El aliento incesante de la hinchada gloriosa retumbaba en las gradas del Monumental de Alta Córdoba. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Instituto, con el corazón latiendo al ritmo del bombo y el redoblante, buscaba la victoria que lo catapultara a la gloria continental. Enfrente, Riestra, un rival aguerrido que no se dejaría doblegar fácilmente.
Primer Tiempo: La sorpresa del Matador
Desde el pitazo inicial, Instituto salió con la furia de un león hambriento. Los dirigidos por Lucas Bovaglio presionaban en cada rincón del campo, buscando asfixiar a Riestra y generar peligro en el arco defendido por Matías Vega. Sin embargo, la defensa del conjunto visitante, comandada por Eric Tovo, se mostraba sólida e impenetrable.
A pesar del dominio territorial y la ambición ofensiva de la Gloria, el gol no llegaba. Las ocasiones se sucedían, pero la falta de precisión en los últimos metros y las buenas intervenciones de Vega mantenían el marcador en cero. La frustración comenzaba a apoderarse de los locales, y como un balde de agua fría, llegó el golpe del Matador.
A los 30 minutos, en una jugada aislada, Riestra encontró el espacio que tanto había buscado. Un centro preciso desde la derecha encontró la cabeza de Milton Céliz, quien con un certero cabezazo superó la resistencia de Jorge Carranza y desató la euforia en el banco visitante. El silencio se apoderó del Monumental, solo interrumpido por los cánticos de la pequeña pero ruidosa hinchada de Riestra.
Segundo Tiempo: La reacción Gloriosa
Con el marcador en contra y la necesidad de revertir la situación, Instituto salió al complemento con una actitud renovada. Bovaglio realizó ajustes tácticos, buscando mayor profundidad por las bandas y aprovechando la velocidad de sus delanteros. La Gloria se volcó al ataque, dejando espacios en defensa, pero la urgencia del resultado obligaba a tomar riesgos.
El empate llegó a los 18 minutos, en una jugada polémica. Una mano dentro del área de un defensor de Riestra fue sancionada como penal por el árbitro Nazareno Arasa. Adrián Martínez, con la frialdad de un experimentado goleador, se hizo cargo de la ejecución y con un potente remate al palo derecho venció a Vega, desatando la locura en las tribunas.
Instituto, envalentonado por el empate, siguió buscando el gol de la victoria con más corazón que cabeza. El aliento de la hinchada se hacía sentir cada vez con más fuerza, empujando al equipo hacia adelante. Y a los 23 minutos, la épica se hizo presente en Alta Córdoba.
En una jugada de contragolpe, Santiago Rodríguez desbordó por la izquierda y envió un centro preciso al área. Allí, como un fantasma, apareció Brahian Cuello para conectar de cabeza y mandar el balón al fondo de la red. El Monumental explotó en un delirio de alegría. La remontada se había consumado.
El sueño de la Sudamericana
Con esta victoria agónica, Instituto mantiene viva la ilusión de clasificar a la Copa Sudamericana 2025. El equipo cordobés se ubica en la parte alta de la tabla y sueña con volver a competir en el ámbito internacional después de muchos años. El camino es largo y aún quedan muchos partidos por disputar, pero la Gloria demostró que tiene el carácter y la jerarquía para pelear hasta el final.
La hinchada, eufórica, despidió a sus jugadores con aplausos y cánticos. La noche en Alta Córdoba se tiñó de rojo y blanco. Instituto había dado una muestra de coraje y determinación, logrando una victoria que quedará grabada en la memoria de sus hinchas. El sueño de la Sudamericana está más vivo que nunca.