En Córdoba, el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI) ha desatado una tormenta política. Mientras algunos lo ven como la panacea para la economía provincial, otros, como yo, lo consideramos un boleto directo al abismo de la desigualdad. Este artículo, lejos de ser un análisis académico, es un grito de alerta. Un llamado desesperado para que la ciudadanía cordobesa despierte antes de que sea demasiado tarde. Porque el RIGI, amigos míos, no es un puente hacia el progreso, sino un túnel hacia un futuro oscuro y profundamente injusto.
El RIGI: ¿Progreso o Profunda Desigualdad?
El pasado 7 de noviembre, en medio de un debate acalorado en el Concejo Deliberante, se aprobó la adhesión a la Ley Provincial 10.997, que ratifica el RIGI. Muchos de mis colegas, incluso dentro de mi propio bloque, la Unión Cívica Radical, votaron a favor, convencidos de sus beneficios. Respeto sus intenciones, pero discrepo profundamente con su análisis. Es cierto que Argentina ha sufrido durante décadas una burocracia ineficiente y corrupta que sofoca al sector privado. Pero, ¿acaso la respuesta es anular el rol del Estado? Es como querer curar una enfermedad con un veneno aún más letal. El RIGI no es la solución; es la exacerbación del problema.
Se nos vende el RIGI como un puente entre una Argentina decadente y una moderna y reactivada. ¡Mentira! Es un puente entre dos pantanos, entre dos formas de fracaso: la ineficiencia estatal y el salvajismo del capitalismo sin límites. El RIGI profundiza la desigualdad global, un problema que preocupa a las mentes más brillantes del mundo y que se revela a diario.
Oxfam, en su informe “Desigualdad S.A.” detalla cómo las grandes multinacionales, controladas por una élite multimillonaria, extienden su poder por el mundo, ignorando completamente la justicia social y el cuidado ambiental. ¿Es acaso este el futuro que anhelamos para Córdoba? ¿Una provincia donde unos pocos se enriquecen a costa de la degradación ambiental y la precarización de la mayoría?
Córdoba, mi Córdoba, ya está sufriendo los embates de la mala gestión gubernamental. Incendios incontrolables, pérdida de bosques nativos, contaminación de ríos y lagos…y ahora el RIGI. Con este esquema, los grandes empresarios recibirán beneficios obscenos a cambio de pocas migajas para la provincia. ¿Y el agua? ¿También quedará en manos de estos titanes? En Córdoba vemos la destrucción del cinturón verde, la proliferación de canteras. ¿Es esto progreso? ¿Y la justicia?
El RIGI no es más que un vehículo para consolidar el poder en manos de una élite. Un sistema político feudal, donde la justicia, la prensa y los partidos son instrumentos para fortalecer el control de unos pocos sobre recursos esenciales. Los grandes empresarios necesitan estrechar la mano del político, y ambos se enriquecerán en este nuevo juego perverso. Este RIGI fortalece el poder de Schiaretti, Llaryora, Passerini. La unidad del poder para el beneficio de una pequeña casta.
El Futuro Oscuro del RIGI
El RIGI no es una solución, es un problema. Un problema que profundiza la crisis actual y allana el camino para una Córdoba más desigual, más injusta y, lamentablemente, más empobrecida para la gran mayoría de sus habitantes. Su aprobación representa una traición a los cordobeses que trabajan día a día para mejorar sus vidas, un atropello que nos conduce a un futuro donde el progreso es solo un eslogan publicitario para unos pocos mientras la mayoría cae en el precipicio. Esta es mi firme convicción.
No nos dejemos engañar. El RIGI no es progreso; es una amenaza a nuestro futuro.
Debemos resistirnos a esta ley nociva y exigir a nuestros representantes un cambio de rumbo. El futuro de Córdoba no debe decidirse en acuerdos turbios entre políticos y empresarios, sino a través de un debate informado y una decisión colectiva que privilegie el bienestar de todos, no solo de unos pocos.