¿El Monumental en silencio? No, un grito ahogado de frustración. ¿La Copa Libertadores, un sueño? Más bien, una pesadilla recurrente. Sebastián Driussi, el último nombre en la lista negra, falló el penal clave ante Barcelona. ¿Es solo mala suerte, o River está bajo una maldición?
Driussi y el penal que paralizó al hincha
Seis minutos. Sesenta mil almas expectantes. La ilusión de la Copa se desvaneció cuando el disparo de Driussi fue contenido por Contreras. Un golpe seco, un ‘déjà vu’ doloroso. La frustración se palpaba en el aire, espesa y amarga.
Driussi, el hijo pródigo que volvía para ser héroe, sintió el peso de la historia, la presión de una hinchada hambrienta de gloria. Su rostro lo decía todo: la ‘mufa’ de los doce pasos pesa toneladas.
Penales y River: un romance infernal
Las estadísticas son implacables: de 9 penales en 2025, solo 2 gritos sagrados. Un 22% de efectividad que cala hondo en el orgullo millonario. Borja, Rojas, Montiel, Colidio, Lanzini… ¿La lista sigue?
- Miguel Borja vs. Lanús (fallado)
- Matías Rojas vs. Talleres (fallado)
- Gonzalo Martínez vs. Talleres (convertido)
- Miguel Borja vs. Talleres (convertido)
- Gonzalo Montiel vs. Talleres (fallado)
- Facundo Colidio vs. Talleres (fallado)
- Manuel Lanzini vs. Talleres (fallado)
- Miguel Borja vs. Ciudad Bolívar (fallado)
- Sebastián Driussi vs. Barcelona (fallado)
Y hay más: River acumula 7 definiciones por penales perdidas CONSECUTIVAMENTE. Boca, Patronato, Inter… una procesión de verdugos que se aprovechan de la herida. Desde aquel lejano 2019 contra Cruzeiro, la noche se hizo eterna.
¿Hay alguien al volante?
¿Quién debe dar la cara? ¿El técnico, buscando un pateador infalible? ¿Los jugadores, víctimas de la presión? ¿O una fuerza oscura que se regodea con la desdicha riverplatense? Sea cual sea la razón, urge una solución.
Algunos piden entrenamientos específicos, un psicólogo deportivo, un chamán. Otros, directamente, rezan. River necesita un shock, un cambio de chip, una exorcización para librarse de este karma que lo consume.
El último grito desde los doce pasos
Diciembre de 2024. Gonzalo Martínez, contra Central. Un espejismo en el desierto, un oasis de alegría que se diluye en el tiempo. Desde entonces, la sequía es total: seis penales errados, seis puñaladas al corazón del hincha.
Borja (dos veces) y Driussi son los últimos verdugos de la ilusión. Tres chances de victoria, tres oportunidades de gloria que se esfumaron en el aire. ¿Hasta cuándo?
La noche que pudo ser… y no fue
Driussi tomó la lanza, buscando redimirse de una falta previa. Quería demostrar que era el hombre, el líder, el salvador. Pero su remate, potente pero previsible, encontró las manos de Contreras. El Monumental calló, atónito.
¿Qué le pasa a River? La pregunta que quema
¿Por qué este equipo, plagado de talento, se derrumba ante la presión? ¿Qué se necesita para romper esta cadena de frustraciones? La autocrítica es fundamental, pero no basta con lamentos. Urge trabajar la mente, fortalecer el espíritu, encontrar soluciones creativas. La Libertadores no perdona. Y River, si quiere alzarla, debe vencer sus demonios. Debe exorcizar, de una vez por todas, la maldición de los doce pasos.
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