoción del turismo cultural.
un futuro en equilibrio
El futuro de la escena gastronómica rosarina depende de un equilibrio delicado entre el dinamismo del mercado y la preservación de su historia. La expansión de las franquicias internacionales es una realidad que debemos enfrentar, pero también es fundamental valorar y proteger el legado de los bares históricos. La apuesta por la innovación, la preservación de la identidad local y el apoyo a los negocios tradicionales son clave para que Rosario conserve su riqueza culinaria.
En la medida en que se logre un equilibrio entre estas dos fuerzas, Rosario podrá conservar su vibrante escena gastronómica, una que celebra tanto la modernidad como su pasado, creando un escenario único que atrae a los visitantes y deleita a sus propios habitantes.